Triunfan cineastas de la ENAC en el sexto Black Canvas

El trabajo de David Castañón Medina obtuvo premio a mejor película

La Escuela Nacional de Artes Cinematográficas (ENAC) se hizo presente en la sexta edición de Black Canvas – Festival de Cine Contemporáneo de la Ciudad de México gracias a los trabajos de tres egresados, quienes compartieron pantallas con cineastas consagrados y nuevas voces de la cinematografía mundial del 30 de septiembre al 9 de octubre.

Dos cintas de extracción universitaria que participaron en la sección México dentro del Canvas: La quemada, de David Castañón Medina, recibió el reconocimiento a mejor película; por su parte, Interior seis, de Mauricio Sánchez Arias, fue seleccionada por el jurado joven del festival como mejor película. En el humo, de Diego Granadillo, fue la tercera participante de la ENAC en la sección antes mencionada.

Los tres realizadores se mostraron agradecidos por la selección de sus trabajos en la programación del festival, ya que, explicaron, éste abre las puertas a expresiones que rompen con las narrativas convencionales y dan espacio a la experimentación de las imágenes.

Corto documental

El viaje de La quemada inició 12 años atrás de su presentación en Black Canvas. Castañón Medina recupera en este corto documental las imágenes capturadas para uno de sus ejercicios escolares en el Centro Universitario de Estudios Cinematográficos (CUEC) a fin de resignificarlas y explorar la manera en que la memoria se construye en nuestra vida diaria.

Como explica el catálogo del festival, la película pretende “transmitir las múltiples capas e intenciones que existen en la creación de una película. Este distanciamiento-recomposición de las imágenes reconstruye las etapas de la filmación desde el scouting hasta la producción, a la vez que un miembro del crew rememora una experiencia trágica que golpeó las pretensiones estudiantiles”.

“En ese momento no era un documental, era el proyecto de Ficción 2. Ambicionaba mucho en ese momento filmar en La Quemada, que es un sitio arqueológico en el estado de Zacatecas. Pasé por ahí estando en la filmación de una ópera prima del CUEC, La otra mitad del mundo, en la que fui asistente de cámara. Conocí la zona y me enamoré de esos lugares que aparecen en La quemada. Quería regresar a filmar ahí, pero fue difícil porque necesitamos muchos permisos para trasladar gente, hospedajes y comidas, y para filmar en el sitio arqueológico no fue sencillo, pues tuvo toda una serie de complejidades que a lo mejor me rebasaron en ese momento”, confesó Castañón Medina.

“Lo realicé –prosiguió– junto con mis compañeros de generación, los que aparecen ahí son en su mayoría gente que estudió conmigo en el CUEC y ahora tienen una carrera profesional desarrollada. Siento que la película es un documento de esa gente y del proceso que vivimos juntos. Ahora cada quien ha tomado su camino. Se logró filmar, regresamos, edité el material y lo presenté ante la ENAC. La verdad nunca quedé satisfecho con ese trabajo de Ficción 2, tampoco le fue muy bien en la Escuela. Se presentó en algunas de las muestras que se organizan para dar salida a estos ejercicios estudiantiles, y fue todo. El trabajo quedó ahí enlatado, en mis discos y jamás se volvió a ver.”

Uno de los aspectos más importantes para Castañón era retomar estas imágenes con un nuevo brío creativo y darles un enfoque más lúdico con respecto a su vida como proyecto estudiantil.

“Cuando inicié la edición –porque principalmente es un cortometraje de montaje, de archivo, puesto que rescaté estos materiales tanto fotográficos como de 16 milímetros de un acervo personal, donde se estructura principalmente por el montaje– empecé a jugar con el material, a hacer enlaces, transiciones para ver en qué derivaban al unir ciertas imágenes. También hacía eco con las clases que imparto, porque algunos temas los tengo muy presentes gracias a la enseñanza. El corto era el momento lúdico de experimentar, probar y no tener muchas expectativas, simplemente regodearse en el estilo y la forma”, explicó.

“Cuando vi que se estaba estructurando –continuó–, fue cuando recurrí a Carlos Lenin, quien vivió el evento de primera mano junto a otros dos compañeros. Ellos salieron del hotel a comprar algo en la tienda y ahí fue cuando tuvieron este momento violento. Muy casualmente un día le pregunté si todavía se acordaba de lo que pasó. Le pedí unos audios contándome la historia, cómo él la recordaba, y se dio cuenta que también había olvidado muchos detalles, a pesar de que fue protagonista de esa pelea. Para él también fue un regresar a ese recuerdo. Realmente siempre detrás de una pieza u obra artística –o que pretende serlo– hay un proceso, es muy importante y es parte de la película”, añadió.

Para finalizar resaltó: “Fue interesante para los dos recordar muchos de los acontecimientos que vivimos en ese momento, en ese rodaje y dar un sentido al discurso de Carlos; es una especie de salvador de la situación agresiva, pero al mismo tiempo es un canal de esa violencia dentro de la historia. Pienso que todos los cineastas tenemos el fetiche de la memoria, puesto que el cine de alguna manera es memoria instantánea y refleja parte de lo que somos, de lo que éramos”.

Desgaste del espacio

En el caso de Mauricio Sánchez Arias, Interior seis germinó gracias al abandono de un departamento contiguo al que habita en la colonia San Rafael. El desgaste del espacio, acompañado por la melancolía de sus imágenes, hizo que entre sus paredes surgiera un espectro que rememora su pasado luminoso y su progresión hacia su estado actual de deterioro, hasta añorar ser lo que alguna vez fue.

Sánchez Arias, miembro de la primera generación de la ENAC tras la transformación del CUEC, comentó: “empecé a hacer el corto de manera autónoma en el departamento vecino de donde vivo en la colonia San Rafael. Ese lugar fue abandonado por los inquilinos y está en un estado de deterioro muy fuerte. A partir de eso, se me ocurrió hacer esta película en la que entablo vasos comunicantes entre este tipo de espacios desahuciados y la depresión”.

“Me pareció que el sitio era reflejo de estar deprimido, que quizás a partir de la depresión se podría proponer que ése era el estado del espacio, que existe esta dialéctica entre ambas cosas. Lo empecé a hacer de manera completamente autónoma pensando en volverlo público en mi cuenta de Vimeo o algo así, pero conforme lo fui desarrollando vi que tenía posibilidad de entrar a estos complejos certámenes –los festivales de cine–, porque están muy saturados”, recalcó.

Una de las claves para el desarrollo narrativo de Interior seis es su diseño de audio, a cargo de Bernardo Chávez Castellanos, el cual intenta construir una atmósfera y una serie de sensaciones a partir de los sonidos del barrio, como lo comenta su director:

“Este cortometraje se filmó en la colonia San Rafael, al vivir ahí día con día, literalmente, en el piso de abajo. Fui rescatando ciertos sonidos que me llamaban la atención y los grabé de manera paulatina. Fue un proceso largo, y a partir de ese sonido verídico del espacio se construyó una atmósfera más compleja. A veces usamos el sonido tal cual, otras simplemente funcionaba como referencia para que Bernardo completara el diseño con esos elementos de la colonia, desde construir una atmósfera hasta ayudar a la parte rítmica experimental”.

El autor cinematográfico destacó la decisión del equipo de programación de Black Canvas acerca de la aglomeración en la sección México dentro del Canvas de cortometrajes y largometrajes: “Al ver cine mexicano, muchas veces me desilusiona que los contenidos son muy reiterativos. En cuestiones temáticas y formales apelan a tendencias, es una línea un tanto oportunista. Últimamente he encontrado mayor frescura y un deslindamiento de eso en los cortometrajes nacionales. Que se les dé el mismo valor y el mismo peso es importante”.

Proyecto social

El documental de Diego Granadillo Novoa, En el humo, nos lleva a un basurero municipal en Tultitlán, Estado de México, el cual fue cerrado por ser considerado fuente de contaminación. Sin embargo, años después, la basura sigue llegando para ser trabajada de forma clandestina, generando graves problemas ambientales, sociales y de salud.

El realizador cuenta que, a diferencia de otros proyectos que nacen de un interés personal, En el humo surgió como parte de su proceso de titulación, cuando decidió acercarse a la ONG Amextra para certificar su servicio social.

“Debía hacer mi servicio social y me puse a investigar las instituciones que tienen un acuerdo con la UNAM que te pueden liberar el trámite. Una me llamó la atención, su nombre es Amextra y se dedica a ayudar a grupos vulnerables en zonas marginadas. Los contacté y me contaron un poco de las diversas comunidades que apoyan en toda la República. Una de ellas, aquí cerca de Ciudad de México, es justo la de Tultitlán. Ahí tienen un centro de apoyo a la comunidad en la zona del antiguo basurero”, recordó.

“Platicando con ellos –agregó– llegamos al acuerdo de que si hacía un documental sobre la comunidad –para dar difusión a la situación que están viviendo–, ellos escribían la carta para liberarme el servicio social. De ahí surgió el proyecto. A partir de eso hablé con Mónica Burciaga Romo y Samantha Méndez Badillo para producirlo de manera independiente.”

Granadillo Novoa buscó, junto con el equipo de producción, alejarse de la mirada “miserabilista” con la que muchos otros documentales se acercan a retratar situaciones de pobreza o problemáticas sociales similares a la del tiradero de Tultitlán, evitando mostrar los cuerpos y rostros de los pobladores para enfocarse en las dinámicas sociales propias de la zona.

“Queríamos encontrar un balance, no caer en los extremos. Me parece que muchos documentales de este tipo tienden a caer en la pornomiseria, en el shock, al intentar dar lástima; es como decir ‘mira pobrecitos’. Eso es muy peligroso, incluso es de mal gusto e irresponsable porque, a fin de cuentas, son personas reales. Uno está retratando sus vidas y son situaciones muy serias, muy complejas. La idea era evitar caer en eso”, sentenció.

“Tampoco deseábamos llegar al otro extremo del péndulo –continuó–, que es justo el dato duro. Irse a la frialdad, concentrarse en los datos y las fechas hasta distanciarse. Era importante conservar la humanidad, es nuestra idea a lo largo del documental, hablar más de los problemas que causa esta situación del trabajo con la basura, pero no buscamos estas imágenes del basurero y la gente trabajando ahí”.

Respecto a su selección Granadillo apuntó que “cada festival en el país es distinto, lo padre de Black Canvas es que justo hay muchas películas interesantes en lo formal, otras tantas tienden a lo experimental y lo vanguardista. Existen otros festivales, quizá más importantes, pero son más convencionales”.

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