Un Polichinela, sagaz, dicharachero, pícaro y algo filósofo

Puesta en escena inspirada en el personaje de la comedia napolitana renacentista visto desde la mexicanidad

Foto: Barry Domínguez.
Agresivo, vulgar, violento, popular, raspa. Tiene el don de revivir. Su leyenda ha atravesado los siglos desde la Edad Media, y con más fuerza en el Renacimiento, cobrando aliento, especialmente, en los momentos más convulsos. ¿Quién es?

Por supuesto: Polichinela. Un personaje de la commedia dell’arte que nace en la Nápoles renacentista. O que bien podría haber nacido en… este país: sagaz, dicharachero, pícaro y algo filósofo, burla y se burla de la muerte, por ello posee un conocimiento milenario. Para él no hay nada nuevo bajo el sol. ¿Qué mejor entrenamiento para sobrevivir en el México actual?

“En términos de su naturaleza, lo podemos identificar casi como un fantasma: su vestimenta es blanca y lleva una máscara en negro, para recordar que viene del inframundo”, explica en entrevista el director escénico David Olguín, quien escribió y montó Polichinela o divertimento para infantes, el espectáculo que presenta la generación 2020 del Centro Universitario de Teatro (CUT) de miércoles a domingo en el foro de la institución educativa.

“Me invitaron a escribir un texto para ellos y llevar adelante un laboratorio de puesta en escena para trabajar el montaje”, detalla Olguín.

En la tradición renacentista, Polichinela venció a la muerte. Es una metáfora de la preservación del espíritu humano, y materia de optimismo, observa el dramaturgo. Su leyenda inicia siglos antes del Renacimiento, y a partir de éste se esparce desde el Mediterráneo hasta diversos países europeos y del Medio Oriente, con algunas variantes. “Se propagó con distintos nombres que fue teniendo a lo largo de su milenaria historia”, explica.

En el siglo XVIII, durante la invasión de Napoleón a Venecia, aparecieron unos grabados de Giandomenico Tiepolo bajo el título de Entretenimiento para los niños, los cuales están plasmados en una tumba, a donde Polichinela va a visitar al propio Polichinela. Esta serie inspira el título de la puesta, que está dirigida no a un público infantil, sino para adolescentes y adultos.

Lo que Tiepolo cuenta en sus grabados es el nacimiento, la vida, las muertes y resurrecciones varias del sabio y cantor, jorobado y barrigón. Su obra inspiró también el título de un libro del filósofo italiano: Polichinela, divertimento para los muchachos, en el que –recuerda Olguín– lo compara con lo que considera la característica principal de un filósofo: “la capacidad para integrar los impulsos de vida y de muerte, sin desesperación”.

Ciudad de México, siglo XXI

Polichinela o divertimento para infantes cuenta la llegada de Polichinela a Ciudad de México. “Narramos de su nacimiento a su muerte y resurrección en esta ciudad. Es un personaje que lo que lo caracteriza en esencia es el hambre, esa es su raigambre popular; a fin de cuentas es hablar de la desigualdad”.

En la puesta de Olguín, Polichinela enfrenta un juicio, fusilamientos, enfermedad “y todos los avatares de sobrevivir”. Una serie de peripecias que se cuentan, como es la comedia del arte, en un tono picaresco, que aligera la tragedia. “Es un espíritu tragicómico con un humor muy mexicano en ese sentido”, advierte el narrador. “Vista desde la mexicanidad, contamos una historia de supervivencia, de cómo hacemos para resucitar todos los días en este país con tantos problemas”.

Así Polichinela pasa de las salas de justicia mexicanas a los levantones del narco. Además, es un híbrido entre pajarraco y humano del que, dice la tradición, nació de un pavo. “Aquí decimos que de una guajolota”.

“Todo esto da pie a trabajar nuestro viaje con un aliento fantástico, fantasioso, y en términos de forma hacemos algo muy común en la comedia del arte, pues no había texto; aquí sí lo tenemos, pero hay zonas en que practicamos canovachos, es decir, fragmentos de representación en los que se trabaja a partir de la improvisación y de la acción”. Todo ello narrado con una mezcla de actoralidades, títeres y marionetas, en una vorágine de extravagancia carnavalesca. No hay manera de no tener humor para sostener y soportar la realidad terrible que vivimos. El humor como herramienta crítica estará siempre presente.

También podría gustarte