Caminar es el modo de transporte más importante; la tercera parte de los viajes que se realizan todos los días se hace a pie, y el resto, prácticamente la totalidad, requiere andar uno o dos tramos. Es un tipo de movilidad gratuito que proporciona salud física y mental, afirmaron académicos de la UNAM.
Los traslados caminando son los más cortos de todos; la mitad son de 10 minutos o menos, detalló Manuel Suárez Lastra, director del Instituto de Geografía (IGg). Según estudios efectuados en esa entidad, “lo máximo que una persona está dispuesta a andar son 20 minutos, aunque, por supuesto, hay quien se mueve a pie por mucho más tiempo, en ocasiones por recreación”.
Hacerlo diario se considera una actividad física; es un desplazamiento necesario y todos, en algún momento, somos peatones por exigencias de la vida cotidiana, por recreación, terapia o rehabilitación, explicó Dolores Patricia Delgado Jacobo, académica de la Facultad de Estudios Superiores (FES) Zaragoza, en ocasión del Día Mundial del Peatón, que recuerda la primera muerte ocurrida por atropellamiento de un vehículo a motor (la de Bridget Driscoll, el 17 de agosto de 1896, en Londres, Inglaterra).
El gusto por hacerlo
Un individuo que se mueve despacio lo hace a cuatro kilómetros por hora; uno que va más rápido avanza a seis kilómetros por hora. Así, una caminata de 10 minutos es de poco menos de un kilómetro, es decir, ocho o 10 cuadras. Eso es lo que la mitad de la población está dispuesta a andar; el resto recorre hasta kilómetro y medio: 20 minutos, destacó Suárez Lastra.
Según lo observado, los hombres caminan más, aunque las mujeres hacen mayor número de viajes. La mayoría de los trayectos suelen ser largos, por ejemplo, para llegar al transporte público o para transbordar de uno a otro; algunos más son para llevar y recoger a alguien (los niños en la escuela); por recreación, cuando paseamos al perro, vamos al parque o llevamos al bebé en carriola, y el más significativo: las compras locales, a la tienda de la esquina, al supermercado, a la heladería…
El experto reconoció que, a pesar de su relevancia, hay pocas investigaciones al respecto como parte de la movilidad, particularmente en México. “Ese conocimiento es esencial para establecer los parámetros sobre desarrollos urbanos y minimizar el número de viajes en trasporte motorizado”.
En la actualidad, especialistas del IGg analizan qué factores estimulan para caminar; hasta ahora, han encontrado que en nuestro país lo más importante es la seguridad y la distancia.
También se toma en cuenta la comodidad de un viaje: que haya banquetas en buen estado, así como iluminación y negocios, porque habrá más personas en la calle y eso genera un ambiente más seguro.
“Hicimos un estudio en el que pedimos a los participantes trazar la ruta que toman para llegar al transporte o a su destino. La gente asegura que escoje el trayecto más corto; sin embargo, en 30 por ciento de los casos no es así. Comparamos sus itinerarios con los más cortos en términos de metros recorridos, y en realidad transitan por los lugares en los que hay características para una caminata agradable”, aclaró Manuel Suárez.
En su opinión, los viajes no motorizados cobrarán significación con la nueva normalidad. “No todos pueden comprar un coche o una motocicleta, y al ser el transporte público uno de los principales lugares de contagio, se buscarán otras opciones”. Con ello se modificará la forma en que planeamos los espacios, de manera que podamos disfrutarlos a pie”.
Beneficios para la salud
Patricia Delgado Jacobo, médico cirujano especialista en medicina del deporte y rehabilitación, señaló que optar por las caminatas trae beneficios: trabajan mejor los pulmones y el corazón, se fortalecen los huesos y articulaciones, “nos sentimos bien, nos vemos y dormimos mejor, se eleva la autoestima y nos mantenemos de buen humor”.
El bienestar que nos proporciona se refleja en la prevención y disminución de algunos factores de riesgo, beneficiando así algunos aparatos y sistemas de nuestro cuerpo.
“Cualquier tipo de ejercicio que realicemos debe tener supervisión médica individualizada para que tenga técnica y sistematización y nos proporcione ventajas a todos los niveles de nuestro cuerpo. En particular, esta práctica ayuda a mejorar los aparatos cardiovascular, respiratorio y locomotor, y controlar algunas enfermedades como diabetes, presión arterial alta y obesidad.”
Además de controlar el peso, con este ejercicio, propio para todas las edades, fortalecemos el sistema nervioso y conservamos una buena memoria. Lo ideal es hacerlo al aire libre, pero en la situación de emergencia sanitaria puede usarse una caminadora o hacer caminata estática dentro de casa.
Refirió que las hay leves y moderadas; algunas requieren mayor esfuerzo e intensidad. “Debemos ver cómo cada persona las tolera: no es lo mismo salir a pasear que caminar como ejercicio, con una duración, frecuencia e intensidad prescritos con base en las condiciones y estado de salud individual”.
Si es un ejercicio, debe haber calentamiento y estiramiento y, al final, enfriamiento de los músculos para evitar estar adoloridos al día siguiente. No tiene que hacerse con las manos cruzadas o duras, sino con ritmo para que haya armonía con los pies, aconsejó Delgado.
Igualmente, es fundamental estar hidratados para tener energía, con agua preparada con un poco de naranja, miel de colmena o de maíz, e ingerirla en pequeños sorbos. “La hora ideal para andar es por la mañana o tarde-noche, cuando no hace tanto calor”, aseveró.
Finalmente, recomendó tener una revisión médica antes de comenzar una rutina de ejercitación, una técnica formalizada y supervisión; en caso de no ser posible, una persona sana adulta debe dar 10 mil pasos al día para obtener beneficios.