15 años del campus central de CU como Patrimonio Cultural de la Humanidad

En su tiempo representó la construcción de una utopía

Una de sus virtudes es que logró conjugar urbanismo, paisajismo, arquitectura, ingeniería y las bellas artes en una sola área dedicada al estudio

Foto: archivo Gaceta UNAM.

La inscripción del campus central de Ciudad Universitaria (CU) de la UNAM en la lista del Patrimonio Cultural de la Humanidad de la Organización de las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura (Unesco) es un reconocimiento al proyecto cultural más importante de México, a la Universidad de la nación y también a la calidad y grandeza de la arquitectura moderna mexicana del siglo XX.

Lo anterior de acuerdo con el director de la Facultad de Arquitectura, Juan Ignacio del Cueto Ruiz-Funes, quien añade: “La creación de un campus para la UNAM en las cercanías del Pedregal de San Ángel, al sur de Ciudad de México, representó la construcción de una utopía de lo que fue hace casi 70 años lo más adelantado en cuestiones arquitectónicas y de desarrollo urbano, incluso de posturas pedagógicas”.

Hace tres lustros, el 28 de junio de 2007, este espacio obtuvo oficialmente la declaratoria por parte del organismo internacional, gracias a que logró conjugar urbanismo, paisajismo, arquitectura, ingeniería y las bellas artes en una sola área destinada al estudio, y cuyo título le permite incorporarse al selecto grupo de universidades en el mundo que portan esta distinción.

De acuerdo con esa institución, el resultado fue la creación de un conjunto arquitectónico monumental ejemplar del modernismo del siglo XX, que encarna valores sociales y culturales de trascendencia universal y ha llegado a ser uno de los símbolos más importantes de la modernidad en América Latina.

La categoría alcanzada incluye el primer circuito universitario inaugurado en 1952 y sus más de 50 edificios dentro de una zona núcleo de 176.5 hectáreas, que representan 25 por ciento de las 730 totales del campus universitario.

Como límites de esta área se tiene hacia el Poniente el Estadio Olímpico; al Sur los Frontones y la Zona Deportiva; al Oriente la Facultad de Medicina, y al Norte los edificios de las facultades de Filosofía y Letras, Derecho, Economía y Odontología.

Del Cueto Ruiz-Funes destaca que en la edificación de esta magna obra participaron aproximadamente 150 arquitectos, 350 ingenieros, miles de albañiles y se desarrollaron sectores importantes de la industria de la construcción. Fue una auténtica hazaña haber concluido una obra de semejantes dimensiones en dos años y medio.

Resalta que esta casa de estudios fue la quinta universidad inscrita en la lista de la Unesco en esa categoría y la segunda del siglo XX; le antecedió la Universidad Central de Venezuela, en Caracas, así como la de Virginia, Estados Unidos, fundada en el siglo XIX; de Alcalá de Henares, España, constituida en 1499, y la de Coímbra, Portugal, creada en 1290, una de las más antiguas de Europa, y cuyas arquitecturas son de siglos atrás.

El experto refiere la importancia de la arquitectura del paisaje que envuelve al campus central universitario, reconocido por el organismo internacional. “Los edificios se dispusieron de tal manera, incluso, inspirados en el urbanismo prehispánico, y cuyas estructuras conforman este gran espacio abierto, alrededor del cual se ubican distintos edificios en los que se realizan actividades diversas, pero sus usuarios convergen en un espacio central”.

Una de las virtudes de esta obra arquitectónica es la unidad que le brinda el paisaje; el tratamiento de los espacios abiertos y de los pavimentos, además de la vegetación, todo ello en conjunto le aporta esa unidad dentro de la diversidad.

Del Cueto Ruiz-Funes expone que uno de los valores importantes de CU, es que fue una obra colectiva de lo que debía ser la creación de un nuevo campus para una universidad tan importante como la nuestra. “Esta concepción en la que participaron tantas cabezas, es una producción coral que reunió el talento, inteligencia e iniciativa de muchas mentes que cristalizaron una idea arquitectónica que dio respuesta a las necesidades de su momento”.

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