¿Vivimos en una sociedad en la que el futuro está en peligro?: Daniel Innerarity

Crisis económica, climática, y la pandemia confirman la oportunidad de reflexionar si la humanidad está amenazada

 

“El alarmismo populista es tan sospechoso como la frivolidad tecnocrática”, escribió Daniel Innerarity en el libro La humanidad amenazada: gobernar los riesgos globales.

Al respecto, en entrevista detalla que “el gran problema que tienen las sociedades y las democracias contemporáneas es que hay quienes gestionan el principio de realidad sin hacer mucho caso a las dimensiones normativas y de legitimación, y hay quienes, por el contrario, únicamente atienden las aspiraciones, los deseos, pero no tienen ninguna presión hacia la realidad”.

 

Daniel Innerarity, catedrático de filosofía política y social, investigador IKERBASQUE en la Universidad del País Vasco y director del Instituto de Gobernanza Democrática, participará en el Coloquio Internacional de Primavera. La Humanidad amenazada: ¿Quién se hace cargo del futuro? El origen de este coloquio, cuenta, se remonta al año 2010, “cuando tuvo lugar en San Sebastián un coloquio con este título precisamente, que organizamos Javier Solana, que acababa de ser representante de política exterior de Europa, y yo”.

Aquel congreso tuvo mucha resonancia, acota, “publicamos un libro en castellano, en inglés, en francés, en portugués. Lo que ha pasado es que los acontecimientos posteriores, y especialmente la continuación de la crisis económica, la pandemia, la crisis climática, no han hecho más que confirmar la oportunidad de aquella reflexión”. Este Coloquio volverá a examinar “si efectivamente vivimos en una sociedad en la que el futuro es algo amenazante, en peligro, que debe ser protegido, de qué, por quién, de qué modo”.

En la introducción del libro La Humanidad amenazada: gobernar los riesgos globales, Innerarity señala que “para quien ha crecido en los miedos de los años setenta y ochenta del siglo XX (límites del crecimiento amenaza nuclear, crisis económica, escasez de recursos…), la palabra ‘progreso’ suena de una manera frívola”. Sobre esta reflexión escrita en 2011, el titular de la Cátedra Inteligencia Artificial y Democracia del Instituto Universitario Europeo en Florencia, indica que “seguramente hemos vivido casi durante doscientos años con la idea de que la historia tenía un curso lineal, en el cual podía haber avances, había gente que quería ir hacia adelante y gente que quería detenerlo e ir hacia atrás”.

Considera que es un planteamiento demasiado simple, “y seguramente esta asociación de crisis en las que estamos, nos han puesto de manifiesto que no se trata de proseguir la modernidad, la racionalización, la técnica, de la misma manera que lo estábamos haciendo hasta ahora. Ni tampoco podemos interpretar todas las resistencias a ello -que pueden ser resistencias de derechas o de izquierdas, pueden ser afanes proteccionistas, pueden ser también nostalgias por lo local- como algo que deba despreciarse, sino que más bien hay que ver cómo lo integramos en la ecuación de la solución de nuestros problemas. Solo así la idea de progreso, como un progreso múltiple, que integra diversas dimensiones de lo humano, seguirá teniendo sentido”.

El miedo

Los actores políticos no hacen otra cosa que meter miedo respecto de cosas diversas, afirma. “Hay quien le tiene miedo a que haya demasiada innovación, y que esa innovación sea destructiva del empleo o de la naturaleza; y hay quien en el otro caso a lo que le tiene miedo es que haya falta de creatividad, falta de innovación, falta de desarrollo, falta de experimentación. ¿Cuál es la mejor de ambas?, bueno a lo mejor yo podría decir en qué sentido una es mejor que otra, pero a final de cuentas me parece que ambas tienen una parte de razón, el miedo no es necesariamente irracional”.

La gestión

La dificultad no es la teoría, la dificultad no es ni siquiera el análisis, ni siquiera la voluntad política, dice. “La dificultad es la implementación en un contexto en que hay muchísimos intereses en litigio. Tenemos que frenar el cambio climático, vale, muy bien, podemos estar todos de acuerdo en Río, en París, en Edimburgo. Ahora vamos a ver cómo se distribuyen los costes de eso, porque en Europa hemos contaminado muchísimo, y probablemente tengamos una tecnología que nos permite avanzar muy rápido en la descarbonización, por poner un ejemplo. Y mientras, otros países, de otros lugares del mundo, han contaminado menos y no disponen de una tecnología que les permita hacer esa descarbonización tan rápidamente”.

Concluye que “no es cuestión de que nos escuchen, nos hagan caso, hagan caso a los informes de los científicos, sí los conocen todos. Todos los líderes políticos conocen los informes de todas las instituciones que están alertando de estas cosas. El asunto es: vamos a una negociación, y eso cómo se implementa de tal manera que mis intereses, o lo que yo entiendo por mis intereses, sean compatibles con los tuyos y con los de los otros”.

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