Empatía, “pegamento social” que permite conectarnos con los demás

Mezclada con bajos niveles de regulación emocional puede generar trastornos

¿Cómo se define?

La empatía es un puente entre las emociones de otra persona y las nuestras. Podemos definirla como la habilidad para compartir y entender las emociones de otros, distinguiendo entre nosotros mismos y los demás. Constituye una respuesta ante las experiencias de otras personas, en la que buscamos construir internamente el mismo estado mental de los demás.

Para comprender la empatía como una habilidad que nos conecta con otros, es preciso distinguir los dos aspectos principales que la constituyen: el cognitivo (entender las emociones y circunstancias de quienes nos rodean), y el emocional (compartir las emociones de los que están a nuestro lado).

Esta distinción es necesaria, en tanto que las personas con trastorno del espectro autista tienen dificultades para entender lo que les ocurre a los demás, sin embargo presentan una empatía emocional intacta. Quienes lastiman a otros tienen el patrón contrario: su empatía cognitiva está desarrollada, pero su empatía emocional no.

Descripción psicológica

Cuando miramos a otra persona, es posible que nosotros experimentemos:

a) La fase de contagio emocional. Respuesta ante esa emoción con una parecida en valencia (si nuestro semejante está contento, nos contagiamos de alegría; si está triste, de tristeza). Esta reacción es inmediata, automática y al imitar la emoción de quien tenemos enfrente, la experimentamos y comprendemos.

b) La fase cognitiva. Entender cuál es la emoción ajena y separarla de la propia.

c) La fase conductual. Una reacción ante la emoción del otro. Cuando alguien necesita ayuda, se tendrá una conducta que disminuya su angustia o de alejamiento para aminorar nuestra propia aflicción.

La empatía es un estado mental que puede controlarse y modificarse. La regulamos alterando la perspectiva que tenemos de los demás, suprimiéndola y controlando nuestra exposición a situaciones emocionales.

En general, la empatía no se da con todas las personas, sino con aquellas que consideramos parte de nuestro grupo. Cuando creemos que alguien no pertenece a nuestra comunidad, será muy difícil conectar con sus emociones. De igual forma, evitamos empatizar con aquellos que consideramos no merecedores de la empatía.

El proceso empático puede iniciarse desde la cognición: escuchar sobre la vida de alguien puede llevarnos a imaginar las emociones que experimenta. Esto ocurre constantemente cuando oímos noticias en la televisión, vemos películas o leemos libros. Aunque otras personas no siempre reconozcan explícitamente las emociones que sienten, nosotros las imaginamos al conocer su situación.

Fisiología

Cuando vemos a alguien experimentar una emoción, tenemos una reacción involuntaria y automática en la que se activan los mismos músculos que la otra persona está ocupando. A esto se le llama “fisiología compartida”.

Se ha reportado que la respuesta es diferente cuando la emoción que se observa es positiva o negativa. Las personas que identifican correctamente la emoción negativa de otra, tienen respuestas fisiológicas similares a la emoción observada; pero cuando se trata de una emoción positiva, aquellos que identifican adecuadamente la emoción del otro tienen una respuesta cardiovascular menor. Dicho de otra forma, ante las emociones negativas hay una respuesta empática parecida en el observador, mientras que ante las emociones positivas la respuesta es diferente, de mayor relajación.

La empatía que se produce hacia personas que queremos tiene una fisiología distinta. Cuando las madres ven fotos e imitan las expresiones de sus propios bebés, tienen una respuesta en las neuronas espejo de la ínsula y en las áreas límbicas. También se produce una fuerte activación de una región fuera del circuito de la imitación: el área pre-AMS, que es un área importante para la planificación motora compleja y el secuenciamiento motor. Esto indica que cuando las madres observan a sus hijos, no sólo reflejan las emociones de las expresiones faciales de su bebé, sino que activan una serie de planes motores para interactuar con el bebé de manera efectiva.

Cómo se identifica y se manifiesta

En 1970, el psicólogo Andrew Meltzoff mostró que los recién nacidos imitan ciertos gestos rudimentarios manuales y faciales de manera instintiva, como la sonrisa, la expresión de tristeza y de sorpresa.

La empatía es una habilidad que desarrollamos para comprender las emociones de otros, lo que resulta vital para sobrevivir. Cuando los otros están enojados nos permite salvaguardarnos, igual que comprender cuando estamos en peligro.

La evolución de la empatía puede ser rastreada hasta el cuidado parental, ya que resulta indispensable saber cuándo los bebés tienen que comer o están incómodos. También ayuda a coordinarnos cuando nos movemos de un lugar a otro, y asistir a compañeros que tienen alguna necesidad.

Sin embargo, no se debe entender que la empatía surge sin ningún esfuerzo. Debe ser fomentada y cuidada, y cuando las personas crecen en contextos que no la cultivan, será una habilidad poco desarrollada.

Utilidad

La empatía ha sido llamada el “pegamento social”, en tanto que nos permite conectarnos con otras personas. La función más importante que tiene la empatía es adherirnos al grupo, en tanto los seres humanos necesitamos de los grupos para sobrevivir. Esto fue necesario mucho tiempo atrás, cuando teníamos que protegernos de depredadores. Continúa siendo así en un mundo donde las interconexiones entre los individuos y los grupos humanos nos permiten sobrevivir.

Diversas situaciones nos ayudan a comprender su función de “pegamento social”. Por ejemplo, de forma muy cotidiana podemos pensar en los cuidadores primarios, quienes empatizan con sus hijos para comprender lo que necesitan.

De igual forma, cuando estamos en una conversación, el mundo de las palabras nos comunicará mucha información, pero el mundo sin palabras, el emocional, nos dirá gran parte de lo que ocurre. El acceso a este mundo de información es posible a través de la empatía y se refleja en que las personas más empáticas en general tienen mejores relaciones sociales con otros, suelen ser más populares y forman relaciones de pareja más exitosas.

Esto es porque los seres empáticos en general tienden a responder imitando a los otros (sus formas de hablar, expresiones emociones y palabras), lo que resulta en una sensación subjetiva de que “la interacción es más simple”. A esto se le denomina efecto camaleón.

Cuando alguien nos imita, tendemos a sentir que estamos más conectados con esa persona y nos agradará más. Esto ocurre de forma natural en las interacciones sociales exitosas. La empatía también lubrica las relaciones sociales y las facilita, ya que puede calmar nuestras emociones de enojo y ayudar a disminuir la violencia y el bullying, siempre que esté acompañada de valores prosociales.

Ejemplos

En la vida cotidiana con extraños, todos los días experimentamos empatía, incluso cuando estamos interactuando con personas desconocidas. Cuando nos encontramos a alguien en la calle que nos pide ayuda para encontrar un lugar o darle cambio de algún billete, podemos experimentar que las personas repiten lo que nosotros les dijimos o que nos sonríen como respuesta a nuestra asistencia.

En la vida cotidiana íntima (con la gente que amamos), las relaciones más saludables también contienen empatía: cuando le narramos a las personas lo que nos sucede, compartimos nuestros dolores y nuestras alegrías, es posible que los demás nos entiendan y se interesen a través de esta emoción. Por otro lado, cuando convivimos con seres que sufren mucho dolor por alguna enfermedad y eso nos hace sentir cansados, también es por la empatía.

Manejo

Pese a que tenemos todo un equipamiento biológico para experimentar empatía, ésta debe ser fomentada para desarrollarse. Cuando somos pequeños una de las mejores formas es a través de historias, en las que comprendemos las diversas vivencias que tienen los grupos humanos y todos los sentimientos que experimentan.

A través de historias de migrantes, de personas de otras religiones o con orientaciones sexuales distintas y orígenes étnicos diversos, podemos entrenar nuestra habilidad empática.

Las personas cercanas a los niños suelen preguntarles qué se imaginan que los otros sienten ante diversas circunstancias; esto entrena su habilidad y la mejora. A la vez, es importante compartir constantemente con los niños el mundo emocional de las personas y de los animales; por ejemplo, cuando un niño le pega a otro, lo esencial es resaltar que no debe hacerlo, porque lastima al otro.

Esto genera una regla moral basada en el cuidado a los demás. En el mismo sentido, cada vez que los niños muestren preocupación, será relevante reforzarlos y recompensarlos con algún elogio como “lo has hecho muy bien”. La empatía no debe ser reforzada mediante dulces, comida o acceso a juegos, así como tampoco debe ser castigada su ausencia. Dada su naturaleza social, la empatía debe ser reforzada a través de recompensas sociales, como una sonrisa o elogios.

Para no convertirse en un cuchillo de doble filo, la empatía debe ser acompañada de regulación emocional. Es decir que, cuando las personas se sientan abrumadas por las emociones de otras, la regulación emocional les permitirá tener herramientas para manejar esas emociones y que no les consuman. Cuando alguien no maneje adecuadamente un desbordamiento empático, puede sentirse angustiado y cansado.

Situación que amerita apoyo

Burnout y empatía. Si bien la empatía es muy importante para que las personas que trabajan al servicio de otros puedan comprenderlas, cuando comienzan a cansarse, pueden ser agresivos con otros.

Trastorno del Espectro Autista. Durante el desarrollo, los padres pueden detectar que sus hijos tienen problemas para comunicarse e interactuar con los demás. Puede tratarse de autismo si los niños muestran dificultades para mantener el flujo de ida y vuelta de una conversación, una disposición reducida para compartir intereses y emociones con otros.

Trastorno disocial. También es posible identificar a niños y adolescentes que tendrán dificultades para compartir las emociones de otros.

Referencias culturales

Woo, una abogada extraordinaria. Una abogada con síndrome de Asperger. La serie refleja todas las peripecias que experimenta al comenzar su vida laboral, donde ya no sólo es importante que tenga buenas calificaciones y conocimientos, sino también buenas relaciones con sus clientes y los jueces. La serie refleja cómo las personas alrededor de ella reconocen su bondad y le enseñan pacientemente las reglas sociales del mundo.

La libertad del diablo, de Everardo González (México, 2017). Película documental mexicana. La cinta refleja las diferentes caras del narcotráfico en México. Es posible ver a las madres de los desaparecidos, asesinados y sicarios hablando sobre el dolor de mirar a sus hijos perder la vida o el buen camino. También hay entrevistas directas a militares y sicarios, quienes hablan sobre lo difícil que es tomar la vida de otras personas.

Libro Hey Little ant (Hey, pequeña hormiga). Phillip y Hannah Hoose. En esta obra, una hormiga está a punto de ser pisada por un niño. Ella decide hablarle al niño y explicarle lo difícil que es la vida de una hormiga.

En defensa del altruismo. Matthieu Ricard. Este libro, escrito por un monje budista, es un brillante ensayo que nos invita a apreciar la empatía como una de nuestras mejores cualidades y a mirar a los seres humanos como entes bondadosos y capaces del mayor altruismo. El texto defiende la idea de que a través de la empatía podremos resolver los problemas más profundos de la humanidad.

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