Trío Maisky, en la Sala Nezahualcóyotl

El violonchelista Mischa Maisky se presentó con su hijos Sascha, violinista, y Layla, pianista

Foto: Daniel Bautista.
Foto: Daniel Bautista.

El violonchelista de origen letón Mischa Maisky se presentó con sus hijos Sascha, violinista, y Layla, pianista, en la Sala Nezahualcóyotl del Centro Cultural Universitario, un trío filial de gran sonoridad que expresó placer, pasión y gusto en cada interpretación de las cuatro obras que integraron el programa de música de cámara.

Es el único chelista que se formó con dos de los grandes artistas del instrumento, Gregor Piatigorsky y Mstislav Rostropovich. Este último lo apreció como “uno de los talentos más extraordinarios de la nueva generación de violonchelistas, combinando en su arte poesía y delicadeza exquisita junto con temperamento y técnica brillante”. Y de eso mismo dio cuenta en la intensa e íntima ejecución de dos piezas románticas: Sonata arpeggione, de Schubert y Trío elegíaco núm. 1, de Rachmaninov, así como de las célebres composiciones Suite para violonchelo núm. 1 en Sol mayor, de Bach y Trío para violín, violonchelo y piano núm. 2 en Mi menor Op. 67, de Shostakóvich.

Cosmopolita

Aclamado en Londres, París, Berlín, Viena, Nueva York y Tokio, considerado ciudadano del mundo, Maisky, artista exclusivo del Deutsche Grammophon durante los últimos 25 años, ha compartido escenario con Layla, intérprete sensible, natural e instintiva, y Sascha, vital y dinámico en la ejecución de su instrumento de cuerda.

Autorretrato cosmopolita el que hace Mischa Maisky: “Mi violonchelo es italiano, pero su encordado puede ser alemán o austriaco. Uso arcos franceses, aunque últimamente he probado con algunos alemanes. Soy padre de un hijo belga, mi hija mayor es parisina y la menor italiana. Conduzco un auto japonés, uso un reloj suizo y un collar indio”.

Artista fuera de serie, riguroso con la partitura y capaz de imprimir emoción en cada nota. Estilo interpretativo marcado por el romanticismo. Maisky es un maestro del chelo que en ningún momento sacrifica la expresión musical y el balance por la perfección técnica. Rica profundidad en cada interpretación suya. Un privilegio escuchar en una de las mejores salas de conciertos de América Latina al llamado chelista errante, quien tuvo entre su público a muchos jóvenes y, al menos una decena de ellos, chelistas que cargaban en su estuche el instrumento de sus amores para que éste también fuera testigo de la versatilidad del hermano mayor, que lo mismo se expresa
en un susurro etéreo, con elegancia y limpia articulación, que con precisión delicada y excesivo vibrato.

Sobresalientes músicos los integrantes del Trío Maisky, dos generaciones que logran una química colorida e íntima, por instantes suave y expansiva, lo que da para pensar que la vida es más música que otra cosa.

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