¿Cómo las fotos se convirtieron en reliquias?

El uso propagandístico de estos objetos relacionados con el culto católico ha mutado con el paso de los años; su apropiación social “nos abre una puerta para entender la mentalidad de los grupos que se vincularon a los cristeros”, asegura David Fajardo Tapia, del Instituto de Investigaciones Estéticas.

La Guerra Cristera terminó de manera oficial el 21 de junio de 1929, cuando el gobierno federal y el episcopado mexicano llegaron a un acuerdo para establecer la paz en el país después de tres años de enfrentamiento –más de 250 mil personas perdieron la vida en ambos bandos–. Sin embargo, las razones del conflicto no quedaron resueltas del todo –como lo demostró la Segunda Cristiada, acontecida en los años 30– y la lucha ideológica que provocó se mantiene viva hasta nuestros días.

Así lo demuestra la vigencia que mantienen las fotorreliquias cristeras hoy día. “Este tipo de imágenes de la Guerra Cristera siguen circulando”, afirmó en entrevista David Fajardo Tapia, investigador posdoctoral del Instituto de Investigaciones Estéticas (IIE) de la UNAM, “como muchos otros procesos históricos, ha sufrido distintas interpretaciones y reapropiaciones con el fin de reivindicar a ciertos grupos. Particularmente los grupos de ultraderecha mexicanos, que siguen vigentes, por ejemplo, en redes sociales, han recuperado toda la historia de la Guerra Cristera para darle un giro acorde a su perspectiva de los hechos”.

“Es un conflicto que se ha dado a conocer poco. Aunque han habido bastantes estudios desde hace algunos años, no obstante el tema, que implica cuestiones como la religión y la laicidad, sigue siendo bastante espinoso en la actualidad”, señaló el especialista en el uso de la fotografía con fines políticos, quien actualmente realiza un estudio sobre el uso de estos objetos y su impacto social.

La Cristiada inició en 1926 como una consecuencia de la aplicación de la llamada Ley Calles –oficialmente Ley de Tolerancia de Cultos–, la cual buscaba garantizar la laicidad del Estado Mexicano como decretaba la Constitución de 1917. Esto significó que las iglesias no podían ostentar personalidad jurídica, poseer bienes raíces, influir en la vida política del país e impartir el culto (misa) en espacios públicos.

“Más allá de lo corto, se podría decir porque son tres años de guerra, el conflicto fue muchísimo más amplio”, aseguró Fajardo Tapia, “es un proceso que, más allá de vincularse con la religiosidad de las personas, ha tenido distintas repercusiones tanto en el ámbito político como económico y cultural” del país.

Reposicionamiento de los mártires

La investigación realizada por el investigador del IIE se centra en la manera que los cristeros retomaron las imágenes difundidas por el gobierno –de ejecuciones, principalmente– y las recontextualizaron con fines de veneración religiosa y propagandísticos, un proceso que se mantiene hasta la actualidad.

“El culto católico ha buscado reposicionar parte de su discurso histórico recuperando ciertas figuras del conflicto cristero. Varios de los mártires de la guerra, como el caso de Anacleto González Flores, Miguel Gómez Loza o el mismo sacerdote Miguel Agustín Pro, son figuras reconocidas oficialmente por el Vaticano y los rememoran como mártires de una persecusión religiosa. En el caso de Miguel Pro, está reconocido como beato y su proceso de canonización está vigente”, apuntó David Fajardo Tapia.

Autor sin identificar, Retratos de José de León Toral usados para la confección de reliquias, 1929, Centro de Estudios Históricos José de León Toral A. C., colección particular. Foto: David Fajardo Tapia.

“La Iglesia, desde luego, ha obtenido cierta legitimidad para su discurso y postura política a través de recuperar figuras, se recurre necesariamente a ellas como una forma de reposicionarse ante un mundo que se caracteriza cada vez más por el laicismo”, argumentó el especialista y recordó que los últimos reconocimientos de mártires cristeros por parte de la Iglesia Católica se dieron durante el 2005, “cuando Joseph Ratzinger, vino a México y los reconoció oficialmente en Guadalajara el 20 de noviembre, justo en el aniversario de la Revolución Mexicana”.

Para el investigador la elección de la fecha no fue una casualidad, ni “circunstancial, me parece que la Iglesia católica siempre ha tenido una postura política respecto a la Constitución y la Revolución. Recordemos que la Constitución y esta separación Estado/Iglesia fue uno de los detonantes del conflicto de la Guerra Cristera. La Iglesia sigue tejiendo su propia historia, su propia versión de los hechos. Así como la historia oficial que impulsó el gobierno también construyó la propia”.

Fotorreliquias

“Para finales de los años 20 la fotografía era más común entre la población, aunque fue más novedosa en lo relacionado al fotoperiodismo que surgió a finales del siglo XIX, ”, destacó el especialista, “notamos que han pasado por lo menos 30 años desde que la imagen comienza a circular de una forma más constante a través de los periódicos. También nos encontramos que son fotografías que tienen un uso social específico. Ciertos grupos sociales van a recuperar estas fotografías para darles un nuevo uso: el de la devoción. En ese sentido lo conectamos con la idea de la fotorreliquia”.

Una fotorreliquia, de acuerdo con el historiador, es la conjunción entre dos elementos: la fotografía y otros objetos valorados como reliquias. En ocasiones, la fotografía es considerada una reliquia por los feligreses, aun si no está acompañada por algún otro objeto que remitia al asesinato o cuerpo del mártir.

“Al contemplar y analizar su uso social se nos abre una puerta para entender la mentalidad de los grupos que se vincularon a los cristeros”, argumentó. Al estudiarlas se puede observar la evolución de una tradición que se ha mantenido por miles de años en el seno del cristianismo y catolicismo, así lo describió el especialista:

“Es uno de los fenómenos que comparten casi todas las religiones del mundo y desde momentos muy antiguos. En el caso del cristianismo, muchas reliquias recuperan el proceso de crucifixión, se habla de la cruz verdadera, los clavos, el Santo Grial o La lanza del destino. Lo interesante es que al igual que este tipo de objetos (sean sangre, pedazos de huesos, vestimenta que estuvo en contacto con el cadáver de santos o mártires del cristianismo), las fotoreliquias adaptaron una nueva tecnología –la fotografía–, a las premisas y discursos en torno a las reliquias que vienen desde miles de años atrás”.

“El papel de la imagen ha sido fundamental para impulsar el dogma cristiano, y por supuesto el del catolicismo. La fotografía no tenía ni cien años de haberse inventado, cuando comienza a haber un uso devocional y la fotografía es una reliquia para una parte de los católicos mexicanos. No es un caso aislado o exclusivo de México, en otros países se dio ese uso devocional de la fotografía, sin embargo el caso mexicano es interesante porque hablamos de una guerra santa en pleno Siglo XX que usa a la fotografía no sólo como propaganda, sino como un objeto de veneración y devoción”.

Autor sin identificar, El padre Pro orando de rodillas antes de ser fusilado, 23 de noviembre de 1927, fotorreliquia perteneciente a la colección del Museo del Padre Pro. Foto: David Fajardo Tapia.

Reapropiación del terror

El doctor Fajardo señaló que el uso de la fotografía a principios del Siglo XX como una herramienta para infundir terror en grupos insurgentes se dio “tanto en el Porfiriato como en la Revolución, la estrategia era usar a la fotografía como forma de intimidación, una suerte de aleccionamiento visual”.

“Cuando llega la Guerra Cristera se busca implementar esta estrategia nuevamente de difusión y ahí me encontré con esto: a los cristeros les dirigían imágenes de los rebeldes asesinados y varios católicos y combatientes, más allá de intimidarse, los tomaban como estandartes y mártires de la lucha. Ese uso a modo de escarmiento visual se encontró con una reapropiación de los cristeros, quienes no necesariamente veían el terror en las imágenes o el aleccionamiento, para ellos era un impulso a seguir porque estas figuras asesinadas eran considerados como modelos de conducta”.

Su investigación se concentra en dos de las figuras más importantes para dicho movimiento religioso: el sacerdote Miguel Agustín Pro y José de León Toral. Dos casos, según afirmó Fajardo Tapia, que permiten constatar a plenitud el uso y distribución de este tipo de objetos, así como sus objetivos.

“Son dos casos emblemáticos. Miguel Agustín Pro era miembro de la Iglesia Católica, un jesuita reconocido oficialmente. Por lo cual su causa y su caso han tenido reconocimiento y apoyo de parte de la Iglesia católica”, detalló y agregó que en el caso de “José de León Toral, quien asesinó al General Obregón en julio de 1928, a diferencia del padre Pro, no está reconocido por la Iglesia Católica. De hecho, no les interesa hablar de él, es un personaje muy polémico, nunca lo han querido reconocer”.

“Son dos casos que ocurrieron hace mucho tiempo pero siguen siendo figuras importantes para la mentalidad de los grupos de ultraderecha o aquellos que se asumen como descendientes de los cristeros. Hacía el año 2001, familiares de León Toral y algunos grupos que lo reconocen como héroe y mártir de la cristiada intentaron abrir una causa para que fuera reconocido o la posibilidad de ser considerado beato o mártir, sin embargo la Iglesia Católica les cerró las puertas”, subrayó.

“Esto nos habla de una religiosidad popular que, pese a las premisas institucionales del Vaticano, los devotos han decidido recuperar aún con las negativas de la institución. La historia siempre está vibrando en nuestro presente a través de distintas manifestaciones culturales o ideológicas, siempre vibra. Llama mucho la atención cómo ha pasado el tiempo de este conflicto y se siguen creando estas imágenes que remiten a ese periodo de la historia pero que están hechas para enmarcar a estos personajes de una manera y no de otra”.

“Son objetos que todavía se pueden comprar en la actualidad, algunas de las imágenes que son las fotografías que se tomaron para los periódicos y se usaron para intimidar. De hecho, cuando tú compras una reliquia del padre Pro en la parte de atrás dice: en caso de recibir un milagro, favor de comunicarlo a la causa. Llama la atención cómo una fotografía tomada hace más de 90 años y mostrada en la prensa como escarmiento, a casi un siglo la misma imagen se vende para reivindicar al personaje”.

“Si durante la guerra la lógica era la de un discurso de dominación al usar este tipo de fotografías, después se convirtió en la lógica de un discurso de resistencia ante el uso político de estas imágenes. Podemos ver que casi 100 años después la imagen no tiene sentido por sí misma, tienen sentido a partir de una institución que las legitimó y las está promoviendo como parte de la cultura católica que reivindica al personaje. Es el caso contrario con León Toral, un personaje que la Iglesia Católica jamás va a reconocer, porque asumiría la responsabilidad y complicidad del asesinato de Alvaro Obregón, esto podría ser muy problemático en el presente”, recalcó.

Autor sin identificar, Fotorreliquias de José de León Toral, 1929, Centro de Estudios Históricos José de León Toral A. C., colección particular. Foto: David Fajardo Tapia.
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