Homenaje luctuoso
A la búsqueda de… José Emilio Pacheco
Reedición del libro La vida que se escribe, de Juan Villoro; lectura a cargo de egresados de la UIP
Es posible que lo más conocido de José Emilio Pacheco entre el amplio público lector sean sus novelas, cuentos, poemarios y ensayos, pero su producción periodística, sus crónicas, que publicó entre 1973 y 2014, constituyen un cuerpo gigantesco de miles de páginas, algunas de las cuales fueron antologadas póstumamente por la Editorial ERA en tres volúmenes. La columna, titulada “Inventario”, trató los temas más variopintos, en correspondencia con la curiosidad y la inclinación poligráfica del autor.
A 10 años del fallecimiento de Pacheco, quien por mucho tiempo trató de mantenerse en el margen de sus columnas firmándolas con las modestas iniciales “JEP”, CulturaUNAM le rindió un homenaje en la Sala Carlos Chávez, del Centro Cultural Universitario.
Diseñado por la Coordinación de Difusión Cultural, a través de la Dirección de Literatura y la Cátedra Extraordinaria José Emilio Pacheco, en colaboración con El Colegio Nacional, el homenaje estuvo dividido en varias partes, a través de las cuales se intentó retratar las diversas caras de Pacheco como periodista. En primer lugar, un conversatorio entre el escritor Juan Villoro y la también escritora y coordinadora de Difusión Cultural de la UNAM, Rosa Beltrán, alrededor de la reedición del libro de Villoro La vida que se escribe, donde el autor da claves para apreciar la columna de Pacheco, y Beltrán aportó un prólogo, “El memorialista ejemplar”, que también arroja luces sobre el autor de Las batallas en el desierto.
En el encuentro, Beltrán habló de su experiencia personal como lectora de “Inventario”, de cómo conversaba con José Emilio Pacheco en repetidas ocasiones y que siempre le pedía que se animara a publicar sus columnas como libro. A lo cual Pacheco se negaba siempre, pensándolo letra muerta por ser letra periodística. Hasta que por fin se pudo y se emprendió por parte de la Dirección de Literatura de la UNAM y la Editorial ERA.
Por su lado, Villoro subrayó también las asociaciones que lograba crear Pacheco en sus columnas, la gran sapiencia y acumulación de datos relacionada con una enorme curiosidad. Calificó a JEP de un genio precoz que trabajó desde muy joven en el periodismo, bajo la batuta de Fernando Benítez, por ejemplo. Magisterio de un tipo de periodismo que cruza épocas, que se interna de manera vertical y horizontal en la cultura y en el cual abrevó Pacheco, “dedicándole cuatro inventarios seguidos a Quevedo, como si fuera rabiosamente noticioso”.
A pregunta expresa de Beltrán sobre otro magisterio, el de Julio Scherer García, y las posibilidades hoy de un periodismo independiente y tan plural, Villoro admitió que en México hay grandes periodistas hoy, pero que los medios están comprometidos con sus fuentes de financiamiento. Para el autor de El testigo, Pacheco nunca dejó de ser un crítico agudo pero siempre rehuyó la polémica con gran astucia.
Beltrán glosó un texto de JEP donde se interna en defender a la generación de Los Contemporáneos, específicamente a Salvador Novo, y habla de su poesía, de su autobiografía (donde trató temas sexuales impensables en su propia época), de su misma poligrafía, de las minucias incluso incorrectas de Novo alrededor del poder. Con esto, dejó en claro la voluntad de Pacheco por encontrar el dato curioso que se desdobla en la épica mayor. Y Villoro no pudo resistirse a glosar algunas de las columnas, de una erudición y un humor inteligente insuperables, que también se comentan en La vida que se escribe.
Tratándose de un homenaje a uno de los periodistas culturales más importantes de nuestro país, no podía faltar la presencia de egresados de la Unidad de Investigaciones Periodísticas (UIP) de la Coordinación de Difusión Cultural de la UNAM. Luz Yarazai Santes Simbrón y Álvaro Vallarta Vélez leyeron textos alusivos a Pacheco.
Vallarta dijo que JEP debía considerarse la primera Wikipedia del mundo. A “Inventario” lo comparó con el aparato circulatorio de las plantas, en el sentido en que la cultura es un árbol, la historia son las raíces e “Inventario” sería la sabía que sube y baja por la planta. Destacó que Pacheco demuestra que la calidad está siempre al margen de la herramienta comunicativa que se use, más allá de las que nos rodean hoy, como Facebook, X, etcétera.
Por su lado, Luz Yarazai Santes habló de la poligrafía de JEP, de su capacidad de relacionar lo insospechado. Destacó el carácter conversacional del periodismo de Pacheco, donde todos los temas son pertinentes y plantean al lector la necesidad de involucrarse. Resaltó también cómo el periodismo de Pacheco es histórico sin dejar de ser inmediato y digno de llevar, justamente, el nombre de periodismo.