Verano OJUEM: autores de épocas distintas y coincidencia energética

Eduardo Diazmuñoz, director huésped, estará al frente de la Orquesta en su segundo programa de verano, con obras de Federico Ibarra, Odín Zamorano, Mozart y Sibelius

Eduardo Diazmuñoz. Foto: Gustavo Valdez/ Cortesía Cultura UNAM.

La ejecución de una obra de concierto es una labor que implica encontrar formas para que el resultado sea lo más cercano a la partitura original y que no está exenta de cierto nivel de riesgo, en particular cuando se trata de un estreno. Para el director Eduardo Diazmuñoz su participación en el segundo programa de verano de la Orquesta Juvenil Universitaria Eduardo Mata (OJUEM) es una evidencia de ello.

A punto de viajar a la Ciudad de México para participar en este concierto, el director abordó los detalles del programa, conformado por obras de autores mexicanos contemporáneos y por compositores clásicos.

“Es la primera vez que voy a tener el gusto de tocar con músicos jóvenes. Me encanta trabajar con ellos porque no le tienen miedo a nada. Ejecutar una obra de concierto significa tomar riesgos; es como los deportes, en el buen sentido, pues al igual que ellos, siempre tratamos de ir adelante, intentar encontrar los límites de nuestras capacidades interpretativas”.

En este programa, a realizarse el 25 de agosto a las 18:00 horas en la Sala Nezahualcóyotl, del Centro Cultural Universitario, se presenta la Sinfonía núm. 1, de Federico Ibarra, obra de 1991 escrita en conmemoración del segundo centenario de la muerte de Mozart. Además, con el percusionista Carlos Blázquez, se llevará a cabo el estreno mundial del Concierto para vibráfono, percusiones y cuerdas, Apertura y custodia del plexo solar, de Odín Zamorano.

Detalló que la obra de Ibarra, estrenada por él en 1991, “posee la cualidad de resumir muy bien las partes esenciales de todas las composiciones que tenemos bajo el concepto sonata, es decir, está estructurada en cuatro secciones, y cada sección está planeada con los movimientos de una gran sinfonía. Es uno de los trabajos más brillantes de Federico Ibarra. Recuerda piezas como la Séptima Sinfonía de Jean Sibelius”.

“La he tocado con toda orquesta que se deje. De sus características destaca el de ser una obra muy energética, llena de ese dramatismo muy propio del compositor. La entrada va directo sin titubeos ni nada al tema principal, así que atrapa al escucha de inmediato, del cogote, por así decirlo, y ya no te suelta”.

Mientras que acerca de Apertura y custodia del plexo solar, el conductor huésped en esta ocasión destacó que la pieza de estreno tiene una estructura que va directo al corazón del escucha para llevarlo a un introspección sonora de una manera atrevida.

“Es muy interesante esta obra, tanto porque está muy bien lograda, como porque Odín Zambrano le dedica una obra a un instrumento poco trabajado por los compositores contemporáneos: al vibráfono prácticamente nadie lo voltea a ver. Otro aspecto a destacar es la estructura, pues está pensada como un regreso al origen de todas sus ideas musicales, en una complicidad muy con el intérprete solista, a la usanza antigua, cuando el creador y el intérprete trabajaban de la mano”.

“Es una exploración de las virtudes del instrumento, al tiempo de conjuntarlo de manera extraordinaria con una orquestación que eligió para darle más peso al solista, en vez de apabullarlo con una propuesta muy ‘gorda’. Él opta porque las secciones de cuerdas entren en combinación con algunas percusiones y ya. La verdad está muy bien concebida. Plantea un reto para el ejecutante, así que debemos trabajar de forma muy intensa para este concierto”.

Diazmuñoz consideró que el origen de la obra de estreno de Odín Zambrano se encuentra en conceptos provenientes de distintas corrientes del pensamiento, como la filosofía, en algunos textos antigüos provenientes de la India e incluso en la idea taoísta del yin-yang chino.

“Todo llevado al plano musical, lo cual resulta en un trabajo muy atrevido, interesante y muy bien logrado también. Al igual que ocurre con los compositores europeos incluidos en esta ocasión: la Sinfonía núm. 35 de Wolfgang Amadeus Mozart, un compositor que siempre va a caer bien en un concierto. Y el poema sinfónico de Jean Sibelius, ‘Finlandia’, que es todo un canto de guerra acorde con el momento en que fue escrita, marcado por la violencia y el nacimiento del nacionalismo más puro”.

Eduardo Diazmuñoz detalló que la segunda parte del concierto está pensada para corresponder con las obras de los compositores mexicanos, para crear así una experiencia auditiva llena de contrastes novedosos, innovadores y sin limitaciones temporales.

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