Van quedando atrás sentimientos negativos por la pandemia

Conforme avanza el regreso a las actividades presenciales se ha observado que los aportes social y académico son esenciales para la integración, en particular de los estudiantes

Foto: Juan Antonio López.

El sentido de comunidad en los estudiantes de la UNAM les lleva a proteger no sólo su salud, sino también la de sus compañeros utilizando cubrebocas. Esto los diferencia de sus pares en Estados Unidos, quienes piden mayor respeto de garantías individuales, reflexionaron psicólogas de la UNAM al participar en la 43rd International Conference of the Stress, Trauma, Anxiety, and Resilience Society.

Angélica Riveros Rosas, del Centro de Centro de Orientación Educativa (COE) de la Facultad de Contaduría y Administración (FCA), describió que conforme avanza el regreso a las actividades presenciales el estrés por la muerte, la pérdida de familiares, del trabajo y el encierro van quedando atrás en las consultas que reciben.

“Hemos observado que los aportes social y académico son fundamentales para la integración y esto destaca mucho en nuestros estudiantes. Por ejemplo: el uso del cubrebocas es mucho más frecuente en comunidades donde hay ese sentido de consideración al otro, mientras que en aquellas como la norteamericana los universitarios piensan más en sus derechos y ven el uso de esta herramienta sanitaria como algo arbitrario”, reflexionó.

En la mesa de trabajo University students: Stress, resilience, and challenges, la doctora en Psicología compartió algunos de los resultados del trabajo que realiza con sus colegas y estudiantes de la FCA.

Blanca Elizabeth Jiménez Cruz, también de la FCA, detalló que, conforme las diferentes olas de contagios evolucionaron los alumnos se acercaban más al COE y al ir bajando la demanda también disminuyó. “En las últimas dos ya no fue tan marcado el incremento, pero en las primeras tres mientras aumentaban los contagios también lo hacían las solicitudes de atención referidas a la Covid-19. En las últimas dos, ha sido más el estrés por regresar a la escuela, ya no tanto con el virus. Cuando iniciamos presencialmente, otra vez hubo un alza relacionada con estrés por la adaptación; los chicos estaban sumamente cansados, el tiempo no les alcanzaba y cada vez son menos los casos de duelos”, explicó.

Actualmente, destacó Jiménez Cruz, los estudiantes acuden por los mismos motivos que antes de la pandemia, a pesar de que ahora estamos en una nueva ola de contagios. Es decir, hoy en día los apoyan más ante problemas como la ansiedad por la presión y la competitividad en las clases o por alcanzar las metas.

A su vez, Lorena Ishel Tinajero, también experta del COE, señaló que muchos de los casos de ansiedad en los estudiantes se deben al perfeccionismo autoimpuesto como parte del proceso de ser exitoso.

“La competencia que les fomentan la carrera y los profesores hace que llegue un momento en que algunos se sientan solos y se genere el sentimiento de que ya no tienen el apoyo que normalmente deberían encontrar en la escuela”, afirmó la psicóloga quien presentó su trabajo The link between Stress, Psychological flexibility and Self-perceived Health.

Violencia de pareja

Por otra parte, Angélica Riveros Rosas presentó los primeros resultados de un estudio sobre la violencia en las relaciones de pareja y la resiliencia, realizado con la participación de 159 jóvenes de la FCA, quienes reportaron ser víctimas de violencia psicológica.

Los resultados preliminares indican que 42.31 por ciento de los hombres y 38.99 de las mujeres fueron violentados de manera digital, principalmente en forma de protestas furiosas, por no responder inmediatamente a pesar de estar en línea; por no responder inmediatamente para leer mensajes individuales; interactuar con otros o enviar “me gusta” a las publicaciones de otros; argumentos violentos por haber asistido a reuniones sociales y no informarse con frecuencia.

Estas relaciones, consideró Riveros Rosas, frecuentemente inician con “bombardeos” amorosos, con comportamientos excesivos de entrega, atención y gestos románticos exagerados con el propósito de iniciar una relación romántica y generar un vínculo, precisó.

Sin embargo, a lo largo de la relación, los perpetradores tienden a cambiar su comportamiento y comienzan a mostrar desinterés y necesidad de control. Las conductas violentas son recurrentes, más frecuentes y más intensas.

A lo anterior, se suma que las víctimas aumentan las conductas de complacencia hacia la pareja violenta. Por ejemplo, dejan de convivir con amigos o familiares, solicitan permiso para vestirse o realizar actividades recreativas sin la pareja, le informan constantemente dónde están y con quién con el único objetivo de evitar episodios de violencia, detalló.

“El reconocimiento de la violencia por parte de las víctimas parece facilitar la terminación de esas relaciones. Por lo que ser capaz de identificar comportamientos saludables en una relación promueve mantenerse alejado de las relaciones violentas”, finalizó.

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