Dos semanas de invasión a Ucrania

Y mientras tanto, el boyante negocio de la guerra…

Desde 2015 la carrera armamentista se ha acelerado mundialmente; “el desarrollo de estas empresas se entiende por la visión tradicional de la seguridad de los Estados”: Yadira Gálvez

A tan sólo 15 días del inicio de la invasión rusa a Ucrania, y mientras la sangre sigue siendo derramada y la destrucción avanza por territorio ucraniano, las principales empresas productoras de armamento del mundo han visto crecer su valor en el mercado accionario internacional. Sin duda, para ellas la despiadada guerra es un buen negocio.

“El desarrollo de estas empresas se entiende en el contexto de lo que se conoce como la visión tradicional de la seguridad de los Estados, la cual está orientada fundamentalmente a que éstos dispongan de fuerzas armadas y capacidades militares para disuadir a sus enemigos de que los ataquen o para defenderse en caso de que sufran una agresión. Así, para las potencias resulta imperativo tener armamento y poder militar”, dice Yadira Gálvez Salvador, académica de la Facultad de Ciencias Políticas y Sociales de la UNAM, especialista en el tema.

Bajo la lógica de una confrontación estratégica, que parte de consideraciones sobre nuevas amenazas y dinámicas del poder global, desde hace años ha habido una acelerada producción de armamento de nueva generación.

“A partir del 11 de septiembre de 2001, Estados Unidos impulsó decididamente lo que llama su transformación militar, desarrollando más capacidades y tecnología. Y países como Rusia y China han entrado igualmente en un proceso de modernización para poner al día sus equipos y capacidades militares. Al respecto, el Instituto Internacional de Estudios para la Paz de Estocolmo (SIPRI, por sus siglas en inglés) ha señalado en incontables ocasiones que, desde 2015, la carrera armamentista se ha acelerado a nivel mundial, lo cual contrasta con la idea de alcanzar la seguridad por otros medios que no sean los estrictamente militares, impulsada por la Organización de las Naciones Unidas y otras organismos internacionales. Esta dinámica debe entenderse en el contexto de las hipótesis de competencia estratégica de estos países.”

A propósito de lo anterior, la académica universitaria apunta que, en diciembre de 2021, el SIPRI dio a conocer un informe sobre el comportamiento de la industria armamentística mundial en 2020, en el que se indica que las 100 más importantes empresas productoras de armamento registraron ventas por 531 mil millones de dólares, a pesar de que la pandemia afectó en cierta forma sus cadenas de suministro.

“De ellas, 41 –entre las que destacan Lockheed Martin Corporation, Raytheon Technologies y Boeing– tienen su sede en Estados Unidos. También hay varias empresas chinas que se están posicionando muy bien en el mercado y que, de acuerdo con el SIPRI, se quedaron con 13 por ciento de las ventas”, agrega y señala que adicionalmente hay 26 empresas europeas.

Daños colaterales

Ante la operación militar de Rusia en Ucrania, los aliados de esta última nación (Estados Unidos y los países que integran la Unión Europea) han respondido de dos maneras: por un lado, le han impuesto sanciones económicas a Rusia para afectar sus intereses sin incorporarse directamente a la contienda; y por el otro, han apoyado a Ucrania mediante la entrega de armamento, gracias a lo cual el valor bursátil de las acciones de las empresas proveedoras y sus ganancias se han incrementado considerablemente.

Las consecuencias que acarrea un conflicto de esta envergadura son múltiples y ya las estamos viendo: la muerte de soldados y civiles, la destrucción de ciudades, la huida a otros países de cientos de miles de refugiados, el uso de armamento prohibido con una altísima capacidad de hacer daño a la población civil, como las bombas de racimo, y la proliferación de armas pequeñas y ligeras por vía del tráfico ilegal.

“Según un informe de Small Arms Survey publicado en 2021, luego del estallido de la crisis en Ucrania en 2014 comenzó a darse en esa zona un intenso tráfico ilegal de granadas de mano, minas terrestres antipersonales y municiones para armas de fuego, entre otros artefactos. Y ya en otros informes, Small Arms Survey ha alertado sobre el hecho de que, además del incremento de la violencia y los riesgos para la población, muchas armas pequeñas y ligeras que se utilizan en un conflicto armado más adelante son traficadas a otras latitudes”, comenta Gálvez Salvador.

Así pues, en opinión de la académica, el tema de las armas pequeñas y ligeras debe preocupar a la comunidad internacional en su conjunto, pues alimentan no sólo los distintos conflictos armados que hay alrededor del mundo, sino también la violencia criminal en otros espacios. “Aunque se ha intentado regular su venta y darles un seguimiento, siguen siendo las que causan más muertes a nivel mundial y las que resultan más difícil de gestionar después de que una guerra llega a su fin”.

En cuanto a las empresas militares privadas, al prestar por medio de subcontrataciones servicios que van desde entrenamiento hasta combatientes (mercenarios), también obtienen ganancias con los conflictos armados.

“Por cierto, no debe perderse de vista la relación que estas empresas mantienen con los gobiernos y el funcionariado público. Se ha estudiado bien cómo se alimentan de las llamadas puertas giratorias: personas que tuvieron un alto cargo en materia de defensa en un gobierno o exmilitares de alto rango que terminan formando parte de sus directorios ejecutivos”, dijo Yadira Gálvez Salvador.

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