Sin programas sociales habría más pobres

De las seis carencias sociales por la pandemia, la de acceso a servicios de salud aumentó de manera relevante

En días pasados, el Consejo Nacional de Evaluación de la Política de Desarrollo Social (Coneval) dio a conocer que, de 2018 a 2020, el número de pobres en el país pasó de 51.9 a 55.7 millones y que, de ese total, 2.1 millones más de mexicanos entraron en la categoría de pobres en grado extremo.

En especial, el último año, 2020, fue muy complicado por la contingencia sanitaria establecida a raíz de la pandemia de la Covid-19; de hecho, incidió para que, de las seis carencias sociales (rezago educativo, servicios de salud, seguridad social, calidad y espacios de la vivienda, alimentación), la de acceso a servicios de salud haya aumentado de manera relevante.

“Sin embargo, al mismo tiempo que preparábamos la publicación de estos datos, hicimos un ejercicio numérico en el que quitamos los ingresos por programas sociales de los tres niveles de gobierno (federal, estatal y municipal) para ver qué hubiera ocurrido entonces, y descubrimos que la pobreza hubiese montado hasta cuatro puntos porcentuales, o sea, casi el doble. Así, en lugar de 3.8 millones de mexicanos en situación de pobreza, hubiera habido un poco más de 6.5 millones”, afirma José Nabor Cruz Marcelo, investigador del Instituto de Investigaciones Económicas y secretario ejecutivo del Coneval.

Es decir, en opinión de Cruz Marcelo, dadas las circunstancias impuestas el año pasado por la contingencia sanitaria y la crisis económica, la política social de los tres niveles de gobierno ayudó a que el incremento de la pobreza en México fuera mucho menor.

Sector de servicios, muy afectado

De acuerdo con los datos del Coneval, las poblaciones de Quintana Roo y Baja California Sur, los dos grandes polos turísticos del país, son las que experimentaron un mayor incremento de la pobreza en 2020 (63.4 y 58.1 por ciento, respectivamente), a consecuencia de los efectos de la contingencia sanitaria.

Por lo que se refiere a la población de Ciudad de México, resintió un incremento de la pobreza ligeramente por arriba del promedio nacional: de 30 por ciento (2.7 millones de personas) en 2018 pasó a 32.6 por ciento (un poco más de tres millones de personas) en 2020. “En realidad, la capital del país pudo contener el aumento de la pobreza porque en ella prácticamente todas las dimensiones (rezago educativo, acceso a la salud, a la alimentación y a la seguridad social, calidad y espacios en la vivienda, así como servicios básicos de la vivienda) tuvieron un comportamiento estable. Donde sí padeció un mayor ascenso fue en la variable de los ingresos. Por la caída de los ingresos en el sector de servicios, sobre todo, como resultado de los meses en que el semáforo epidemiológico estuvo en rojo, poco más de cinco por ciento de su población ahora está en situación de pobreza”, señala Cruz Marcelo.

Acciones conjuntas

El año pasado, el Coneval publicó y envió al gobierno federal y a los gobiernos estatales un documento que contenía un pronóstico del posible incremento de la pobreza por ingresos, según el cual ésta afectaría a entre ocho y 10 millones de personas.

“En ese mismo documento el Coneval recomendó a los gobiernos estatales complementar sus acciones, intervenciones y programas sociales con las del gobierno federal. Al final, el aumento de la pobreza fue de poco más de cinco millones de personas”, apunta Cruz Marcelo.

En otro documento publicado hace mes y medio, el Coneval analizó las respuestas de los estados ante la contingencia sanitaria por la pandemia de la Covid-19.

“Encontramos que, de mayo de 2020 a marzo de 2021, las 32 entidades federativas llevaron a cabo alrededor de mil 440 programas, acciones e intervenciones del ámbito social que se complementaron con la política social del gobierno federal, que es clara y que consiste en hacer transferencias monetarias a un cada vez mayor número de personas. Las acciones no solamente del gobierno federal, sino también de los gobiernos estatales e incluso de algunos municipios relativamente grandes que pusieron en marcha programas muy locales, sí pudieron contener la pobreza”, asegura Cruz Marcelo.

Respecto a la crisis anterior, la de 2009, el Coneval llegó a la conclusión de que la carencia que aumentó más fue la de acceso a la alimentación y parte del análisis previo a los resultados del periodo 2018-2020 indicaba que la misma podría incrementarse bastante, pero afortunadamente esto no ocurrió.

“Creció, sí, pero apenas tres décimas de punto porcentual, lo cual prueba que sí hubo una focalización de aquellos aspectos relacionados con el tema alimentario que podían hacer sufrir a los hogares más vulnerables, de menores ingresos. Muchas intervenciones, como la entrega de despensas o de vales, o acciones muy locales, como la instalación de comedores comunitarios, hicieron posible que estos hogares pudieran enfrentar, el año pasado, los meses más álgidos de la pandemia.”

Recuperación económica

Cruz Marcelo cree que la recuperación económica del país está muy asociada al tema sanitario y que por eso dependerá de que el proceso de vacunación siga, sin pausas.

“Es un factor que permitirá no perder lo poco que ya hemos avanzado. Debemos considerar que actualmente vivimos una tercera ola epidemiológica. Lo que se pueda o no contener en las actividades del sector de servicios (restauranteras, de transporte, comerciales y, en particular, turísticas) podrá incidir positiva o negativamente. Y si bien el rezago educativo no aumentó mucho, sí debemos analizar los efectos que pueden aparecer a mediano y largo plazos por haber tenido un año escolar a distancia.”

INSABI

Como ya se dijo, de las seis carencias sociales, la de acceso a los servicios de salud tuvo un aumento muy relevante. Algunos factores que influyeron en él fueron la lenta transición desde el final del Seguro Popular hasta el inicio de operaciones del Instituto de Salud para el Bienestar (INSABI), así como la reestructuración tan fuerte que hubo el año pasado en los servicios públicos y privados de salud.

“De ahí que el mismo jueves de la semana pasada, cuando dimos a conocer los datos sobre la pobreza en el país, hayamos recomendado consolidar la transición y la operatividad de dicho instituto en las 32 entidades federativas, para que los derechohabientes que antes estaban afiliados al Seguro Popular tengan derecho al INSABI. ¿Y por qué digo esto? Porque mientras, en 2018, 40 por ciento de la población declaró estar afiliada al Seguro Popular, en 2020 sólo 27 por ciento lo estaba o tenía derecho al INSABI. Ciertamente, las entidades federativas, en coordinación con el gobierno federal, tendrán que acelerar los procesos de transición y operatividad del INSABI para que la carencia de acceso a los servicios de salud disminuya en la siguiente medición”, finaliza Cruz Marcelo.

Gracias al dinamismo que el año pasado tuvo el sector agrícola del país, la pobreza rural disminuyó al menos un punto porcentual. En contraposición, la pobreza en las áreas urbanas de la nación se incrementó considerablemente: tres puntos porcentuales. Esto nos permite ver con claridad dónde afectó la pandemia de la Covid-19.

Por otro lado, se observa que entre 2018 y 2020, los niños y adolescentes menores de 18 años y los adultos de 30 a 64 años experimentaron un aumento de la pobreza; no obstante, en el caso de los adultos de 65 años o más se presentó una reducción en ese aspecto de casi seis puntos porcentuales.

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