Transporte público de la CdMx

El 18 % de capitalinos experimenta estrés durante sus traslados

Tercer seminario organizado por la Facultad de Psicología y las sedes de la UNAM en Canadá y en San Antonio, Texas

Un 18 por ciento de quienes viven y trabajan en Ciudad de México (CdMx) aseguran que siempre o casi siempre experimentan estrés durante sus traslados, principalmente en el transporte público, pero entre quienes viven en municipios conurbados y en el Estado de México y se trasladan a la capital, el porcentaje aumenta hasta 24 y 35 por ciento, respectivamente.

Así lo expuso Fransilvania Callejas Pérez, estudiante del Doctorado en Psicología de la Facultad de Psicología (FP), quien realizó un estudio durante la emergencia sanitaria por coronavirus y en el cual 80 por ciento de los usuarios de transporte público reportó que sus recorridos son muy largos, de entre 60 y hasta 240 minutos, sobre todo quienes viven en las áreas limítrofes de la Zona Metropolitana del Valle de México y se trasladan a CdMx.

“No hay una relación directa entre el tiempo de traslado y el estrés, pero sí cuando intervienen variables relacionadas con cómo interpretamos y vivimos los riesgos asociados a ese tiempo y la forma en que lo enfrentamos”, dijo durante el Tercer Seminario de las Acciones del Posgrado de la Facultad de Psicología de la UNAM ante la Pandemia Covid-19 “Estrés ambiental en el transporte y en los hospitales”.

En el encuentro organizado por la FP y las sedes de la UNAM en Canadá y en San Antonio, Texas, Calleja Pérez expuso que quienes pasan más tiempo transportándose, con más frecuencia evalúan y perciben riesgos, lo que les hace experimentar estrés con mayor regularidad.

Para evitar esta situación, pueden usar estrategias de distanciamiento emocional al pensar en otras cosas y distraerse de lo que ocurre en el momento, pero eso sólo se logra si se garantiza un ambiente seguro, sin riesgos de robo o asalto.

En su estudio –efectuado con base en 32 entrevistas cualitativas y tras analizar 728 instrumentos contestados en línea– también preguntó sobre aspectos relacionados con el tiempo, la comodidad y el costo del transporte, entre otros asuntos. Un 50 por ciento de los usuarios consideró que nunca o casi nunca su traslado es seguro y las unidades no están limpias.

Además, 78 por ciento expresó que tampoco está seguro ante las condiciones de coronavirus.“Con la pandemia, además de estos problemas cotidianos, se presentan otros asociados al riesgo de contraer Covid-19, relacionados con el comportamiento de choferes y usuarios como el no usar cubrebocas, lo que genera ansiedad, estrés y miedo a contagiarse”, expuso la universitaria.

Acotó que durante la emergencia sanitaria se modificaron los patrones de movilidad, pues ante el confinamiento disminuyó considerablemente el tráfico en la Zona Metropolitana del Valle de México, en donde se realizan cerca de 35 millones de viajes, de los cuales siete millones son en transporte público.

Previamente, la directora de la sede de la UNAM en San Antonio, Paula de Gortari expuso que el estrés ambiental tiene consecuencias en la salud mental, la calidad de vida de las personas e incluso en la economía. Aseguró que estudios recientes advierten que los problemas de movilidad cuestan a los mexicanos cerca de 69 mil millones de pesos.

El estrés por la espera en ambientes de naturaleza tensa, como un hospital, también debe ser evaluado, dijo, al tiempo que se pronunció por implementar políticas públicas que brinden condiciones físicas humanizadas.

El titular de la sede de la UNAM en Canadá, Constantino Macías García, expuso que en muchas ocasiones las personas son objeto de agresiones prolongadas –como el ruido y la contaminación– que son afecciones crónicas de las cuales es necesario hacer conciencia. Asimismo, señaló que se requieren políticas públicas para reestructurar la forma en cómo nos transportamos, pero también es necesario que haya voluntad individual para cambiar hábitos de transporte.

Durante la sesión, Maricela Irepan Aguilar, también estudiante del Doctorado en Psicología, expuso un estudio sobre simulación ambiental con 132 pacientes, a quienes se proyectaron imágenes y videos con contenidos naturales, a fin de crear ambientes restauradores, relajantes.

Ante los resultados positivos de este tipo de ambientes, los hospitales han empezado a implementar áreas verdes, jardines terapéuticos o terrazas, y a instalar pantallas que simulan el cielo o áreas con árboles en salas de radioterapia, agregó la universitaria, acompañada de Patricia Ortega-Andeane, académica del Posgrado de la FP.

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