Virtualidad, una falsa sensación de acompañamiento

Suena paradójico, el mundo nunca había estado tan conectado y, sin embargo, muchos se sienten solos. Tener una cuenta en redes sociales llena de likes no evita que sentimientos de soledad se apoderen de nuestro día a día y nos abrumen, ni la posibilidad de realizar una llamada en cualquier momento ahuyenta la sensación de aislamiento.

De acuerdo con un estudio realizado por los Servicios de Atención Psiquiátrica de la Secretaría de Salud, hay 3.6 millones de mexicanos que sufren depresión, el doble de los que se registraron antes de las medidas impuestas para evitar la propagación del SARS-CoV-2.

“La pandemia fue un parteaguas y una vivencia que experimentamos como humanidad”, explicó Patricia Paz de Buen Rodríguez –académica de la Facultad de Psicología–, “es una situación inédita muy complicada y difícil, que nos llevó a todos a tener momentos de soledad. Nos marca como fenómeno una forma distinta de vivir la soledad, por todo lo que significó”.

La situación se agudizó, argumentó, por el modelo capitalista en que vivimos, en el que la individualidad se ha impuesto sobre lo colectivo: “Tiene que ver con un capitalismo duro, con una situación de mucha competencia e individualismo; podemos hablar también de un ser humano que puede hacer las cosas solo, sin tener que requerir de los demás”.

Es en ese escenario que muchos han encontrado en la virtualidad un paliativo, aunque nunca será equivalente al contacto cara a cara. “Durante la pandemia fue el medio que ayudó a muchos a sostenerse. Es cierto que se han abierto todas las posibilidades de comunicación virtual, pero se ha perdido el contacto humano, es decir, la posibilidad del cara a cara, de las relaciones que se establecen con el otro mediante ese contacto humano, más allá de los conflictos que puede haber en nuestras relaciones”, apuntó la especialista en psicología social.

De Buen Rodríguez argumentó que no tenemos que satanizar a las redes sociales, sino crear maneras de que éstas abonen a la colectividad; además de ofrecer acompañamiento a los más jóvenes para que desarrollen procesos de socialización adecuados. La virtualidad, precisó, es una herramienta más a nuestra disposición.

“Las redes sociales crean una falsa sensación de acompañamiento y la relación física natural desaparece. El problema (para los niños) no es jugar por estos medios, sino hacerlo sin el otro. Lo hacen solos y sin supervisión, todo eso afecta la psique”, apuntó el universitario, y finalizó: “A medida que haya proyectos colectivos, en los que me incluyo, habrá beneficios sociales y personales. Se requiere que las relaciones se establezcan de forma horizontal, para que todas y todos seamos escuchados y considerados, tratando con ello de generar vínculos de pertenencia e identidad colectiva”.

Ilustración: Andrés Otero.
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