50 años del “Partido del Siglo”: Alemania contra Italia

Fue jugado el 17 de junio de 1970. Una placa empotrada en uno de los muros del Estadio Azteca lo conmemora

El miércoles 17 de junio de 1970 ha quedado grabado en la historia del futbol como el día en que se disputó el partido más dramático y emocionante no sólo del IX Campeonato Mundial, sino también de todo el siglo XX: Alemania contra Italia.

Esta semifinal, jugada en el Estadio Azteca ante poco más de 100 mil espectadores, equivale a lo que en el béisbol representa el juego perfecto lanzado por Don Larsen, de los Yankees de Nueva York, contra los Dodgers de Brooklyn el 8 de octubre de 1956 en el Yankee Stadium (es el único hasta la fecha en una Serie Mundial); y, en el boxeo, a la pelea entre Muhammad Ali contra George Foreman, escenificada el 30 de octubre de 1974 en Kinshasa, Zaire.

Tres días antes, en el Estadio Nou Camp de León, Alemania había derrotado a Inglaterra tres a dos, en un partido de alarido; e Italia había barrido a México cuatro a uno en “La Bombonera” de Toluca.

Los alemanes, comandados por Helmut Schoen, saltaron a la cancha así: en la portería, Sepp Maier; en la defensa, Berti Vogts, Bernd Patzke, Willi Schulz y Karl-Heinz Schnellinger; en el medio campo, Franz Beckenbauer, Wolfgang Overath, Gurgen Grabowski y Uwe Seller (capitán); y en la delantera, Gerd Muller y Hannes Lörd.

Los italianos alinearon de la siguiente manera: en la portería, Enrico Albertosi; en la defensa, Tarcisio Burgnich, Giacinto Facchetti (capitán), Pierluigi Cera y Roberto Rosato; en el medio campo, Mario Bertini, Sandro Mazzola, Giancarlo De Sisti y Angelo Domenghini; y en la delantera, Roberto Boninsegna y Gigi Riva.

En punto de las 16 horas, el árbitro peruano Arturo Yamasaki, asistido en las bandas por el chileno Rafael Hormazábal Díaz y el venezolano Guillermo Velásquez, dio el silbatazo inicial e Italia movió el balón.

Por supuesto, la afición mexicana, dolida por la eliminación de su equipo a manos de los azzurri, apoyaba decididamente a los alemanes.

En el minuto ocho, Boninsegna avanzó en dirección del área alemana y le pasó la pelota a Riva, pero Vogts se interpuso y la rechazó con el pecho. Boninsegna se le adelantó a Beckenbauer, se volvió a hacer del balón y, a la altura de la media luna, soltó un fuerte zurdazo que perforó por la izquierda la cabaña de Maier. Uno a cero a favor de Italia

En el minuto 18, Beckenbauer tomó la pelota, dejó atrás a Mazzola y, cuando ya estaba dentro del área italiana, Facchetti lo zancadilleó, pero Yamasaki marcó saque de meta.

Más tarde, desde los tres cuartos de cancha, Grabowski tiró con la zurda un trallazo que el guardameta italiano desvió con las yemas de los dedos por encima del travesaño.

Segundo tiempo

Rivera sustituyó a Mazzola y Reinhard Libuda a Lörd.

En el minuto 66, Muller corrió en busca de un balón que Bertini había retrasado a Albertosi y, ante la salida de éste, se lo dio a Grabowski, quien dejó tendido en el pasto a De Sisti y, ya dentro del área italiana, proyectó una diagonal atrasada hacia Overath. El mediocampista alemán disparó con la pierna izquierda una bala que cimbró el travesaño de Albertosi y luego salió de la cancha.

No había transcurrido ni un minuto, cuando Beckenbauer tomó la pelota, esquivó a De Sisti y, en los linderos del área italiana, fue derribado por Cera. A pesar de las protestas airadas de los alemanes, Yamasaki marcó la falta fuera del área. En ese momento, Sigfried Held entró en el terreno de juego por Patzke, y se encargó de cobrar el tiro de castigo, pero éste salió a un lado de la portería de Albertosi.

En el minuto 74, Grabowski recibió un pase en el área italiana y tiró a quemarropa. Cuando el balón estaba a punto de entrar en la cabaña, Rosato lo despejó milagrosamente y le cayó a Seller, quien al tratar de disparar fue tacleado por Bertini. La pelota aún siguió en juego; no obstante, Muller la echó por encima del travesaño…

Los jugadores alemanes se abalanzaron sobre Yamasaki y le pidieron que marcara penalti, pero el árbitro peruano no les hizo caso y el juego continuó.

La tensión se podía tocar en el aire.

A escasos segundos del final, Maier recibió la pelota de Schulz e hizo un despeje larguísimo que tomó Held. Éste avanzó por la lateral izquierda, dribló a Burgnich y lanzó un centro al área azzurra. Cera rechazó el esférico con la cabeza y Burgnich lo pateó afuera de la cancha. El juego estaba a punto de terminar…

Con las manos, Held le cedió el balón a Grabowski. Bajo la presión de Boninsegna, el mediocampista alemán centró otra vez al área italiana. Entonces ocurrió lo impensable: la pelota le cayó a Schnellinger, quien sin marcación alguna la empujó con la parte interna del pie derecho dentro de la cabaña de Albertosi. ¡Goool! El Estadio Azteca se cimbró. Mexicanos y alemanes se abrazaban en las tribunas y brincaban de alegría… ¡Uno a uno!

Tiempos extras

Beckenbauer salió a jugar el primer tiempo extra con el brazo derecho pegado al cuerpo con una venda, pues al ser zancadillado por Cera el hombro se le había dislocado. En cuanto a la selección italiana, Fabrizio Poletti sustituyó a Rosato.

En el minuto 94, Libuda cobró un tiro de esquina. Seller cabeceó el balón en dirección del manchón de penalti. Mientras botaba en el pasto, Poletti trató de cubrirlo con el cuerpo, pero Muller se le adelantó y con la pierna izquierda lo empujó dentro del arco italiano. Dos a uno a favor de Alemania.

En el minuto 98, Rivera bombeó la pelota hacia el área alemana. El esférico pegó en el pecho de Held y cayó a los pies de Burgnich, quien no perdonó con la zurda. Dos a dos.

En el minuto 104, Riva controló un pase de Domenghini afuera del área alemana, esquivó la entrada de Schnellinger y disparó con la zurda un tiro cruzado que penetró en la cabaña de Maier. Tres a dos a favor de Italia.

Ya en el segundo tiempo extra, en el minuto 110, Libuda centró al área italiana. Seller cabeceó el balón sin mucha fuerza a donde estaba Muller, quien también con la cabeza la empujó al fondo de la red. Tres a tres.

Un minuto después, Boninsegna desbordó por la banda izquierda a Schulz y le mandó un centro rasante a Rivera. Il Bambino d’oro disparó y la pelota entró en la portería de Maier. Cuatro a tres a favor de Italia.

Aquello era inverosímil.

Todavía hubo alguna que otra jugada de peligro para ambas escuadras, pero el marcador ya no se volvió a mover. Cuando sonó el silbatazo final, varios jugadores italianos se dejaron caer al pasto, exhaustos. Italia había vencido a Alemania.

Hoy se puede ver, en uno de los muros del Estadio Azteca, una placa que conmemora este inolvidable partido.

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