¿Un refresco de cola para el espanto? Piénsalo dos veces…

Es común escuchar que después de un susto un refresco de cola es la mejor solución para despejar el sentimiento de aprehensión. Sin embargo, este popular paliativo puede dejar secuelas a corto y largo plazo en el organismo, sin ofrecer una solución adecuada al problema.

Mariana Valdés, jefa de la carrera de Nutriología en la Facultad de Estudios Superiores (FES) Zaragoza, explicó en entrevista que puede ser contraproducente tomar ese tipo de bebidas, normalmente cargadas con cafeína y azúcares, dado que al estar en un estado de estrés, de alerta o de ansiedad, aquella sustancia –también presente en el café– causa que no regresemos pronto al estado basal, sino que continuemos con el estrés.

La especialista comentó que muchos de los alimentos procesados y los refrescos nos generan neurotransmisores como la serotonina o la dopamina, que nos hacen sentir bien; sin embargo, no es la única forma de obtenerlos, pues “tenemos otras opciones que, además, no tienen calorías: hacer ejercicios de respiración, que podamos mantener una respiración constante, que estemos conscientes del momento, el llamado mindfulness”, añadió.

Es un argumento que comparte Judith Salvador Cruz, profesora y experta en Neuropsicología de la FES Zaragoza: “Todas las bebidas gaseosas o refrescos son dañinos. El azúcar te afecta, no sólo a nivel metabólico –en el páncreas o hígado–, también porque toda la llegada de la información que tenemos para alimentar y nutrir al organismo, incluido el cerebro, se debe procesar a nivel sanguíneo.

“Si una carga tan fuerte de azúcares llega al cerebro puede ser contraproducente y puede afectar muchísimo más a la larga. No solamente trae problemas de metabolismo, sino también funcionales en cualquiera de los sistemas –neurológico, cardiovascular, etcétera– o a nivel estomacal, de hígado o páncreas, también a nivel de las funciones cognitivas. Tengamos una educación para la salud de no consumir tanta azúcar”, señaló la investigadora.

Sobre la cafeína, que igualmente se incluye en este tipo de bebidas, Salvador Cruz subrayó que también afecta, pero sus efectos son diferentes en cada organismo y varían dependiendo de los niveles de consumo de cada paciente.

Respecto a este punto argumentó: “Todos los extremos son malos, hay que conocerse a sí mismo. Hay personas que dicen: ‘no me tomo un café o una cola por nada del mundo, porque no puedo dormir’. Dentro de los síntomas que pueden sentir algunas personas son agitación, ansiedad, taquicardia o, con los refrescos, vómito y diarrea”.

La universitaria anotó, para finalizar, que los efectos de este consumo son palpables a largo plazo y lo comparó con las estalactitas, las cuales se forman gota a gota a través de los años. Antes de destapar un refresco, sugirió la docente, lo más adecuado es aprender técnicas de relajación para poder tranquilizarnos.

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