La fama lo alcanzó a destiempo

Sixto Rodríguez, poeta y músico del movimiento antiapartheid

Searching for Sugar man, documental de Malik Bendjelloul, lo rescató del anonimato y lo convirtió en una leyenda viviente

Un hombre de origen mexicano que sigue sus raíces, que se permeó de la música estadunidense, el folkrock y logró trascender.

Hijo de un emigrante de San Luis Potosí, México, integrado a la fuerza de trabajo de la industria de la construcción, devino en poeta, a la altura de Bob Dylan, también en rocanrolero, a quien la fama abrazó a destiempo. Ahora, Sixto Rodríguez, nacido en Detroit, Michigan, en 1942, es objeto de reconocimiento y culto.

Él nunca fue rockstar. Fue en Australia, Nueva Zelanda y Sudáfrica donde lo conocieron primero; después sus letras y música se oyen por todas partes a partir del documental Searching for Sugar man de Malik Bendjelloul, premiado con el Oscar al mejor documental largo en 2012, dijo Carlos Flores Villela, académico del Centro de Investigaciones Interdisciplinarias en Ciencias y Humanidades (CEIICH).

El calificativo rockstar lo tuvo sólo en esos lugares 30 años después de que salieron a la venta sus dos únicos discos: Cold fact (1970) y Coming from reality (noviembre de 1971). Hizo una gira a Australia en 1979, antes de visitar Sudáfrica. Entonces circuló un disco titulado Alive (1981) y corría el rumor que se había suicidado en el escenario.

La falta de éxito comercial se ilustra por el número de discos que vendió: sólo seis. Aún más, en el contexto de los años 60 del siglo pasado tuvo un peso específico la guerra de Vietnam, la lucha por los derechos civiles de los negros, en tanto que los latinos no tenían presencia en el ambiente musical.

Se fortalecía la lucha de los trabajadores agrícolas encabezada por César Chávez, “pero que de pronto alguien escribiera poesía de enorme profundidad sin repercusiones artísticas y sociales tuvo que ver que se apellidara Rodríguez”, consideró Flores Villela.

Quizá se deba a que no siguió los circuitos musicales de los negros en la rivera del Mississippi, Texas y el Oeste y careciera de apoyo económico. “A partir del Góspel se crea un circuito para los músicos negros de blues y jazz y luego los de rock que recorren el South West, los estados sureños. Es la sociedad racista de los años 30 y 40 del siglo XX. Para pertenecer a ese circuito era necesario un nexo cultural que Rodríguez no tuvo.

“Otro posible obstáculo para alcanzar el éxito fue la falta de difusión de los productores de los discos, o quizá por más que la hicieron no pegó. Lo que tenemos ahora son dos discos cuya música y letra son de alta factura, que en su momento no tuvieron eco ¿Por qué? ¿Quién lo sabe?”

Desde la óptica del académico, hay una semejanza entre Juan Rulfo y Sixto Rodríguez: la obra literaria de ambos se compone de sólo dos obras maestras. Con una salvedad: a Rulfo lo han traducido a decenas de lenguas. En tanto que al poeta lo conocieron también en Nueva Zelanda, Australia, sin que él lo supiera.

Ganó un Oscar, en 2012.

Símbolo

El eco vino de Sudáfrica cuando la música y poesía de Rodríguez se convirtieron en acompañantes de la resistencia, como un sound track de la vida de quienes se opusieron al apartheid. “Rodríguez fue símbolo del sector minoritario de la lucha antiapartheid, los blancos en Sudáfrica. Lo execrable del apartheid es que en un país donde hay millones de negros, domina un grupo reducido de blancos. De modo que en el sector juvenil donde su música impacta, lo convierte en el impulsor de la resistencia”.

Las letras de Rodríguez mostraron la liberación sexual: “Con quién pasaste la noche y quién va a ser el siguiente”, señaló Carlos Flores Villela. “Hablan de otro mundo posible. En The stablishment blues dice que hay que enfrentarse a las cosas, modelo que motiva a los músicos sudafricanos para que empiecen a componer y, a su vez, se vuelven referentes de los blancos que están luchando contra el apartheid.

“La música que se convierte en parte de la vida se usa en la paz y en la guerra. No olvidemos que Sudáfrica estuvo en guerra con Angola y había soldados blancos, evidentemente, pero en este sentido sí es un símbolo contra el apartheid, contra el autoritarismo y la represión.”

Antes de Sudáfrica fue a dar conciertos a Australia en 1979, donde también se vendieron sus discos, en especial Alive una mezcla de sus éxitos anteriores, dato para afirmar que en el Hemisferio Sur de la Commonwhealth tuvo gran éxito.

En 1979 los productores Craig Bartholomew-Strydom y Steven Segarmann se proponen recuperar la figura de Sixto Rodríguez como ellos lo concebían, en su elemento esencial: ¿un working class hero? pero con gran cultura. Escribía letras que llegaban a la sensibilidad de la gente, como dice Bendjelloul. “Era un poeta con gran fuerza lírica y la música maravillosa con ayuda de los productores”.

El título del documental remite a la canción Sugar man sobre el tipo que vende la droga. Dylan también tiene una canción, Mr. Tambourine man, también sobre el mismo tema.

Sudáfrica

De acuerdo con Flores Villela, “el documental ganó el Oscar porque es una historia que llega a la gente. Alguien ha sido héroe en cierto lugar, pero no lo sabe. Vive como un trabajador, como un miembro de la clase obrera –en Estados Unidos el triunfo económico es importante– y de pronto descubre que en un lugar llamado Sudáfrica es más famoso que Elvis Presley. ¡Qué paradoja!”

La historia está muy bien armada. Entrar en contacto con los fans, la forma en que estructuró sus imágenes fue lograda porque va diciendo miren: este tipo es un héroe, todo mundo cree que está muerto. Es cuando lo invitan a Sudáfrica a dar conciertos.

El éxito llegó después de los 60 años. A esa edad se reflexiona y Rodríguez se sintió halagado en Sudáfrica pero no fue algo que le cambiara la vida, porque sigue trabajando en la construcción.

En el filme es clarísima la presencia de Rodríguez en la lucha antiapartheid; se ve gente adulta que sabe la letra de las canciones, jóvenes entre 18 y 20 años, que nacieron años después de sus andanzas en Detroit. “Aun así, en el mundo se sabe quién es Sixto Rodríguez gracias al documental y porque ganó el Oscar. De otro modo, se hubiera vuelto un asunto de minorías”.

Sixto Rodríguez es hijo de un emigrante, un gran músico y poeta de origen mexicano, un tipo que sigue sus raíces, que se permeó de la música estadunidense, el folkrock y logró trascender. Eso lo convierte en un genio”, concluyó Carlos Flores Villela.

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