Simone de Beauvoir en el cine

La obra de Simone de Beauvoir (París, 1908-1986) es clave en el pensamiento feminista, tanto como punto de partida para corrientes posteriores como objeto de críticas y evidencia de un sinfín de puntos ciegos. El feminismo, como cualquier corriente de pensamiento, se encuentra en perpetua construcción, es un camino de cuestionamientos y dudas, una búsqueda. Los textos de la autora, tanto en su faceta filosófica y ensayística como en su narrativa, deben ser abordados como testimonios de un tiempo convulso, de cambios y reconfiguraciones sociales y políticas. 

Tomando esto en cuenta, pensar en el ejercicio de adaptación cinematográfica de sus textos puede ser un tanto tramposo. Adaptar una obra literaria al lenguaje cinematográfico es mucho más que un acto de traducción o ilustración –¿cuál sería el punto de simplemente recrear con imágenes en movimiento lo narrado en palabras en cierta época?–: adaptar es partir de una obra, retomar ciertos elementos, crear algo nuevo. Es un ejercicio de autoría y de diálogo, a la vez. 

La adaptación puede adquirir muchas formas distintas. Las ideas y las historias de cierta dimensión y universalidad, una vez que están ahí, afuera, se convierten en referentes compartidos. En esta ocasión, elegí tres de las pocas obras asumidas explícitamente como adaptaciones de los textos de la autora, aunque sostengo que la noción de adaptación debería ser expandida. ¿Cuántos autores no habrán hecho referencia consciente o inconscientemente a la obra de de Beauvoir? ¿Cuántos no se habrán cuestionado temas de estereotipos, representación y opresión en la pantalla a partir de sus textos? ¿No habrá leído Bergman La mujer rota antes de hacer Secretos de un matrimonio? Sin más, con estas sospechas en el aire, dejo aquí tres títulos que vale la pena analizar:

La sangre de los otros (Le sang des autres, Claude Chabrol, 1984)

Ésta es una historia de amor, conciencia de clase y resistencia enmarcada en los inicios de la Segunda Guerra Mundial. Jean es un hombre privilegiado de clase media que atraviesa un proceso de autocrítica y culpa. Conoce a Hélène, una joven de familia que había vivido una vida bastante convencional hasta entonces. El contexto convulso que los rodea detona una serie de conflictos en su relación, cuestionamientos en torno a la clase, la resistencia, la dimensión personal e íntima de la guerra y las repercusiones de las decisiones individuales en los otros. La sangre de los otros es la segunda novela de Simone de Beauvoir. La autora comenzó a escribir este texto en 1941, ocho años antes de El segundo sexo, desde una postura más enfocada en el existencialismo y la conciencia de clase que en el rol específico de las mujeres en la sociedad. Situada aún en tiempos de la Ocupación, se convierte en una suerte de lectura inmediata de los acontecimientos que se desarrollaban en ese entonces y que pudo ver la luz hasta concluido este periodo. Fue publicada en 1945. Chabrol y su guionista, Brian Moore, deciden enfocarse claramente en la transformación de Hélène y su despertar político –sin que ésta sea la línea de la novela, tal vez influenciados por la dirección que tomaría la obra posterior de la autora–. Es una exploración sobre la vida, la libertad y la lucha social.


Todos los hombres son mortales (All Men Are Mortal, Ate de Jong, 1995)

Esta cinta es una adaptación de la novela homónima publicada en 1946: una actriz francesa conoce a un hombre intrigante y misterioso en el hotel donde se está hospedando durante una gira. Se vuelven muy cercanos y él le confiesa que es inmortal; lo que lo vuelva incluso más fascinante para ella, que fantasea con volverse inmortal a través de sus recuerdos. A través de flashbacks a otras épocas, vemos episodios de los siete siglos de vida de este personaje. Este ejercicio mediano de adaptación que recurre a la voz en off y a la extrema literalidad, sirve como pretexto para reflexionar sobre la relevancia de adaptar una obra y las aportaciones y/o licencias autorales, ¿dónde está el límite de las adaptaciones? ¿Tiene sentido trasladar un texto sin mayor tratamiento a la imagen en movimiento? Como dato curioso, también hubo una puesta en escena teatral de esta obra, queda la duda de los alcances de aquel otro ejercicio de adaptación.


En tres actos (Em Três Atos, Lúcia Murat, 2015)

Esta adaptación, mucho más cercana al diálogo que los dos ejemplos anteriores, es, además, la única de las tres cintas realizada tanto por una directora como por una cinefotógrafa. Retomando fragmentos de Simone de Beauvoir y trasladándolos a su propia reflexión acerca del tiempo, el cuerpo y la edad, Murat convierte el ejercicio de adaptación en un proceso íntimo, personal. Durante En tres actos entran en juego diversas miradas y agencias: las bailarinas, una anciana y una joven, a través de su interpretación corporal; la fotografía de Dudu Miranda, que se aproxima a los rostros, las pieles, el cabello, las texturas y la relieves; la dirección de Lúcia, que ha recuperado ideas de la autora francesa para traerlas a su realidad, a sus memorias, a su propia vida marcada por la opresión de una dictadura.