Zacatépetl, cerro de caza ritual de los mexicas

Simbolizaba la fecundación de Coatlicue por Mixcóatl y era el preludio del nacimiento de Huitzilopochtli.

El cerro de la vagina, del vientre materno, el que posiblemente fue inspiración para que los mexicas construyeran el Templo Mayor de Tenochtitlan, es hoy un cerro con casas lujosas.

Hace más de 500 años, antes de la Conquista, ese cerro, el Zacatépetl era un campo de caza ritual, en el marco de una de las fiestas de las veintenas.

El doctor Guilhem Olivier, del Instituto de Investigaciones Históricas de la UNAM, y autor de Cacería, sacrificio y poder en Mesoamérica (FCE, IIH-UNAM, 2015), nos da detalles acerca de esa veintena y de la cacería ritual que formaban parte de la cosmovisión de los mexicas.

Veintena porque el calendario anual de los aztecas estaba formado por 18 meses de 20 días, más cinco días complementarios. Cada veintena, se celebraba una fiesta con ofrendas y sacrificios dedicados a diversas deidades.

En la veintena 14, llamada Quecholli, por noviembre, el emperador Moctezuma II encabezaba una cacería ritual para reactualizar el mito de la concepción del Dios tutelar de los mexicas: Huitzilopochtli.

Participaban cazadores nobles e incluso macehuales de Tenochtitlan, Cuauhtitlán, Cuernavaca y Xochimilco. Todos iban ataviados como Mixcóatl, “Serpiente de Nube”. Así Moctezuma II llevaba un antifaz negro, rayas blancas y rojas en el cuerpo y plumas de águila en el tocado.

Mixcóatl era el dios de la caza, pero también la deidad tutelar de los tlaxcaltecas, acérrimos enemigos de los mexicas.

Asentados al pie del Zacatépetl, antes del día de la caza, construían pequeñas chozas y prendían un fuego nuevo. Al siguiente día, subían al cerro acorralando a los animales, principalmente venados y a veces coyotes.

Ya en la cúspide del Zacatépetl, donde hay pirámides, sacrificaban a los venados sacándoles el corazón. Quien cazaba un venado recibía un galardón como recompensa.

Todos los dioses tienen su nahual, su otro yo. El doble de Mixcóatl era precisamente el venado.

El venado, animal extraordinario, en la cosmovisión mesoamericana tenía un simbolismo complejo. En la cacería destaca su papel de víctima por excelencia.

Ya desde el Preclásico Maya, en los Murales de San Bartolo se plasmó el sacrificio en el que se arranca el corazón a un venado. Imágenes similares aparecen en una pintura mural de Teotihuacán y en códices del Posclásico.

En la misma veintena, un sacrificio similar se realizaba en otro recinto de Tenochtitlan. Hombres cautivos o enemigos morían como venados. Los cargaban como se cargan presas de caza, manos y pies atados a un palo. Luego les sacaban el corazón.

Estas prácticas sacrificiales nos hablan de la equivalencia en el pensamiento mesoamericano entre la cacería y la guerra.

Fecundación y nacimiento

En este contexto cinegético del Zacatépetl se escenificaba un mito de fecundación. El encuentro entre Mixcóatl y Chimalma o Coatlicue, ambas diosas madre.

A la veintena siguiente, en la fiesta de Panquetzaliztli, se reactualizaba el nacimiento de Huitzilopochtli, hijo de Coatlicue y dios tutelar de los mexicas.

Estudios de Johanna Broda indican que hay unos ejes astronómicos que tienen que ver con diosas madres y vinculan al Zacatépetl con Cuicuilco y con el Cerro del Tepeyac, que en aquel tiempo era un santuario dedicado a Tonanzin. De hecho, otro de los nombres del Zacatépetl era Ixillan Tonan, que en náhuatl significa “El vientre de nuestra Madre”. De ahí que, no por azar, se realizaba ahí la fecundación de Coatlicue por Mixcóatl.

La veintena de Quecholli y la cacería ritual en el Zacatépetl están descritas en el Códice Florentino de fray Bernardino de Sahagún. En la obra de Diego de Durán hay también testimonios de una fiesta similar en Huejotzingo y en Tlaxcala y en el Códice Borbónico hay un lámina que representa a los cazadores y a los dioses venerados durante esta veintena.

Significados de Zacatépetl

Zacatépetl significa en náhuatl “Cerro de la hierba seca”. Ahora bien, el zacate es un elemento asociado a Tlaltecutli, diosa de la Tierra, cuyo cabello es de zacate. Incluso hay datos de ceremonias de nacimiento, donde se ponía un pequeño lecho de zacate para recibir al recién nacido.
Además, el otro nombre del Zacatépetl, Ixillan Tonan, significa “El vientre de nuestra Madre”, es decir, un lugar de fecundación, de nacimiento.

Según Alfredo López Austin (IIA, UNAM) los templos en Mesoamérica eran réplicas de los cerros sagrados. De ahí que el modelo del Templo Mayor de Tenochtitlan podría haber sido el Zacatépetl, que es el cerro donde fue concebido Huitzilopochtli.

Es más, señala Guilhem Olivier, que en un relato del final de Tollan, se menciona la victoria de Tezcatlipoca sobre sus enemigos en un cerro llamado Coatépetl o Zacatépetl, batalla que se puede equiparar con la que realiza Huitzilopochtli después de nacer en el Coatepetl, modelo del Templo Mayor. Lo anterior podría fortalecer la hipótesis de López Austin acerca del Templo Mayor como réplica del Zacatépetl.

Cerro inaccesible

En el Zacatépetl, como en otros cerros donde se celebraban las fiestas de las veintenas, hay vestigios prehispánicos. El sitio, sin embargo, sólo ha sido explorado en parte.

En los años 30 del siglo XX, Pablo Martínez del Río identificó el Zacatépétl como el sitio donde se llevaba a cabo la cacería de Quecholli y el arqueólogo Eduardo Noguera llevó a cabo excavaciones limitadas. Se encontraron dos pirámides, una de seis y otra de cinco metros de altura, conectadas por una vía de unos 105 metros, así como un tercer templo más chico y se analizó la cerámica posclásica del sitio. En 1972 Jeffrey Parsons llevó a cabo un reconocimiento y elaboró un mapa detallado del sitio.

Desde entonces, desafortunadamente no se ha excavado el sitio y no se conoce qué más secretos arqueológicos podría resguardar la cúspide del Zacatépetl, que si bien está protegido, como zona arqueológica no es de acceso público.

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