Un enemigo a vencer: comunidades bacterianas resistentes a antibióticos

Comparten trabajo con estudiantes de la Facultad de Química, el Instituto de Investigaciones en Materiales y el Instituto de Química

Brandon W. Peterson. Foto: Víctor Hugo Sánchez.

El desarrollo de dispositivos electrónicos que simulen el trabajo de un riñón o un pulmón sin necesidad de pasar a un modelo animal, además de la comprensión de cómo las bacterias son capaces de adaptarse en cuestión de segundos a los cambios para continuar creciendo, así como estrategias para luchar contra ellas son las labores principales del equipo de Brandon W. Peterson, experto de la Universidad de Groningen.

El investigador, quien compartió parte de su trabajo con estudiantes de la Facultad de Química, el Instituto de Química y el Instituto de Investigaciones en Materiales de la UNAM, explicó que buscan detener de manera eficiente la formación de biofilms en diferentes partes del cuerpo mediante el uso de novedosos tratamientos.

En el segundo día de actividades del Primer Simposio y Escuela de Verano de la Universidad de Groningen en la UNAM, el experto confió que los estudiantes universitarios se interesen en colaborar con él y su equipo para ampliar este trabajo, por lo que invitó a los interesados a acceder al posgrado doble de la UNAM con la Universidad de Groningen.

Durante la charla Biofilms and bacterial adaptivity, Peterson explicó que los biofilms son comunidades bacterianas que crecen como si fuera un vecindario compacto sumamente eficiente. Es importante detener su avance debido a que muchas de las enfermedades resistentes a medicinas ocasionadas por bacterias se deben precisamente a la formación de estos grupos.

Desde el auditorio del Instituto de Química, el investigador recordó que la Organización Mundial de la Salud (OMS) ha advertido que hacia 2050 las bacterias resistentes a antibióticos matarán a más personas que el cáncer y se convertirán en la primera causa de decesos, por lo que él y su equipo esperan detenerlas cuando éstas inician la formación de sus biofilms.

En una de sus líneas de trabajo, Peterson y su equipo revisan la eficiencia de la Deoxiribonucleasa I (DNasa I) y N-acetilcisteína (NAC), las cuales son drogas actualmente en el mercado que se emplean en el tratamiento de pacientes con un desorden genético que no les permite respirar correctamente con sus pulmones, y en quienes es muy común el desarrollo de biofilms que afectan su salud considerablemente.

“DNasa I y NAC se utilizan poco antes de la infección para evitar la formación de mucosidad y que el paciente respire fácilmente, pero gracias a que tienen este efecto en la salud también combaten la creación de las bacterias, y por eso es que los utilizamos en los experimentos”, explicó el investigador de la Facultad de Ciencias Médicas en Groningen.

En su laboratorio se revisa no sólo la rapidez con la cual se forman los “vecindarios” bacterianos, sino además la resistencia con la que se adhieren a las superficies celulares, cómo es posible bloquear sus caminos y la velocidad con la que se adaptan a los cambios.

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