Pedro Ramírez Vázquez, el arquitecto de los Juegos Olímpicos

Javier Ramírez Campuzano, hijo del presidente del Comité Organizador del evento, recuerda los puntos medulares para que fuera un éxito


Los Juegos Olímpicos de 1968 fueron un gran evento deportivo de relevancia mundial. Es por esto que existía una enorme responsabilidad en cuanto a la organización para abrir las puertas para que el país fuera considerado para albergar otras justas deportivas internacionales en años posteriores.

El arquitecto Javier Ramírez Campuzano, hijo de Pedro Ramírez Vázquez, presidente del Comité Organizador de los Juegos Olímpicos de México en 1968, relata la gran oportunidad que significaron.

Antes de lograrlo, se habían hecho dos intentos para conseguir la sede, en 1950 (para los juegos de 1956, que ganó Melbourne) y en 1955 (para la edición de 1960, que obtuvo Roma).

Cuando Clark Flores fungía como vicepresidente ejecutivo del COI, también fue director del Comité Olímpico Mexicano, de la Organización Deportiva Panamericana (ODEPA) y de la Confederación Deportiva Mexicana, y contaba experiencia como el dirigente más experimentado del deporte en México.

Así, en 1963 se consiguió la sede para la edición de 1968, ya con Adolfo López Mateos como presidente del país, ante el panorama de un mundo dividido, bajo el contexto del comunismo y el capitalismo.

Cuando México no se solidariza en la Organización de los Estados Americanos (OEA), en el bloqueo diplomático y comercial a Cuba, en congruencia con la política exterior mexicana, de no intervención y libre autodeterminación de los pueblos, México logra la simpatía de los países comunistas y del mundo.

Javier Ramírez Campuzano, hijo de Pedro Ramírez Vázquez. Foto: Jacob Villavicencio.
Javier Ramírez Campuzano, hijo de Pedro Ramírez Vázquez. Foto: Jacob Villavicencio.

Después, con la amistad de López Mateos con el mariscal (Josip Broz) Tito, de Yugoslavia, y el presidente (José) Sukarno de Indonesia, México logró la simpatía de los países no alineados.

Entonces México pide la sede de los Juegos Olímpicos, y en la primera votación en Baden-Baden se da por amplio margen de 30 votos, por 14 de Detroit, 12 de Lyon y 2 de Buenos Aires. Así como el país logró el objetivo en 1963, el último año de gobierno del presidente López Mateos.

De inmediato se constituyó un Comité Organizador Olímpico (COO), pero no se definieron las tareas. Fue hasta junio de 1965, cuando se hizo el nombramiento del mismo Adolfo López Mateos como presidente del COO, pero ya no tenía la vitalidad necesaria, y entonces quien llevó las riendas fue el general José de Jesús Clark Flores.

Relevo en Comité Organizador

“Un año después, luego del informe del COO en Roma, López Mateos había dicho que las instalaciones comenzarían a construirse de inmediato (en 1966) cosa que no se hizo y, debido a su deteriorada salud,  se nombra al arquitecto Pedro Ramírez Vázquez en su lugar”, relata Javier Ramírez.

La propuesta fue: “Tenemos que dar al mundo la imagen de un país moderno, capaz de enfrentar un compromiso como este”, y así comenzó a configurar su equipo, con una estructura orgánica diferente al COO. Hubo desencuentros con el general Clark Flores, pero “finalmente acabaron siendo amigos”.

“Lo único que se encontró Ramírez Vázquez fueron las fechas de inauguración y clausura, pero no eran recomendables para México por las lluvias y por eso se pospuso a octubre, para contar con las mejores condiciones de clima”, añade Ramírez Campuzano.

Pedro Ramírez Vázquez y Avery Brundage en la inauguración de los Juegos Olímpícos.
Pedro Ramírez Vázquez y Avery Brundage en la inauguración de los Juegos Olímpícos.

La Olimpiada Cultural

Pese a que todavía no existían las instalaciones adecuadas para los Juegos Olímpicos ni un programa de identidad a 27 meses del evento, Pedro Ramírez Vázquez, con todo y la enorme carga de trabajo por realizar, decide agregar un programa cultural.

“Participaron 97 países. Pedro Ramírez Vázquez se apoyó en personajes como Luis Aveleyra, Oscar Urrutia y Mathias Goeritz, entre otros. El programa de exposiciones fue coordinado con don Daniel Rubín de la Borbolla, todos ellos ‘Ligas Mayores’ en la cultura.

“El encuentro internacional de poetas lo organizó nada menos que Agustín Yáñez, el entonces secretario de Educación Pública, quien se dio tiempo para hacer de esto lo más pulcro de todo”, comparte Javier Ramírez.

181011-JO-entrevista02

Asimismo, Pedro Ramírez desarrolló el programa de identidad de los Juegos, junto con fotógrafos, diseñadores, multicopistas y los mejores especialistas de México.

“La imagen está basada en ese sentido de patrimonio, de orgullo de lo mexicano”, afirma Javier.

“Eso fue el programa cultural, y todo orientado a la paz, la ‘palomita’ de la paz, en aquellos espectaculares, realizados con el talento de Abel Quezada, con el slogan que decía, ‘todo es posible en la paz’ y había espectaculares que podían estar en tailandés, en ruso, polaco, chino, francés, y la gente decía, es por los Olímpicos, y se fue creando ese propósito en la conciencia colectiva, y más valioso aún porque fue en un año convulsionado internacionalmente”, añade.

“Aquí, en las oficinas de Pedro Ramírez Vázquez se realizó todo el programa de identidad, que salió del talento de los huicholes y museógrafos como Alfonso Soto Soria, que tuvieron un trabajo relevante los talentos mexicanos, incluyendo aportaciones del mismo Lance Wyman, quien colaboró con ideas para combinar las formas de la iconografía tradicional mexicana, que tuvo resultados extraordinarios para proyectar la identidad de los mexicanos”, asegura Ramírez Campuzano.

Sudáfrica y la amenaza de un boicot

En la edición de los Juegos Olímpicos de México 1968, el Comité Olímpico Internacional (COI) no permitió la participación de Sudáfrica, como sanción a su gobierno por las prácticas de discriminación racial en aquel entonces.

En una sesión realizada un año antes (1967), en Teherán, Irán, el COI había decidido enviar una comisión a Sudáfrica, para ver si se invitaba o no a este país.s

“El COI no reconoce países ni gobiernos, sino sólo a los Comités Olímpicos Nacionales, entonces el Comité Olímpico de Sudáfrica dijo ‘vamos a ir con negros y con blancos’, y el COI lo vio de una manera muy cerrada, vio como que un pasito más, pero no se trataba de decir vamos a asistir, es una cosa muy diferente, hay que ser congruentes, porque eso significaba, de alguna manera, hacer un reconocimiento al régimen de Sudáfrica”, cuenta Javier Ramírez Campuzano.

También podría gustarte