Soberanía nacional, un concepto obsoleto

Josep Colomer. Foto: Rafael Paz.

Una de las grandes lecciones que han dejado los años más recientes de la humanidad, de acuerdo con el politólogo y economista Josep Colomer, es que “la soberanía nacional es un concepto más bien obsoleto. Si lo definimos académicamente, soberanía nacional quiere decir poder tomar decisiones finales sobre todos los temas dentro de unas fronteras. Es más o menos la definición. Eso ya no existe, rigurosamente hablando”.

El profesor y economista visitó la UNAM para participar en el primer Coloquio Internacional La humanidad amenazada: ¿quién se hace cargo del futuro? –organizado por cinco facultades y el Programa Universitario de Gobierno de la UNAM–, en el que dictó una conferencia magistral.

El maestro de Ciencia Política en la Universidad de Georgetown comentó que actualmente resulta complicado hablar de soberanía nacional porque ésta “no puede resolver los problemas” por la forma en que la globalización ha transformado al mundo.

“El tratado de libre comercio, por ejemplo, impide tomar decisiones relacionadas con el comercio dentro de las fronteras. El tema de inmigración requiere de inversiones extranjeras y requiere negociaciones de leyes que implican concesiones a otros países. La pandemia ha demostrado que necesitamos una Organización Mundial de la Salud más fuerte y mejor coordinada. La crisis climática, todavía más”, señaló y añadió:

“Creo que cuando se dice ‘queremos más soberanía nacional’ se refiere a algunos temas: queremos poner impuestos sobre los empresas extranjeras que invierten en el país, pero ya hay un acuerdo. El Grupo de los Siete hizo uno para imponer un mínimo de impuestos a todas las empresas, por ejemplo. Son decisiones globales que la mayor parte de las naciones del mundo han empezado a aplicar”.

Para Colomer la aparente alza de partidos o sentimientos nacionalistas en diversas zonas del planeta se debe a una postura reaccionaria en contra de los gobiernos establecidos, la mayoría de las ocasiones, apuntó, cuando estos movimientos llegan al poder muestran no tener respuestas a los problemas que enfrenta la sociedad. Lo que también los distingue de otros como el fascismo italiano o el nazismo alemán.

“Históricamente, el nazismo alemán y el fascismo italiano fueron movimientos ideológicos muy fuertes, nacionalistas guerreros de gran movilización militar y política. No es el caso ahora”, argumentó.

Actualmente, “hay movimientos de reacción, negativos en contra de los gobiernos existentes, pero no tienen un programa, una ideología fuerte alternativa y cuando ha habido algún caso en que llegan al gobierno –como ha sucedido en Europa, por ejemplo– no tienen soluciones a los problemas. Dejan de ser outsiders, no tienen la ventaja de poder criticar desde fuera y acaban otra vez perdiendo las elecciones. Le pasó a Donald Trump, perdió las elecciones porque no fue una opción, su agenda era ‘limpiar el pantano de Washington’, destruir lo que se había hecho durante algunos unos años, pero sin producir un programa propio”.

“Los gobernantes son importantes porque tienen la visión de proveer bienes públicos a los ciudadanos y proteger la privacidad también, los derechos individuales. El problema es que ahora son menos eficaces, porque muchos temas colectivos se les escapan del control. La globalización cambia la escala de muchos temas. Los Estados nacionales tradicionales no estaban diseñados para gestionar asuntos de gran escala”, recalcó y concluyó:

“Es lo que ocasiona gran parte del descontento de la gente, la insatisfacción con la forma como la democracia funciona y hace que los gobernantes sean desafiados. Lo que tienen que hacer es adaptar las instituciones para que puedan gobernar mejor.”

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