Documentación del patrimonio cultural, vía para evitar el tráfico ilícito

Tener buenos datos es garantía de lograr la protección y el disfrute de nuestros bienes: Pedro Ángeles Jiménez del IIEs

Foto: Francisco Parra.

La documentación del patrimonio cultural es estratégica, ya que es una de las mejores herramientas para combatir el tráfico ilícito de piezas arqueológicas u obras de arte, y constituye un elemento que permite comprender mejor nuestro legado histórico y artístico.

“Tener buenos datos es garantía de lograr una relación mucho más armónica entre la protección, el disfrute y el conocimiento de nuestro patrimonio cultural, y eso es lo que se busca. Desde la UNAM nos hemos preocupado por la profesionalización en este ámbito”, aseguró Pedro Ángeles Jiménez, coordinador de la Unidad de Información para las Artes (Uniarte) del Instituto de Investigaciones Estéticas (IIEs).

En entrevista agregó que el tráfico ilícito de obras de arte es un problema grave porque se relaciona con el crimen organizado. “El robo de arte sacro y la sustracción de bienes en zonas arqueológicas semiexploradas o sin explorar, sin vigilancia continua, hace urgente un sistema de documentación adecuado. Es un pendiente que tenemos con la sociedad y debemos trabajar para que se dé con las mejores características”.

En México, reconoció, la organización del conocimiento del patrimonio cultural mediante la catalogación y la documentación no tiene todavía el arraigo que quisiéramos.

Para impulsar las buenas prácticas de la documentación en nuestro país, la Ciudad de México será sede –del 24 al 28 de septiembre próximo– de la Conferencia Anual 2023, del Comité Internacional de Documentación (CIDOC), donde se reunirán especialistas nacionales y extranjeros. El encuentro, organizado por el IIEs, también tiene como objetivo que la relación directa de la UNAM con ese organismo internacional “se expanda en redes de conocimiento al resto de las instancias culturales del país”.

Información es poder

Pedro Ángeles recordó que cuando concluyó la Segunda Guerra Mundial, en 1946 se fundó el Comité Internacional de Museos (ICOM), y fue gracias a la documentación que el patrimonio fue restituido a los lugares de donde había sido extraído durante la conflagración.

Existen museos de todo tipo, incluso para las ideas, como el Interactivo de Economía o el de Memoria y Tolerancia, que exponen conceptos más que objetos. Ante esta complejidad, el ICOM desarrolló comités, uno de ellos es el CIDOC, encargado de generar normas y mejores prácticas para solucionar el tema de la organización del conocimiento de esos recintos.

El universitario rememoró que en 1990, en el Museo Isabella Stewart Gardner, de Boston, Estados Unidos, se registró el robo de obras de Vermeer, Rembrandt y Degas. Nunca se resolvió el caso y hasta la fecha se exponen los marcos de las obras saqueadas, “como testimonio de ese faltante”.

En 1993 inició una discusión internacional que reunió a una gran cantidad de especialistas de diversas áreas, museos, patrimonio cultural, aduanas y comercio de obras de arte, con el fin de definir un estándar que ayudara a identificar las que están en tránsito o que se detectaron como faltantes. Se estableció el denominado Object-ID para reconocer los objetos (con datos como su autor, año de creación, técnica, etcétera) y boletinarlos en caso de robo.

“El tráfico ilícito de obras artísticas y de patrimonio cultural sigue las mismas rutas de las peores prácticas que tiene la humanidad: tráfico de drogas y de personas, con los mismos comportamientos. Y así como hay boletines de la policía a fin de localizar a quienes son prófugos de la justicia, el Object-ID de una obra robada genera una ficha que se suma a una ‘lista roja’ que mantienen organizaciones policiacas, como la Interpol y la propia Unesco, para su localización”. En esos casos, la documentación vuelve a jugar un rol prominente.

Cada vez que en un museo se recibe una obra “se generan documentos donde se habla de cuál es su estado, quién la ha traído, cómo fue adquirida (compra, donación u otro mecanismo), etcétera; se toman sus medidas, se asigna un número de inventario y todo queda dentro de los registros de cada recinto”, detalló.

No obstante, vemos que los museos presentan diferencias cuando integran la información; “hay algunos con grandes adelantos y otros tienen muchos problemas”. En México, las instituciones nacionales realizan esfuerzos importantes en ese sentido. Los institutos nacionales de Antropología e Historia y de Bellas Artes y Literatura han recibido atención para determinar su acervo; sin embargo, el patrimonio se extiende más allá de los muros de los museos, por ejemplo a zonas arqueológicas, estudiadas o no, porque hay aproximadamente 200 abiertas al público y cientos o miles que no lo están.

Documentar el patrimonio es estratégico para las organizaciones e instituciones culturales, incluida la UNAM, que resguarda decenas de museos y edificios históricos, y miles de objetos, desde fósiles hasta murales, finalizó Ángeles Jiménez.

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