Así fueron los últimos días de Venustiano Carranza

Hace cien años el político, militar y empresario mexicano coahuilense se alistaba para enfrentar militarmente a sus adversarios, quienes lo acusaban de intentar imponer a uno de los suyos en la Presidencia de la República

Poco antes del amanecer del 21 de mayo de 1920, el presidente Venustiano Carranza fue asesinado en Tlaxcalantongo, en la sierra norte de Puebla. Según Martín Luis Guzmán, en el “Ineluctable fin de Venustiano Carranza”, el presidente había llegado a esa población el día anterior como a la cinco de la tarde huyendo de las fuerzas rebeldes.

Tlaxcalantongo “no era un pueblo, ni una aldea, ni un lugar. Era una mala ranchería de cuarenta o cincuenta chozas cogidas entre la montaña”, prosigue el escritor chihuahuense, y cita a Luis Cabrera, quien acompañaba a Carranza: “Al llegar nos encontramos con que la mayor parte de las chozas estaban vacías y que casi todos los vecinos del pueblo se habían ausentado…”.

Sin embargo, el grupo que acompañaba al presidente, para protegerse de la lluvia que no dejó de caer durante toda la noche, se acomodó como pudo en ese lugar perdido entre los cerros.

Al mes siguiente de que se promulgara la Constitución del 5 de febrero de 1917, el 11 de marzo se celebraron los comicios para elegir al presidente de la República. Participaron los generales Álvaro Obregón y Pablo González y Venustiano Carranza.

En los mismos comicios se renovaron los poderes, así que una vez instalada la XXVII legislatura del Congreso de la Unión la comisión de diputados encargada de dictaminar la elección declaró que el presidente electo para el periodo del 1 de mayo de ese año hasta el 30 de noviembre de 1920 era Venustiano Carranza.

Desde el inicio de su gobierno tuvo que intentar resolver numerosos problemas. A la actividad cotidiana de gobernar, se sumaba la constante amenaza de sus adversarios, revolucionarios y reaccionarios, enemigos jurados de su gobierno que nunca dejaron de atacarlo. También estaban las presiones de Estados Unidos. Y casi desde el principio tuvo roces con Álvaro Obregón, quien había renunciado a la Secretaría de Guerra.

La lucha por la presidencia fue uno de los últimos problemas que Carranza tuvo que enfrentar, y si bien los comicios estaban programados para mediados de 1920, desde el inicio de 1919 ya se sentía la agitación política.

El 1 de junio de 1919 Obregón, que estaba retirado a sus actividades privadas, envió un telegrama al presidente en el que le informaba que lanzaría su candidatura a la presidencia de la República.

Carranza se sentía seguro porque contaba con una parte importante del ejército y con la adhesión de 16 gobernadores. Sin embargo, Pablo González, el general bajo cuyas órdenes Jesús Guajardo asesinó a Emiliano Zapata, también lanzó su candidatura. La postulación de González significaba que una parte importante del ejército ya no apoyaba al presidente.

La respuesta de Carranza fue la candidatura de Ignacio Bonillas, con la que buscaba imponer a un civil como su sucesor contra uno de los militares más populares de la lucha revolucionaria. El gobierno empezó una campaña contra Obregón, hasta que en abril de 1920 éste tuvo que salir de la ciudad de México disfrazado de trabajador de los ferrocarriles.

El 23 de abril se lanzó el Plan de Agua Prieta en el que se desconoció a Carranza como presidente y se nombró de manera interina al gobernador de Sonora Adolfo de la Huerta como Jefe Supremo del Ejército.

Desde el inicio de la rebelión de los militares sonorenses, buena parte del ejército abandonó a Carranza y con el correr de los días otros harían lo mismo hasta dejarlo con unos cuantos leales.

Desde los primeros días de mayo de 1920, los informes de los avances de las tropas rebeldes a la ciudad de México lo obligaron a huir con su gobierno a Veracruz para reagruparse e iniciar el contragolpe. Pero nunca llegaría al puerto.

De acuerdo con el plan de Carranza saldrían a Veracruz al amanecer del 7 de mayo en el Ferrocarril Mexicano que ya estaba resguardado desde días antes por las tropas de Francisco Murguía. Pero la salida fue a media mañana. Entre los leales que lo acompañaban estaban los alumnos del Colegio Militar.

Desde su salida de la ciudad de México y a lo largo de todo el camino tropas rebeldes lo atacaron y el presidente y su comitiva no encontraron apoyo en ningún lado. El 18 de mayo, Carranza decidió que los jóvenes cadetes regresaran a la ciudad de México.

El 19 durmieron en Tlaltepango Tlaxcala. Esa misma noche el general Francisco Mariel se comunicó con Rodolfo Herrero, de quien estaba seguro los ayudaría a transitar con seguridad por la Sierra de Huauchinango. Al día siguiente se encontraron con Herrero, quien les aseguró su lealtad a Carranza.

Por indicaciones de Mariel Herrero fue el guía hasta Tlaxcalantongo. Herrero iba al frente de la columna al lado de Carranza en el lento ascenso por los cerros y cañadas. Llegaron a eso de las cinco de la tarde y como a las seis, después de asegurarse en cuál jacal estaría el presidente, Herrero solicitó retirarse.

Junto a Carranza, durmieron algunos civiles; los militares se alojaron en otros jacales. Cerca de las tres y media de la mañana fueron despertados por gritos acompañados del ruido de las balas. Estaban siendo atacados en la oscuridad de la noche.

Aunque todas las chozas recibieron las balas, el ataque se centró en la parte trasera del jacal en el que dormía Carranza y en la esquina en la que estaba acostado. Minutos después de iniciada la balacera, Venustiano Carranza moría.

También podría gustarte