Obesidad y osteoporosis, relación positiva

Se descubrió que a mayor índice de masa corporal mayor densidad mineral ósea

Como la etiología de la osteoporosis es multifactorial, el estudio incluyó también peso, talla, número de hijos, tiempo de lactancia, consumo de bebidas carbonatadas, café y tabaco, y ejercicio-sedentarismo.

Del total, 179 mujeres tenían densidad mineral ósea normal, 338 padecían osteopenia y 233 presentaban osteoporosis. A estas últimas se les recomendó cuidarse porque, de no seguir un tratamiento médico, cambiar de estilo de vida y hacer ejercicio, podrían sufrir fracturas por fragilidad en cualquier momento de su vida.

En otra investigación con 813 mujeres, al hacer la asociación obesidad-osteoporosis, se midió la cantidad de hueso en la columna vertebral, la cadera y los fémures, correlacionando los datos con el índice de masa corporal normal, sobrepeso y obesidad (grado 1, 2 y 3). “Los resultados indicaron que 15.13 por ciento eran normales; 39.11 por ciento tenía sobrepeso; 25.96 por ciento, obesidad grado 1; 11.81 por ciento, obesidad grado 2; y 7.99 por ciento obesidad grado 3. Paradójicamente, en todos los casos, a mayor índice de masa corporal más densidad mineral ósea tenían”, informó Canto Cetina.

Pero al hacerles un tamiz genético (se examinaron 16 polimorfismos de nueve genes diferentes) a las mujeres con obesidad para detectar marcadores genéticos asociados a la formación de hueso o a la pérdida ósea más rápida, los expertos no encontraron ningún mecanismo en ese sentido relacionado con la osteoporosis. “Una hipótesis es que las mujeres con obesidad cuentan con un mecanismo de carga. En la medida en que tienen más peso, ese mecanismo entra en funcionamiento para que se forme más hueso”.

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Otras líneas abiertas

Canto Cetina y varios alumnos que realizan su maestría y doctorado en Ciencias trabajan también en obesidad asociada a cáncer de mama y cáncer de próstata, males que, a partir de esa relación, se postula que son más agresivos en mujeres y hombres, respectivamente.

En las posmenopáusicas con obesidad y cáncer de mama, los universitarios estudian receptores y hormonas que pudieran estar expresándose más en el tumor y haciéndolo más agresivo. Ahora están en la fase de análisis de datos. En hombres examinan marcadores genéticos para detectar si alguno pudiera estar asociado a un cáncer de próstata más agresivo. “Hemos encontrado datos interesantes, pero no podemos afirmar que hay un marcador genético. Como la obesidad se asocia a formas más agresivas de cáncer de próstata, continuamos trabajando en esta línea”, afirmó Canto Cetina.

En otra vertiente más, analizan la hipertensión ligada a la obesidad, para tratar de explicar por qué algunos individuos desarrollan hipertensión y otros no. “En este caso observamos mecanismos moleculares. En muestras de tejido adiposo de personas sometidas a una cirugía bariátrica examinamos una proteína llamada apelina –la cual está asociada a la obesidad con hipertensión– para ver su expresión.”

Los investigadores ya encontraron marcadores séricos sugestivos. Al hacer concentraciones séricas de apelina (tiene diferentes formas) y relacionarlas con la hipertensión en individuos con obesidad, hallaron una presencia importante de esta adipocitocina.

Patricia Canto Cetina y sus colaboradores esperan publicar pronto los resultados preliminares de su estudio en una revista internacional con impacto en el área de la investigación y, en colaboración con la Clínica de Obesidad del INCMNSZ, corroborar contundentemente que la apelina se encuentra vinculada a la obesidad con hipertensión.

La osteoporosis es una enfermedad que depende mucho de la etnicidad. Por lo anterior, resulta variable su prevalencia en nuestro país.

En mujeres mexicanas mayores de 50 años se ha encontrado que es cercana a 20 por ciento. En hombres es menor, aunque se observan cada vez más casos porque ha aumentado la expectativa de vida.

Algunos estudios indican que la población del norte de nuestro territorio tiene una mayor densidad mineral ósea lumbar; la del centro, un valor intermedio, y la del sureste, una menor.

Patricia Canto Cetina y sus colaboradores han tratado de encontrar entre la población de Ciudad de México –donde se concentra gente de toda la República, incluyendo individuos de diversos grupos étnicos–, marcadores genéticos asociados a la osteoporosis que pudieran ayudar a detectar en forma temprana esta afección. No obstante, no lo han logrado hasta la fecha.

Falta estudiar más a nuestros grupos étnicos y considerar de dónde venimos. La población mexicana tiene hasta 70 por ciento de genes indígenas y cierto porcentaje de genes caucásicos y de origen africano.

La obesidad, que es mala para todas las personas, guarda una relación positiva con la densidad mineral ósea, de acuerdo con un estudio realizado por especialistas de la Unidad de Investigación en Obesidad de la Facultad de Medicina, con sede en el Instituto Nacional de Ciencias Médicas y Nutrición Salvador Zubirán (INCMNSZ).

“Ahora bien, encontramos que, a pesar de que las mujeres con obesidad tienen mayor densidad mineral ósea, en comparación con las de peso normal o sobrepeso, presentan más fracturas por fragilidad”, aseveró Patricia Canto Cetina, investigadora de la mencionada unidad universitaria.

Una hipótesis es que las mujeres obesas tienen un mecanismo de carga, el cual, en la medida que tienen más peso, entra en funcionamiento para que se forme más hueso.
Una hipótesis es que las mujeres obesas tienen un mecanismo de carga, el cual, en la medida que tienen más peso, entra en funcionamiento para que se forme más hueso.

Una hipótesis sostiene que, como el esqueleto soporta más peso, se crea un mecanismo para que se forme más hueso. Así, se postula que adipocitos y osteoblastos (células que forman hueso) podrían interactuar para incrementar la densidad mineral ósea.

Con todo, hay investigaciones que aseguran que las mujeres con obesidad se fracturan más porque sufren caídas con más frecuencia. Otras, sin embargo, sostienen lo contrario: que resisten más las caídas porque disponen de un colchón más grueso y las fracturas dependen de la manera en que caigan.

Mecanismo de carga

En un estudio poblacional efectuado en Ciudad de México, que fue la tesis doctoral de David Rojano bajo la dirección de Canto Cetina, se les practicó una densitometría ósea a 750 mujeres posmenopáusicas (ya no producen estrógenos y, por lo tanto, dejan de menstruar) seleccionadas en diferentes clínicas de primer nivel, para identificar densidad mineral ósea normal, intermedia (llamada osteopenia; 57 por ciento de las mayores de 50 la padecen en México) y severa (osteoporosis).

El esqueleto está formado por tejido esponjoso y cortical. La osteoporosis modifica su microarquitectura. Al perder lo esponjoso, el hueso se debilita. Por eso aumenta el riesgo de fracturas en ancianos y mujeres mayores de 50 años. En el caso de ellas, una vez que se presenta la menopausia, pierden más densidad mineral ósea en los siguientes seis meses.

Un indicador asociado a la edad de dicho padecimiento, es la disminución de la estatura. Por ejemplo, de medir 1.60 de altura se pasa a 1.58 por fractura de vértebras (si no comprimen ningún nervio, no hay algún síntoma, como dolor).

La fractura de vértebras por fragilidad de hueso es la más frecuente, pero no la única. Hay también de tobillos, húmeros y fémures, entre otros. La más grave es la de cadera: incapacita y deprime porque se debe permanecer en una silla de ruedas. Es, además, costosa por la rehabilitación y las medicinas que requiere; en México, una de cada 12 mujeres y uno de cada 20 hombres la padecerá después de los 50 años.

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