Durante su trayectoria, Ana Carolina Sepúlveda Vildósola ha roto estereotipos, y hoy no es la excepción, porque logró derribar otra barrera: se convirtió en la primera directora de la Facultad de Medicina de la UNAM.
Su rostro denota alegría y por medio de sus palabras expresa compromiso, porque sabe que el cargo representa una oportunidad única para retribuir todo lo que le ha dado la Universidad Nacional, pero sobre todo para construir médicas y médicos más humanos que protejan a la sociedad.
Para Sepúlveda Vildósola dedicarse al campo de la medicina fue una de las mejores decisiones que ha tomado en su vida, a pesar de los distintos retos que ha encontrado en el camino, como compaginar su vida personal como mamá y su vida profesional como médica. “Todo ha valido la pena para llegar a este punto”.
Anteriormente no era frecuente ver a tantas mujeres que se dedicaran a estudiar medicina como en la actualidad, pero Sepúlveda Vildósola, junto con otras mujeres, fueron fundamentales para abrir las puertas de la igualdad en el campo de la medicina y pavimentaron el camino para que las nuevas generaciones valoraran que “las mujeres tienen las mismas capacidades que los hombres para ser médicas y que también pueden ocupar puestos de liderazgo”.
“Afortunadamente la situación ha cambiado porque hoy las mujeres en la carrera representan 67 por ciento de la matrícula. Esta cifra nos permite percibir un gran cambio porque antes, si bien no éramos pocas, apenas éramos entre 25 y 30 por ciento, y aún hay muchos retos que debemos enfrentar como sociedad, porque muchas estudiantes todavía sufren el cuestionamiento por decidir estudiar medicina, porque seguimos pensando que es una carrera sólo para varones”, explicó.
Aunque su familia la apoyó en todo momento durante su desarrollo como profesional, las adversidades para la actual directora de la Facultad de Medicina han estado muy presentes, porque ha observado que las mujeres muy pocas veces reciben apoyo para desarrollarse profesionalmente y que se les hace menos cuando irrumpen en áreas en las que los hombres predominan.
“En general, las mujeres tenemos menos oportunidades de desarrollarnos profesionalmente, y todo empeora si queremos ser madres. No hay un apoyo como el que reciben los hombres cuando son padres. En medicina, las mujeres padecemos agresiones de parte de nuestros compañeros, que muchas veces disfrazan con comentarios dizque chistosos. Y creo que en la sociedad aún tenemos la tendencia a hacer menos a la profesional médica porque en la vida hospitalaria los pacientes nos valoran menos e incluso emplean expresiones groseras como ‘señorita’, ‘mi hija’”, dijo.
La doctora Sepúlveda Vildósola indicó que es necesario que la sociedad comience a darle su justo valor a las mujeres y que incluso estemos abiertos a aprender de ellas, porque en muchas ocasiones su visión tiende a ser más abierta.
“En las consultas, por ejemplo, es muy común que los médicos no sean tan apegados a los pacientes. Si bien hay una connotación social de que el hombre debe ser fuerte y no debe llorar, las mujeres podemos incentivarles a que sean más cuidadosos con los pacientes (aunque hay profesionales que ya lo hacen). En algunos estudios se ha encontrado que los cuidados hechos por las mujeres son más efectivos, y pienso que las mujeres tenemos mucho qué decir y aportar para que el mundo sea mejor”, agregó.
Su gran respaldo
En su andar estudiantil y profesional, la doctora Sepúlveda Vildósola tuvo el respaldo de su familia, a la que le da un valor muy especial. Su abuelo, Bernardo Sepúlveda, y sus tíos Jaime y Javier, fueron su inspiración para estudiar medicina.
Al crecer en un ambiente familiar en el que a “las personas se les apoyaba por su talento y no por su género” se le abrió un mundo de posibilidades y decidió que quería dedicarse a “conocer el funcionamiento del cuerpo humano y ayudar a la gente”.
Una vez que supo que quería estudiar medicina, decidió que el mejor lugar para desarrollarse era en la UNAM, donde se graduó como médica cirujana. Sin embargo, su afán de dejar un legado a los demás la llevó a ser profesora impartiendo las asignaturas de Docencia en Ciencias de la Salud, Bioética y Políticas Públicas y Seminario de Investigación. Asimismo, ha sido asesora de 35 alumnos de especialidad, maestría y doctorado.
Si bien el punto más importante en su carrera profesional es el reciente nombramiento como directora de la Facultad de Medicina, Sepúlveda Vildósola no dejó pasar la oportunidad de destacar el apoyo que ha recibido de sus dos hijas, que le obsequiaron una taza con la leyenda “la mejor mamá del mundo”. Esa taza la ha acompañado en sus diversas vivencias y le sirve como motivación en su día a día.
“Si bien mis hijas están con sus ocupaciones universitarias, su comprensión durante gran parte de mi camino profesional fue fundamental. He tenido un gran respaldo de su parte en todo lo que he hecho, y eso me compromete a inspirar a otras mujeres a alcanzar sus metas”, mencionó.
Un liderazgo con diálogo
Aunque lleva pocos días en el cargo, la doctora Sepúlveda Vildósola sabe que tiene una gran responsabilidad no sólo con la comunidad que estudia o estudiará medicina, sino con la comunidad estudiantil en general. Por lo tanto, durante su gestión al frente de la Facultad de Medicina quiere entablar un diálogo con los jóvenes para que con su ayuda pueda llegar a buen puerto.
“Me siento muy arropada y orgullosa de este cargo. Comprendo que hay muchas expectativas y muchos retos por cumplir pero sé que la comunidad me va a apoyar; en estos primeros días, mucha gente ha querido hablar conmigo y compartir sus ideas, y las puertas siempre estarán abiertas para eso porque el diálogo nos enriquece, nos ofrece ideas y nos permite atender las expectativas y necesidades de la gran comunidad estudiantil”, apuntó.
El futuro que viene
Sepúlveda Vildósola tiene muy claro que en su gestión lo primordial será “construir a partir de los cimientos que ya se tienen, aprovechar las fortalezas y desarrollarlas con el fin de formar grandes profesionales médicos”.
Si bien la parte académica es esencial para ella, y buscará incorporar las nuevas tecnologías para sacar el mejor provecho, sabe que también es importante que los estudiantes tengan un momento de esparcimiento y se les atienda mentalmente, por lo tanto, ha convertido esos dos temas en parte esencial de su proyecto.
“Siempre he estado preocupada y ocupada en atender el bienestar de la comunidad hospitalaria. He querido cambiar ese lema de que ‘con sangre, entra la medicina’. Los ambientes hospitalarios deben ser sanos, constructivos, en los que uno se sienta seguro. Debemos procurar a los jóvenes física, pero sobre todo, emocionalmente. Por lo tanto, una de mis prioridades será seguir apoyando el programa que se inició el año pasado de salud mental, y hacerlo crecer”, destacó.
También buscará que cada año se hagan cuatro eventos en los que la comunidad estudiantil y académica puedan convivir. Estos eventos constarán de una carrera, una rodada, una mega clase de zumba y de baile. Además, los jueves se implementará una caminata por las Islas de CU con el fin de fomentar la actividad física.
Por último, se le pidió a Ana Carolina Sepúlveda Vildósola decir algo a la niña que soñaba con ser doctora y que hoy no sólo ha cumplido ese sueño, sino que ha logrado otras metas trascendentes.
“Le diría a mi yo del pasado que estoy muy orgullosa de ella, que valió la pena el esfuerzo que realizó durante todos estos años, y le pediría que nunca pierda el ímpetu, que nunca pierda la sonrisa y que nunca pierda la intención de ayudar a los demás”, concluyó.