Emiliano Zapata, cien años de vigencia

Defendió el agrarismo, la resistencia campesina y la lucha por la dignidad humana

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Emiliano Zapata es un personaje transversal de la historia del país. Uno de los más populares caudillos de la Revolución Mexicana fue símbolo del agrarismo, de las luchas campesinas y defensor de la dignidad humana, un valor universal que le da vigencia a cien años de su muerte, coincidieron expertos reunidos en la Facultad de Filosofía y Letras (FFyL).

Lo asesinaron el 10 de abril de 1919 en Chinameca, Morelos; y para lograrlo hubo que hacerlo a traición, mediante una trampa. “Emiliano Zapata es uno de los héroes nacionales de mayor impacto y significación en la historia contemporánea de México, desde que en 1911, al frente de un pequeño grupo de seguidores, se adhirió a la rebelión nacional organizada por Francisco I. Madero para derrocar al gobierno de Porfirio Díaz”, señaló Felipe Ávila, director de Investigación del Instituto Nacional de Estudios Históricos de las Revoluciones de México (INEHRM).

Ávila participó en un homenaje al Caudillo del Sur a propósito del centenario de su muerte. La mesa estuvo moderada por la profesora de la FFyL, Josefina Mac Gregor, en el Aula Magna de esa entidad académica.

“La imagen icónica y positiva que creció después de la muerte del agrarista hasta convertirlo en un mito, tuvo una historia negra durante su vida, cuando especialmente entre su lucha de 1911 a 1919, el gobierno y sus opositores propagaron la imagen de un Zapata cruel, sanguinario, ignorante, asociado con un alacrán y con Atila (de ahí el apodo el Atila del sur)”, mencionó Ávila.

El investigador del INEHRM aseveró que el objetivo de los gobiernos posrevolucionarios “fue lograr un consenso ideológico sobre la Revolución, mediante la construcción y la propagación de la historia oficial. Se creó así el mito de la Revolución Mexicana como uno de los tres grandes momentos de fundación de la nación”.

Defensor del municipio

Identificado con la frase “Tierra y Libertad” (inmortalizada en varias iconografías y en obras de arte como las de Diego Rivera), Emiliano Zapata tuvo en realidad otro lema, dijo el director del Museo Nacional de Historia, Salvador Rueda.

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“Reforma, libertad, justicia y ley fueron sus demandas, que acompañan al Plan de Ayala y también son vigentes”, consideró.

Rueda comentó que Emiliano Zapata fue un defensor del municipio, como una organización cercana a los vecinos, que después se dirigía en su estructura a un distrito y luego a un gobernador. “Era el modelo de José María Morelos”, señaló.

“La parte del gobierno que le interesaba organizar era el municipal, el ayuntamiento. Sostenía que el funcionamiento de este cuerpo político (que va a cumplir 500 años), es la fuente de la democracia mexicana, por eso tenía que ser libre y soberano”, apuntó Rueda.

En el encuentro estuvo también el antropólogo Francisco Pineda.

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