Un error considerar a priori el sexo como variable biológica

Se presentó en la UNAM el libro La invención de los sexos. Cómo la ciencia puso el binarismo en nuestros cerebros y cómo los feminismos pueden ayudarnos a salir de ahí

Marisa Belausteguigoitia, lu ciccia y Siobhan Guerrero. Foto: cortesía Centro de Investigaciones y Estudios de Género.

¿Hay cerebros rosas y azules? ¿Cuánta biología existe en nuestros comportamientos, nuestros deseos, nuestra subjetividad? Algunas de estas interrogantes son abordadas por lu ciccia, académica del Centro de Investigaciones y Estudios de Género (CIEG) de la UNAM, en su libro La invención de los sexos. Cómo la ciencia puso el binarismo en nuestros cerebros y cómo los feminismos pueden ayudarnos a salir de ahí, el cual fue presentado por la directora de esa instancia universitaria Marisa Belausteguigoitia, y Siobhan Guerrero, investigadora del Centro de Investigaciones Interdisciplinarias en Ciencias y Humanidades de esta casa de estudios.

En el Auditorio Mario de la Cueva, lu ciccia, biotecnóloga y doctora en estudios de género, mencionó que para su estudio indagó en toda la información disponible sobre cerebros humanos y comentó que el discurso neurocientífico predominante sostiene la existencia de un dimorfismo sexual cerebral y, además, se asume que cada cerebro explica quiénes somos: “nacer con vulva o pene implica un destino biológico”.

Asimismo la universitaria detectó que en los estudios básicos y preclínicos suelen usarse únicamente machos para evitar introducir otra variable que sería propia de las hembras: sus fluctuaciones hormonales. Pero, si es cierto que hay dos cerebros y los estudios en ratones luego se extrapolan a humanos, ¿cómo se omiten las hembras?

Cómo operan los laboratorios

Lo que lu ciccia observó es una característica estructural de cómo operan los laboratorios del mundo: “¿Cómo la gente que hace ciencia y que pensamos que tiene una autoridad epistémica indiscutible, puede cometer tal sesgo? Eso da cuenta de que la práctica científica es social y que las personas están situadas y encarnan ciertos valores, los cuales son funcionales al sujeto androcéntrico”.

Siendo así, lu ciccia tuvo motivos para sospechar si realmente había dos cerebros. Entonces, se encontró con los estudios de la israelí Daphna Joel, psicóloga cognitiva, quien postula que los cerebros no son dos por su alta plasticidad y que cada cerebro es un mosaico de características únicas, “donde el sexo (entendido como cromosomas, gónadas y genitales) es un factor más que influye sobre su constitución, pero no lo determina”. El ambiente y la experiencia individual son factores de igual o mayor importancia.

Además, también se dio cuenta que, si bien es necesario incorporar a las hembras en los estudios básicos, también hay que hacerlo con todas las corporalidades en los estudios en humanos, esto no implica desagregar los datos por sexo. Es decir, es un error considerar a priori el sexo como variable biológica en los estudios biomédicos.

Respecto a la idea de la plasticidad del cerebro, la directora del CIEG, Marisa Belausteguigoitia expresó: “A mayor experiencia, a mayor apertura, mayor modificación y transformación de los sujetos. Las personas transformadas son los seres críticos. Esa es una apuesta, acaban siendo sujetos más felices, más completos y más empáticos”.

Por su parte, Siobhan Guerrero comentó: “El dimorfismo sexual es una exageración producto de varios siglos de querer asentar un orden social en la biología. En realidad, no hay un dimorfismo en el cerebro”.

Para que sea posible la lectura revolucionaria de los cuerpos, ciccia propone “mirarnos y mirar los cuerpos de otres: amigues, familia, en la calle, en el colectivo. Mirarnos hasta lograr dejar de reducir la diversidad y multidimensionalidad que se nos presenta a una genitalidad. Una genitalidad que ni siquiera vemos, sino que imaginamos que está debajo de la ropa”.

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