El diagnóstico y la neurorrehabilitación a edades tempranas determinan una mejor adultez

Fundamental, identificar y abordar de manera temprana este problema, exponen especialistas universitarios

Expertos de la Escuela Nacional de Estudios Superiores (ENES) Unidad León dan terapia neurohabilitatoria a recién nacidos y lactantes de edades muy tempranas, con riesgo de presentar daño cerebral, a fin de aprovechar el periodo máximo de plasticidad cerebral y disminuir o atenuar secuelas.

Cristina Carrillo Prado, académica de la clínica de Fisioterapia, explicó que en México cerca de 20 por ciento de las discapacidades se originan por eventos prenatales, perinatales y posnatales; por ello, es fundamental identificar y abordar de manera temprana a esta población.

Los niños que nacen prematuros, que cursaron con asfixia, sepsis, hiperbilirrubimenia, entre otras afectaciones, pueden presentar trastornos sensoriales, motores, cognitivos y/o conductuales.

Jesús Barrera Reséndiz, también académico de la licenciatura de Fisioterapia en esa misma entidad, subrayó que el principal factor para daño cerebral es el nacimiento prematuro, pues mientras menos semanas de gestación tenga un bebé, aumenta la posibilidad de enfrentar más condiciones adversas para el neurodesarrollo.

Según la Organización Mundial de la Salud se consideran prematuros los nacimientos anteriores a las 37 semanas, pero hay estudios que afirman que las semanas 38 y 39 son cruciales para el desarrollo cerebral.

Además, se calcula que en México más de nueve por ciento de los nacidos vivos son prematuros, agregó el doctor en Ciencias del Comportamiento.

Las terapias que se dan en la ENES están basadas en el método Katona, en la estimulación vestibular, para trabajar equilibrio, movimientos complejos en el bebé, entre muchos otros aspectos.

Esos tratamientos se han utilizado desde hace varios años en la Unidad de Investigación de Neurodesarrollo del Instituto de Neurobiología, campus Juriquilla de la UNAM, en la que han colaborado los dos expertos universitarios. El proyecto lo inició la investigadora Thalía Harmony Baillet, quien busca se replique en otras unidades de atención.

Atención oportuna

Carrillo Prado indicó que a través de la terapia neurohabilitatoria han intervenido en lactantes de 26 semanas con un peso de alrededor de 680 gramos hasta pacientes a término. Toda vez que el niño es dado de alta y no hay un compromiso cardiovascular o respiratorio, comienza el tratamiento.

“A partir de las maniobras que ejecutamos, sabemos qué capacidades cognitivas y psicomotoras del recién nacido aún no desarrolladas estamos estimulando. Son años de experiencia y conocimiento que nos certifican en la aplicación de la técnica neurohabilitatoria”, añadió.

Se realiza una evaluación de las conductas motoras de los infantes que están presentes entre las 28 semanas de gestación y los cuatro meses de vida extrauterina. Se observa que no presenten posturas o movimientos anormales conforme se desarrollan y que, a partir de la terapia consoliden hitos motores desde el control cefálico hasta la marcha independiente en edades adecuadas.

También vigilan su evolución cognitiva: su lenguaje y aprendizaje. “A veces estos son los problemas que nos refieren los papás a los tres, cuatro, cinco años, cuando los niños ya están en maternal, preescolar y es donde vemos el impacto y la conveniencia de haber intervenido de manera temprana”.

Los bebés de 25 o 26 semanas de gestación se consideran prematuros extremos y tienen periodos intrahospitalarios muy largos. “En la ENES Unidad León los recibimos a la edad equivalente a término, dos meses después de que han nacido, aproximadamente”, expuso Barrera Reséndiz.

A partir de las maniobras que ejecutan, saben qué capacidades cognitivas y psicomotoras del recién nacido aún no desarrolladas están estimulando.

Apoyo en Morelia, Michoacán

Carrillo Prado ha supervisado el entrenamiento de personal de salud a cargo de fisioterapeutas capacitados en neurohabilitación en el Centro Regional de Desarrollo Infantil y Estimulación Temprana, en Morelia, Michoacán, para que pueda identificar y llevar el seguimiento neurohabilitatorio de los lactantes con riesgo neurológico.

Además, se entrenó a padres de familia en la terapia neurohabilitatoria, que es un tratamiento intensivo, el cual tiene que aplicarse a los niños dos o tres veces al día, entre 30 y 45 minutos.

“A partir de la repetición intensiva de los patrones la idea es corregir conductas motoras anormales. Pretendemos que el pequeño logre realizar los movimientos de manera adecuada: que gatee en el momento que le corresponda gatear; que se siente cuando le corresponda hacerlo, y así vamos vigilando su neurodesarrollo, favorecemos movimientos normales.”

Trabajo en León, Guanajuato

Barrera Reséndiz mencionó que desde hace dos años trabaja en la prevención de secuelas de daño cerebral en bebés prematuros, en coordinación con el Centro de Tamizaje Oportuno (CETO) del Hospital de Especialidades Materno Infantil de León. De allí se han referido entre 40 y 45 niños de familias de bajos recursos.

Asimismo, se atienden unos 35 más ya con secuelas. “Son aquellos que tardan mucho tiempo para poder controlar la cabeza, arrastrarse, sentarse o no logran hacerlo, y es cuando se encienden las alarmas en los padres y médicos tratantes”, precisó el especialista.

El hospital canaliza a la ENES los pacientes prematuros o con bajo peso ya con una evaluación médica pediátrica, y en el área de Neurodesarrollo de la clínica de Fisioterapia hacen la valoración e inician el tratamiento.

“Trabajamos con el CETO porque queremos detectar estos casos desde el embarazo, es decir, ubicar pacientes que han cursado el embarazo con algún problema para desarrollar daño neurológico, y los invitamos a que lo mejor para sus niños es realizar el diagnóstico y tratamiento temprano.”

El también maestro en Ciencias comentó que un objetivo primordial es lograr que los padres acepten que sus hijos necesitan seguimiento de neurodesarrollo para prevenir secuelas, pues generalmente se tiene la expectativa de recibir un niño sano y experimentan un periodo de duelo, en el que es difícil aceptar que el tratamiento no terminará cuando salgan del hospital.

“A los ojos de los papás, todos los bebés van bien. Además, en todos los procedimientos los pequeños lloran y lo último que quieren los papás, después de un embarazo difícil, de un largo periodo intrahospitalario, es llevar tratamiento en casa, puede ser un choque importante”, concluyó.

Una forma de prevenir estos padecimientos es que las parejas que buscan tener un hijo lleven cuidados prenatales, por lo menos tres meses antes de la concepción. También se requiere seguimiento ginecológico mensual, esencial para minimizar riesgos; estar pendiente de eventos que pudieran indicar problemas como son los sangrados, que en ocasiones vienen acompañados de cuestiones teratogénicas, malformaciones.

Además, es pertinente el fortalecimiento de las políticas orientadas a garantizar la vigilancia en toda mujer embarazada, en mayores de 35 años y adolescentes embarazadas.

Otros aspectos por cuidar son la nutrición en la etapa previa a la concepción y durante la gestación; la alimentación, la obesidad y el sobrepeso que repercuten en el neurodesarrollo del bebé y la salud de la madre; tomar ácido fólico; no ingerir bebidas alcohólicas y evitar los ambientes de humo de cigarro, entre otros.

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