Anécdotas inolvidables


Después de la masacre, fanfarrias olímpicas

Hace diez días, durante un mitin llevado a cabo en la Plaza de las Tres Culturas, en Tlatelolco, cientos de estudiantes, amas de casa, niños… fueron salvajemente masacrados. A pesar de todo, los planes no se han cancelado y hoy, sábado 12 de octubre de 1968, el presidente Gustavo Díaz Ordaz, desde el palco principal del Estadio Olímpico Universitario, declara inaugurados los Juegos Olímpicos de México, que conmemoran la XIX Olimpiada de la Era Moderna… A continuación, una banda militar interpreta, por primera vez, la Fanfarría Olímpica, compuesta por el músico mexicano Carlos Jiménez Mabarak.


Black Power en el Olímpico

El “Black Power” figuró entre los acontecimientos más sobresalientes que se registraron durante los Juegos Olímpicos de México 68, cuya manifestación le dio un matiz significativo a la justa.

Ese saludo fue hecho durante la ceremonia de premiación de los 200 metros planos, por los atletas ganadores Tommie Smith y John Carlos, de Estados Unidos, con la solidaridad del australiano Peter Norman, ocupante del segundo lugar. Tuvieron al mundo como testigo de su protesta para hacer historia.

Luego de conseguir su hazaña deportiva e imponer un nuevo récord mundial, subieron al pódium para recoger sus medallas, y lo hicieron con los pies descalzos (como protesta a la prohibición que tenían los negros de usar zapatos en las plantaciones de algodón de Estados Unidos) con calcetines negros que representaban la pobreza de la gente que vivía en su país, sobre todo la de raza negra, y las manos cubiertas con un guante negro.

Así, al escuchar el himno nacional de Estados Unidos, inclinaron la cabeza, no como gesto de desprecio a la bandera estadounidense, sino como un grito clamando libertad… Y levantaron el puño enguantado de negro como símbolo del “Black Power”, en señal de protesta contra la discriminación racial que sufrían en su país.


Caslavska se casa en México

Javier Ramírez Campuzano, hijo de Pedro Ramírez Vázquez, presidente del Comité Organizador Olímpico (COO) en 1968, relata otras vivencias simbólicas en estos Juegos, como una peculiar premiación de la gimnasta checoslovaca, Vera Caslavska, y su propia boda de ella en la Catedral Metropolitana.

“Vera Caslavska, quien ganó el All around de gimnasia, y la prueba de Piso a manos libres, con música del ‘Jarabe Tapatío’ y ‘Allá en el rancho grande’, se ganó a la gente, no había manera de que no ganara la medalla de oro, pero quedó empatada en el primer lugar con Larissa Peck de la URSS.

“No sabían que himno tocar primero para la premiación, no se había dado el caso nunca, consultaron a Pedro Ramírez Vázquez, y él dijo que el de Checoslovaquia. Después sonó el himno de la URSS, y ella (Vera Caslavska) bajó la cabeza como protesta por la invasión de los rusos a Checoslovaquia”.

Más adelante, la misma Vera Caslavska le dijo a Pedro Ramírez Vázquez que tenía la intención de contraer matrimonio en una capillita ubicada en la Villa Olímpica, con un atleta de su país (Josef Odlozil), pero el presidente del COO buscó otra opción.

“Él habló con el Arzobispo y pidió la Catedral y el mismo Arzobispo la casó en la Catedral Metropolitana”, compartió Ramírez Campuzano.

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La primera clausura que terminó en fiesta

Una vez que la bandera olímpica, desplegada por cadetes de la Heroica Escuela Naval Militar, sale del Estadio Olímpico Universitario y las luces del recinto se apagan, el fuego olímpico comienza a extinguirse en el pebetero, hasta que desaparece completamente. A continuación, una cascada de fuegos artificiales ilumina el cielo nocturno…

Las lucen se vuelven a encender y, mientras cientos de mariachis tocan el “Son de la negra” y “Las golondrinas”, los deportistas corren, se abrazan, bailan y se despiden del público. En el tablero electrónico se lee dónde y cuándo será la próxima cita olímpica: Munich 72.

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