Alimentos agroecológicos, un puente entre nutrición, salud y sostenibilidad

La agricultura convencional agota los recursos naturales, contamina el suelo, el agua y contribuye a la pérdida de biodiversidad

Estos productos generan un medio ambiente más sano.
La producción de alimentos y nuestra forma de consumirlos tiene un impacto más allá de nuestra mesa. La agricultura convencional, impulsada por métodos intensivos, casi industriales, y la dependencia de agroquímicos, ha tenido éxito en aumentar la producción de alimentos como el maíz y el trigo. Sin embargo, también ha generado muchos problemas: agota los recursos naturales, contamina el suelo, el agua y contribuye a la pérdida de biodiversidad. Ante estos desafíos, la agroecología ha emergido como una respuesta prometedora para abordarlos y mejorar la sostenibilidad de la producción alimentaria.

La agroecología es un enfoque holístico de la agricultura que enfatiza principios orgánicos y ecológicos, alineándose con los ritmos y ciclos de la naturaleza. Los productos agroecológicos se cultivan prácticamente en ausencia de antibióticos, hormonas y agroquímicos. Esto significa que se limita la presencia de residuos en los alimentos que consumimos y también en el suelo, agua y aire, por lo que se genera un medio ambiente más sano. En estas condiciones, también se protege a los organismos benéficos (plantas, animales, microorganismos, etc.) y se contribuye a la fertilidad del suelo y a la resistencia natural de los cultivos y el ganado contra plagas y enfermedades. Los diferentes modos de producción agroecológica incluyen a la producción orgánica y biodinámica, los sistemas agro-silvo-pastoriles y tradicionales, así como la agricultura de conservación y de precisión.

Queda claro que al consumir alimentos agroecológicos hacemos una elección consciente en favor de la sostenibilidad ambiental. No obstante, en la actualidad la agroecología no es el origen principal de los alimentos, ya que seguimos consumiendo mayormente los que se producen de la forma convencional. ¿Por qué, como consumidores, deberíamos elegir un alimento producido con prácticas agroecológicas?

Hablemos entonces de la intersección que existe entre salud, nutrición y sostenibilidad. Por un lado, los agroecosistemas biodiversos fomentan el crecimiento de cultivos con perfiles nutricionales distintos y complementarios. Por ejemplo, los huertos familiares, los traspatios y las milpas producen derivados animales como leche y huevo, así como leguminosas, granos, hongos, frutas y verduras, los cuales proporcionan opciones diversas para enriquecer la dieta con vitaminas, minerales, aminoácidos y ácidos grasos esenciales. Además, estos alimentos contienen una serie de compuestos que han demostrado beneficios potenciales para la salud más allá de su valor nutricional.

A estos compuestos se les conoce como nutracéuticos, un término derivado de “nutrición” y “farmacéuticos”. Algunos ejemplos incluyen polifenoles, carotenoides, flavonoides y ácidos grasos omega-3. Estos compuestos están relacionados con diversos efectos beneficiosos para la salud, como la reducción de la inflamación, el apoyo a la salud cardiovascular y el fortalecimiento del sistema inmunológico. Las prácticas agroecológicas crean un entorno propicio para la síntesis de nutracéuticos en plantas y ganado. Cuando las plantas se cultivan en ecosistemas biodiversos, naturalmente acumulan mayores concentraciones de fenoles y flavonoides, ya que justamente muchos de estos compuestos les ayudan a protegerse de plagas y enfermedades.

Por otro lado, los animales domésticos que son criados libres y en pastoreo tienden a producir alimentos que contienen mayores cantidades de ácidos omega-3 y carotenoides. Otro beneficio nutracéutico importante de la diversidad proviene de la conservación de alimentos tradicionales, como es el caso de los quelites, los frijoles y maíces criollos. Diversas investigaciones han demostrado que estos alimentos contienen mayores contenidos de fitoquímicos antioxidantes que muchos superfoods de origen “importado” como la kale o las moras azules.

Consumir alimentos producidos con prácticas agroecológicas es una manera tangible de marcar la diferencia. Al crear una demanda en el mercado para los nutracéuticos agroecológicos podemos impulsar un modelo de producción que valora la contribución de los agricultores en forma justa y bien remunerada. Esto incentivará a más productores agrícolas para que adopten y mantengan prácticas sostenibles a largo plazo. De esta forma, nuestras elecciones contribuyen a hacer la diferencia para las generaciones venideras.

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