El M68, en letras de oro en el Palacio Legislativo

La juventud quiere seguridad y esperanza; requiere expresarse y ser escuchada: el rector Enrique Graue

El rector de la UNAM en la tribuna. Foto: Benjamín Chaires.
El rector de la UNAM en la tribuna. Foto: Benjamín Chaires.

Con letras de oro quedó inscrito para la posteridad en el Muro de Honor del Palacio Legislativo de San Lázaro: Al Movimiento Estudiantil de 1968.

Durante la sesión solemne con motivo del 50 aniversario de la matanza de Tlatelolco, el rector Enrique Graue Wiechers afirmó que la democracia, la libertad y la justicia fueron las aspiraciones del movimiento y las recientes manifestaciones de los universitarios también tienen esa esencia.

“La juventud quiere seguridad y esperanza; requiere expresarse y ser escuchada. Así hay que entenderlo y actuar en consecuencia. De ahí la importancia de conmemorar en estos muros al movimiento”, aseveró.

Grito de rebeldía

El movimiento estudiantil, prosiguió, fue un grito de rebeldía contra el autoritarismo y la represión de un Estado insensible a los vientos de cambio que soplaban en diversas partes del mundo; una lucha por el derecho a disentir y por la libertad de expresión; por el respeto a las instituciones educativas y por el deseo de transformar la sociedad.

Desde entonces, agregó el rector, esas voces han resonado en el país, sacudiendo conciencias e invitando a los mexicanos a participar.

Ante diputados de la sexagésima cuarta legislatura, Graue Wiechers recordó que el movimiento se topó con un aparato de Estado indiferente e incrédulo en la juventud, que vio en sus genuinas manifestaciones las maquinaciones de una conspiración internacional dirigida a derrocar al régimen establecido.

Luego sucedió la masacre inexplicable e inhumana de la Plaza de las Tres Culturas, en Tlatelolco.

“Por más comisiones de la verdad y fiscalías que se han creado, nunca nos ha quedado claro ni las razones ni el número de muertos que hubo, y muy probablemente nunca lo sabremos con certeza. Pero lo que sí supimos a partir de ese 2 de octubre es que México se había roto, que algo terrible había sucedido y que no debería volver a suceder jamás”, añadió.

El movimiento estudiantil fue el gran punto de inflexión que dio lugar a una serie de ciclos de movilizaciones ciudadanas, cuyo aporte democrático nos lleva al México actual.

A la Universidad Nacional Autónoma de México le dejó la certeza de su autonomía para autogobernarse, y su defensa con convicción y firmeza. Además, reforzó su vocación por el análisis permanente de la realidad de la nación, de sus problemas y necesidades, y de su misión para contribuir a atenuarlos.

Fue también germen de la reforma que en 1988 instauró un sistema político plural en el país, responsable de la alternancia democrática, así como el sustrato inicial de los movimientos ciudadanos por la equidad de género; por los derechos de las comunidades indígenas; por el respeto al medio ambiente, a la libertad y diversidad sexual, y por la imperiosa necesidad de honestidad y transparencia que han encontrado la aceptación de la sociedad actual.

“Gracias a él somos más libres y con mayor conciencia social”, remarcó el rector.

A 50 años “no estamos exentos de crímenes abominables que no han tenido respuesta satisfactoria, y sabemos que vivimos inmersos en una mayor violencia e inseguridad. Pero hoy, con estas palabras inscritas en sus muros, se reconoce que algo se ha logrado y que mucho más hemos de lograr”. Y que nunca se habrá de olvidar.

Herida abierta

En su oportunidad, el representante del Comité del 68, Félix Hernández Gamundi, señaló que la herida por la tragedia del 2 de octubre en la Plaza de las Tres Culturas, en Tlatelolco, sigue abierta y reclama justicia.

“Por el derecho a la justicia, a la memoria, a la reparación del daño y la garantía de la no repetición de los hechos de agresión en contra del pueblo; por un México de iguales, en paz, en libertad y democracia plena: 2 de octubre no se olvida”, subrayó.

En tanto, el director general del Instituto Politécnico Nacional, Mario Alberto Rodríguez Casas, dijo que la inscripción en el Muro de Honor es un justo reconocimiento a los hombres y mujeres que lucharon por las libertades democráticas.

“Fue un parteaguas en la historia de México y desencadenó el nacimiento de una sociedad más madura y consciente del valor de sus derechos.”

Posteriormente, diputados de las diferentes fracciones parlamentarias fijaron su posición sobre la trascendencia del movimiento estudiantil. Luego, hubo un minuto de aplausos, se entonó el Himno Nacional Mexicano seguido por múltiples goyas y huelums.

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