Un diagnóstico temprano mejora la calidad de vida de los pacientes

Hay ciertos indicios o señales de cambios cognitivos, los cuales deberían significar un llamado de atención para que una persona sea llevada a una valoración, idealmente con un neurólogo

Un diagnóstico temprano para las personas que padecen alzhéimer puede resultar determinante para acceder a un tratamiento oportuno que les permita estimular sus procesos cognitivos y retardar la pérdida de memoria, disminuir la velocidad en el avance de la enfermedad y, sobre todo, mejorar significativamente la calidad de vida de los pacientes y sus familiares, consideró Ana Seubert Ravelo, de la Unidad de Investigación Interdisciplinaria en Ciencias de la Salud y Educación de la Facultad de Estudios Superiores Iztacala.

La especialista recordó que 85 por ciento de los casos de alzhéimer es diagnosticado en personas mayores de 65 años de edad, por lo que es importante estar atentos para identificar cualquier cambio significativo en el comportamiento de los adultos mayores que vaya más allá de una distracción o una falta de concentración.

“Hay un deterioro cognitivo gradual, lento y progresivo, y muchas veces la familia empieza a acostumbrarse a estos pequeños cambios considerándolos normales y, a veces, no se da cuenta que se están registrando alteraciones significativas en su comportamiento, hasta que sucede algo relativamente grave, como que la persona se extravíe en la calle, no reconozca a algún familiar o no recuerde que un pariente cercano falleció hace poco.”

Explicó que hay ciertos indicios o señales de cambios cognitivos que deberían significar un llamado de atención para que una persona con determinados síntomas sea llevada a una valoración, idealmente con un neurólogo. En su etapa inicial las personas con alzhéimer se vuelven repetitivas, hacen varias veces las mismas preguntas, comentarios o anécdotas; también pierden cosas dentro de la casa, no saben dónde dejan sus llaves, extravían dinero o de repente tienen dificultades para hacer actividades que dominan sin problemas.

Hay quienes habitualmente son muy distraídas, añadió, pero en estos casos los cambios suelen ser perceptibles para los familiares cercanos, pues se vuelven sustancialmente más irritables, se aíslan y son poco participativas, o tienen serios problemas para conducir y les cuesta trabajo ir a lugares desconocidos o afrontar situaciones o experiencias nuevas.

Todas estas señales no necesariamente significan que alguien padece de alzhéimer, pero hay elementos suficientes para acudir a un especialista y que sea él quien realice un diagnóstico diferencial y, eventualmente, se inicie un tratamiento integral. Por lo general, se requiere todo un equipo de profesionales para poder hacer un buen diagnóstico y, para ello, se necesita por lo menos la opinión de un neurólogo, neuropsicólogo, psiquiatra y, eventualmente, un médico geriatra, apuntó la investigadora.

Subrayó que desafortunadamente en México aún persiste la idea de que es normal que los adultos mayores empiecen a registrar cambios cognitivos asociados al avance de su edad e incluso algunos profesionales de la salud siguen utilizando el término de demencia senil, el cual clínicamente no existe. Siempre que empieza a haber cambios cognitivos hay que buscar el motivo, porque no están causados por la edad, sino por una patología de base que debe diagnosticarse puntualmente para proceder a un tratamiento.

Implicaciones

Sobre las implicaciones para la familia de un paciente con alzhéimer, Seubert Ravelo comentó que una vez que se confirma el diagnóstico es normal que se desencadene una serie de trastornos socioemocionales y de negación en la que lo más difícil es aceptar todo lo que conlleva el manejo de una enfermedad neurodegenerativa. “Es normal que haya una reacción emocional y una especie de duelo, el cual no sólo se vive ante la muerte de una persona, sino ante cualquier pérdida”.

Agregó que para poder afrontar ese duelo, es importante que el paciente y su familia acudan en primera instancia a la ayuda terapéutica y especializada de un tanatólogo que les permitirá avanzar hacia una etapa de aceptación de la enfermedad y, al mismo tiempo, ir buscando la opinión del neurólogo o el psiquiatra quien determinará si es indispensable iniciar un tratamiento farmacológico, pues si bien no hay alguna terapia que detenga o cure el alzhéimer, sí existen tratamientos farmacológicos y no farmacológicos que han demostrado que ayudan a disminuir la velocidad de la progresión del padecimiento.

Por último, la universitaria destacó que uno de los principales retos en el corto plazo es establecer protocolos de atención integral en los que se establezcan tareas específicas en el trabajo multidisciplinario y en el que se consideren centros especializados de atención para personas con enfermedades neurodegenerativas.

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