Pauline Boudry y Renate Lorenz exponen en el MUAC

Todo lo que ella dijo propone bases para una sociedad diversa

Fotograma de la videoinstalación. Foto: cortesía Boudry y Lorenz.

El Palacio de Cristal que fue construido en 1887 para la Exposición General de las Islas Filipinas, en el Parque del Retiro de Madrid, se convirtió en 2022 en un antro queer. Escenarios plateados y reflejantes, como para subirse a bailar, humo blanco que llenó el enorme espacio, y la voz espectral de la cantante y compositora Aérea Negrot hicieron de este edificio un fantasma del mundo colonial.

El cristal es mi piel, es el título que las artistas Pauline Boudry (Lausane, 1972) y Renate Lorenz (Berlín, 1963) pusieron a esta pieza, cuya videoinstalación forma parte de la primera exposición individual de las creadoras en México: Todo lo que ella dijo, que se lleva a cabo en el Museo Universitario Arte Contemporáneo (MUAC) del 7 de junio al 30 de noviembre de 2025.

La obra de estas creadoras radicadas en Berlín, que ha sido exhibida en la Bienal de Venecia, el Kunsthalle de Viena, el New Museum de Nueva York o el Centro Pompidou de París, entre muchos otros espacios, deconstruye las narrativas históricas normativas para resignificar los resultados del colonialismo, luchar por el derecho de las personas a la opacidad o proponer comunión desde lo diverso.

Todo lo que ella dijo es también el título de otra videoinstalación que forma parte de la muestra. En ella vemos a la activista antibélica trans y defensora de los derechos a la privacidad, Chelsea Manning, tocando un set como DJ, con la idea de oponer la música a la violencia. En su vida anterior como soldado del ejército estadunidense, Manning fue encarcelada por revelar en Wikileaks documentos probatorios de crímenes de guerra.

Otro ejemplo del trabajo de esta dupla es la videoinstalación (No) Time, donde cuatro intérpretes bailan a contratiempo, rompiendo el ritmo esperado con respecto a la música, y revelan un discurso que se opone a la idea del tiempo lineal y que mira a la construcción que tenemos del tiempo como “una fantasía de reproducción heterosexual”, según dicen las artistas en su sitio web. Es decir, se plantea si puede haber una temporalidad queer.

En términos de recursos, el arte de Lorenz y Boudry está muy relacionado con la música, los escenarios y lo teatral, así como con los performances en video. “Algo que nos pareció importante cuando concebimos esta exposición fue reflexionar sobre el papel que desempeñan el sonido y la música en nuestras vidas. Si no encuentras las palabras, cuando no quedan palabras para expresar las cosas (como en la historia de la vida de Chelsea Manning), podemos seguir conectando a través de la música, la cual nos permite unirnos y, como dice Chelsea, incluso celebrar que estamos vivos”, explicó Pauline Boudry en entrevista.

“Tratamos de que fuera una exploración del sonido en diferentes niveles. Cada obra viene de diferentes perspectivas. Y no sólo el video es un performance fílmico, sino que toda la muestra es un performance, en el que participa el público. Hay una especie de coreografía en la visita, en la narrativa de la visita, en cómo un video termina y el otro comienza”, comentó Alejandra Labastida, curadora de la muestra.

Mientras que en términos discursivos trabajan mucho con las tensiones, por ejemplo, entre lo visible y lo opaco, entre el sonido y el silencio.

“Todos hemos aprendido que es importante ser visible para tener voz política. Pero también hemos visto que muchos cuerpos han sido violentamente sobreexpuestos en la historia colonial. Esto también ocurrió en relación con los cuerpos no normativos, los cuerpos queer. Nos interesa el concepto de opacidad, en el sentido de que tenemos derecho a la opacidad”, afirmó Boudry.

De igual manera, la artista señaló que su trabajo está influido por la necesidad de crear comunidad, incluso desde los procesos de trabajo, entre personas de muy diferentes estilos de vida. Evadir la uniformidad para crear comunidad desde la diferencia.

Por último, es inevitable darse cuenta de que en el trabajo de estas artistas lo material parece siempre flotar en medio de lo evanescente (el humo, la música, las imágenes en movimiento).

“Es curioso. Nuestra práctica comenzó realmente con performances filmados, de intérpretes humanos, pero también de otros intérpretes, como el humo, las cadenas, las cortinas automáticas y las puertas corredizas. Y luego, poco a poco, algunos elementos de las películas salieron de ellas y se volvieron autónomos. Así, objetos como un escenario, micrófonos, vestuario y cabello artificial comenzaron lentamente a ocupar el espacio fuera de la película. Pero siempre se inspiran inicialmente en la actuación, en el vestuario que aparecía en la película”, concluyó.

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