Canon literario del siglo XX

Vindictas, colección para reivindicar autoras marginadas

Se ensancha el archipiélago de voces con 20 cuentistas latinoamericanas que salen a la luz con este proyecto

La Coordinación de Difusión Cultural ha revisado el canon literario del siglo XX para poner en circulación novelas escritas en español por mujeres y no editadas al menos desde hace 20 años. Así es como nace la colección de Novela y Memoria, y con ella el proyecto Vindictas.

El plan nace de una serie de emociones, una preocupación intelectual por abarcar otras voces, mirar de nuevo el canon literario latinoamericano. “Cuando hablo de emociones quiero decir de la indignación, frustración, incredulidad, una vez que leemos a estas autoras que durante mucho tiempo permanecieron marginalizadas por una mirada machista de la literatura, uno no puede de ninguna manera justificar su ausencia en los catálogos editoriales, en librerías y bibliotecas”, señaló Socorro Venegas, directora general de Publicaciones y Fomento Editorial.

En entrevista con Gaceta UNAM indicó que la colección nace de esa inquietud de preguntarnos si en verdad conocemos la mejor literatura latinoamericana. “Si eso es posible cuando nos damos cuenta que desconocemos a esa gran mitad, a esa otra parte de las voces, las miradas, las autoras que también configuran nuestro continente, desde el punto de vista literario”.

Precisó que Vindictas ha hecho surgir una especie de Atlántida de escritoras a las que se deben conocer por su obra, este no es un proyecto que quiera reivindicar a ciegas a las mujeres. “Es un proyecto que quiere ponderar las cualidades literarias de las escritoras a las que estamos publicando. Hay apuestas verdaderamente arriesgadas, una calidad que las sitúa al nivel de sus contemporáneos. Esas son las razones por las que buscamos configurar esta colección, esta especie de archipiélago de voces, escritoras, autoras, no sólo latinoamericanas. El proyecto se está abriendo con una perspectiva hispanoamericana porque pronto publicaremos la obra de una autora española en nuestra colección de Novela y Memoria”.

Así nace Vindictas, detalló, con una colección de novela que “luego yo busqué se ensanchara hacia el territorio de la memoria. Por eso ahora se llama Vindictas, Novela y Memoria, porque empezamos a encontrar libros o recomendar libros por las tareas de investigación que realizamos en este programa editorial. La primera camada de novelas que se publicaron fue de cinco, de autoras que podrían resultar sus nombres familiares, pero lo curioso es que son familiares, por ejemplo, Luisa Josefina Hernández porque era conocida como dramaturga, o La China Mendoza que era conocida como periodista. Pero siempre las rodeó, no sólo el prejuicio que ha habido hacía las mujeres creadoras, el prejuicio consiste en pensar que la obra de una mujer vale menos que la de un hombre, que no tiene la misma calidad”.

Agregó que esa mirada que ha ponderado la escritura masculina sobre la femenina “es algo que queremos cuestionar con esta colección. Cuando uno lee estas primeras cinco novelas queda claro que eran escritoras que apostaron todo por su obra, hay un trabajo literario serio que tenía autenticidad”.

Nuevos lectores

Vindictas no es un ejercicio de memoria, planteó, es un ejercicio de divulgación de autoras que serán leídas, la mayor parte de las veces, por primera vez. “Luego seguimos con una iniciativa del coordinador de Difusión Cultural, Jorge Volpi, que le propuso Juan Casamayor, el editor de Páginas de espuma, esta editorial española que exclusivamente se ha dedicado a la edición del cuento. Le propuso a Volpi que hiciéramos una selección de cuentistas latinoamericanas desde la misma perspectiva de Vindictas. Buscar, rescatar, reivindicar a esas autoras para nuevos lectores y ese trabajo lo asumimos tanto Casamayor como yo”.

Son 20 cuentistas latinoamericanas del siglo XX, escritoras invisibilizadas a las que este proyecto está contribuyendo a sacar a la luz.

El lugar de estas escritoras no son las librerías de viejo, no son las secciones de libros raros, reflexiona. “No eran autoras raras, ni era raro que escribieran. Lo raro es que siempre se interpuso la obra de autores por encima de la de autoras solamente porque se trataba de inequidad de género”.

Se han abierto dos nuevas series en la colección Material de Lectura, emblemática colección de la UNAM, estarán Vindictas: pensadoras feministas latinoamericanas y Vindictas: poetas latinoamericanas. También desde la Coordinación de Difusión Cultural, Vindictas se volvió un proyecto transversal. Por medio de TV UNAM se han hecho programas para divulgar la obra de artistas visuales, bailarinas, dramaturgas, historiadoras, “porque esta invisibilización ha ocurrido y muchas veces sigue ocurriendo en todos los ámbitos, no es exclusivo de la literatura”.

Fotos: Libros UNAM.

VIOLENCIA DE GÉNERO EN VINDICTAS

En el marco de 16 días de activismo para la eliminación de la violencia contra la mujer publicamos una muestra de la obra de las autoras de la Colección Vindictas, quienes nos recuerdan la necesaria y permanente lucha que como sociedad debemos mantener para erradicar la violencia contra las mujeres. Agradecemos a Libros UNAM su autorización para publicar estos fragmentos.


De La única de Guadalupe Marín

Fotos: Libros UNAM.

—Es el coup de foudre –le dijo el guatemalteco el día que se lo relató, satisfecho de precisarle el término para su sentimiento–. Voy a venir todos los días por ti, para pasearte y que se te olvide pronto ese tipo. “Y qué tonto fue con no entender la psicología de las mexicanas… Eso que tú eres de las menos mexicanizadas; sin embargo, no dejas de serlo. Debió insistirte un poco más, hasta forzarte. Tú lo hubieras insultado, pero ahora estarías encantada, te lo aseguro. Las mexicanas son como las guatemaltecas, les gusta sentirse violadas.”, p. 82

“En la noche, a las ocho, tocaban la puerta con tal escándalo y precipitación, que saltó de la cama azorada y sin antes ponerse bata, abrió.

—Qué indecente nos recibes –exclamó el guatemalteco que llegaba en compañía de Emma–. Anda, vístete pronto, nos esperan unos amigos en el café. Gente interesante y seria y que va a agradarte.

—Qué gente seria ni qué interesante –contestó ella con desdén–. No puedo salir. ¿Cómo quieres que salga si me siento desfallecer? Estoy completamente deshecha.

—Sí, ya veo que estás borracha, pero con el aire se te quita. Anda, vístete para que vayamos a donde te digo, nomás no nos des espectáculo. ¡Anda!¡Pronto! Ponte cualquier cosa; tú, Emma, ayuda a esa briaga a que se vista… Y qué horrorosa se ve así. ¿No te parece?”, pp. 89-90.


De En estado de memoria de Tununa Mercado

Foto: cortesía Alejandra López.

“Mientras buscaba, recuperé, como si yo misma lo esculpiera, un gesto de Mario Usabiaga que me negaba a hacer consciente porque me lastimaba, y que consistía en reprimir con un endurecimiento corporal, como si enfrentara algo insoportable, la violencia que algunos de mis relatos verbales –o mi manera de relatar– le provocaba. Se ve que no aguantaba que yo no encadenara mis ideas como él quería, y una vez más me quema la sensación de no haber seguido sus leyes, y la herida se reabre cuando busco esa carta en la cual, estoy convencida, ha desaparecido cualquier rechazo de él hacia mí, y su letra es suelta, distendida, cuando dice que me extraña, y es lacerante cuando describe sus primeros meses de regreso a la Argentina, que serían los últimos de su vida.”, p. 36.


De La ruta de su evasión de Yolanda Oreamuno

Foto: cortesía Pablo Alberto Baixench.

“¿Que cómo era don Vasco? No lo sabías. Solo que era honrado para complacer a tu madre, guapo para complacerte a ti. Eso bastaba. Ninguno, de todos los muchachos que ella alejara con tal cuidado, había hecho en tu vida huella capaz de marcarte. Estabas virgen de todo contacto masculino, de toda palabra, de todo gesto, de toda mirada. También estabas virgen de cariño y no conocía tu alma de cristal una sola pasión que la turbara. Podías darte así, sin pensarlo, porque no tenías idea del abismal poder del amor, ni de ti misma tampoco sabías nada. Fuiste a él gozosa. Te entregaste con el temor sagrado de la mujer que no está enamorada y te asustaste del hombre en él, sin poder borrar nunca el miedo inicial que te produjo su violencia. Allí comenzaste a temerle. Y tal vez a odiarle. Así como dijo: –Te casarás conmigo mañana–, dijo: –Serás mía ahora–, y no medió la voz de tu madre para detener su arrebato. Para lograrlo no dudó en maltratarte; para gozarse en ti necesitó ver tus lágrimas y oír tu voz pidiendo compasión al dolor que él te producía. Sí, Teresa, debes ver claro: ahí comenzaste a odiarlo. Si se hubiera fijado en ti, como mujer, te habría hallado fría. Pero tu marido se gozaba en sí mismo. Ya tú sufrías. ¿De cuándo data tu desamor consciente? ¿No te acuerdas? Debes recordarlo. Es necesario, porque en este minuto inconmensurable en que rindes cuenta de ti misma a ti misma, has de revivirlo todo.”, p. 46.


De Minotauromaquia de Tita Valencia

Fotos: Libros UNAM.

“Nunca te arrepentiste del daño que me hacías. Llegaste a decir que ni mi suicidio habría alterado tu conducta, ni restringido un ápice la experiencia que necesitabas agotar. Aún está vivo en mí el estupor ante semejante crueldad porque: “quien hace el mal ha de arrepentirse, expiar su culpa y pedir perdón”. Pero comprendo ahora que yo misma no pude dejar de comportarme como me comporté. Y que de nada puede prescindir tan fácilmente la verdad como de la misericordia. Comprendo que yo fuera para ti el agua turbulenta en que fatalmente se naufraga; y que tú lo fueras para mí. Que echando espumarajos de sal y de terror, maldiciendo y blasfemando, en un irrefutable impulso de instinto de conservación, trepáramos a manotazos a la plataforma de un tercero.”, p. 26.

“¿Por qué no contestas mis cartas? ¿Por qué no me das ni el más leve indicio del terreno que pisa mi ternura?

Perdona esta indignación. Perdona que a veces te odie, amor, y me rebele.

Perdona que al filo de la madrugada, antes de que las palomas empiecen a descolgar bandadas de columpios invisibles de tejado a tejado, me pregunte qué hace tan desdeñable el dolor femenino y tan trascendente el masculino. Que en el hombre pase por historia lo que en la mujer pasa solo por histeria.”, p. 36.

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