Tasa cero a productos de gestión menstrual

Esta iniciativa considera no pagar 16 % de IVA en toallas femeninas, tampones y copas


¿Por qué es difícil hablar de la menstruación? Para Patricia Rodríguez, doctora en Economía, el problema viene desde la educación a temprana edad. Socialmente nos condicionan a pensarlo como un castigo y algo sucio, y nadie debe enterarse, “menos los hombres, ni los de tu casa, ni tu papá, ni tus hermanos, nadie”. Entonces, una niña que no pregunta nada relacionado con la menstruación se le considera de buen comportamiento.

Para la investigadora del Instituto de Investigaciones Económicas es común escuchar a los jóvenes cuando no concuerdan con sus compañeras: “es que estás en tus días”, “por eso estás de mal humor”, “por eso dices esas cosas”, “hay que soportarla”. Se castiga y ya no se ve como algo natural y no se da la información correcta, cuando “menstruar significa el poder tener hijos, o no, según funcione tu sistema reproductivo, independiente de quién desee tenerlos o no; pero dejó de ser algo natural”.

La especialista en economía feminista indica que, además del castigo social, las niñas y mujeres se enfrentan a un periodo condicionante durante la menstruación porque se prohíbe o se reduce la actividad física, no usan determinado tipo de ropa por temor a mancharla con su propia sangre, no van a fiestas, no hacen viajes largos, inclusive se deja de asistir a la escuela, entre otras limitaciones.

¿Sangre de violencia o de menstruación?

“Tenemos la idea de que no es natural ver sangre menstrual, y no podemos distinguir entre la sangre de la violencia, de los golpes o de las cirugías, a este tipo de sangre, la cual es natural porque viene de nosotras, está dentro de nuestro organismo. Cada mes tenemos este sangrado y deberíamos estar acostumbradas a este tipo de sangre y a sus olores, sin prejuicios”, comenta Rodríguez López.

En los supermercados hay toda una gama de marcas de toallas femeninas desechables que van desde los 20 a los 60 pesos mexicanos. Su precio se incrementa de acuerdo al contenido por presentación (unidades) y a los materiales de su elaboración que van desde telas sintéticas y/o algodón. Un solo paquete no alcanza para todo el periodo, que dura entre tres y siete días, de acuerdo a cada organismo.

También hay otros productos de gestión menstrual como los tampones, las toallas ecológicas hechas a mano, la esponja menstrual y más recientemente la copa cuyo precio va desde los 100 pesos, un gasto que no todas las mujeres pueden realizar.

“Cuando se es adolescente o estudiante ese costo viene totalmente del ingreso familiar, entonces sí resulta caro para las personas con bajos ingresos en nuestro país. Y de no cubrirse desde el seno familiar, las mujeres recurren a otras formas de gestión no adecuadas o seguras que pueden vulnerar la autoestima de las niñas, quienes están al tanto de comerciales y marcas y quieren ese producto que ofrece comodidad y seguridad, los cuales resultan ser los más costosos. Ya cuando entran al mercado laboral ven qué marcas pueden comprar y cuáles no”, menciona Rodríguez López.

Discriminatorio y sexista

A finales de octubre, el Senado mexicano aprobó la miscelánea fiscal para 2022, la cual incluye tasa cero a productos de gestión menstrual gracias a la propuesta del colectivo Menstruación Digna y al apoyo de organizaciones no gubernamentales y legisladoras. Esta iniciativa considera no pagar 16 % de IVA en toallas femeninas, tampones y copas menstruales por considerarlo discriminatorio y sexista.

La especialista califica este hecho como un reconocimiento para que todas las mujeres tengan acceso a los productos de formas más accesibles porque es un gasto mensual ineludible y se convierte en una política fiscal y de género.

Sin embargo, continúa, el siguiente paso será saber cómo se va a controlar el precio y comprobar que efectivamente se eliminó ese 16 %. ¿Las empresas fabricantes de este ramo van a bajar ese IVA? Hasta ahora, nadie ha dicho cómo se va a supervisar esta disminución. La Secretaría de Economía sería el organismo encargado en vigilar que se cumpla la disposición.

La siguiente demanda debe ser la de tener estos productos de forma gratuita o hacer una “canasta básica” para las mujeres que no puedan adquirirlos. Si actualmente se están dando útiles escolares, también se pueden dar estos artículos en el sistema básico educativo. Quien pueda comprarlos que lo haga, pero es importante que exista esta posibilidad en la población menos favorecida, propone Patricia Rodríguez.

“Las mujeres no debemos ocultar esta condición natural. Hay que discutir el tema y saber que somos distintas.”

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