La biomedicina, dominante en el sistema de salud

Presentes, otros modelos alternos como la medicina tradicional y de autoatención como la medicina casera.

En México funcionan varios sistemas de atención a la salud y no solo la biomedicina, asegura el doctor Roberto Campos Navarro, investigador de la UNAM.

En el siglo XX se pensaba que sólo podía curar la medicina académica, pero en los años setenta, después del ingreso de China a la ONU (1971), la Organización Mundial de la Salud propuso considerar otras formas de atención a la salud, entre ellos los saberes y prácticas curativas populares.

Se empezó a reconocer que no sólo China tenía médicos locales que curaban diversos males con plantas medicinales desde hacía siglos, sino también la India, países africanos y latinoamericanos como México, Guatemala, Bolivia y Perú.

Incluso –apunta Campos Navarro, médico antropólogo– a todo ese conjunto de saberes y prácticas rituales realizadas para recuperar la salud, mal llamadas medicinas primitivas o folclóricas, la OMS las nombró como “medicinas tradicionales”.

Luego, en los años ochenta, en México, por primera vez, una institución médica sanitaria (IMSS Coplamar, que era rural-campesino-indígena) reconoció, bajo un programa especial, la labor de los médicos tradicionales.

En esa interacción social, pasantes en servicio social de la Facultad de Medicina de la UNAM y otros centros de estudios superiores, se encontraron con parteras, yerberos, hueseros, sobadores e incluso especialistas rituales como el `marakame´ entre los huicholes, el `hilol´ de los tzotziles/tzeltales y el ´H´men´ en los mayas de la península de Yucatán.

Se supo entonces que la gente recurre a ellos por diversos padecimientos. Los cinco principales, en orden de importancia, son el mal de ojo, el empacho, el susto, la caída de mollera y la disentería.

Se supo además, que la presencia de estas enfermedades eran a nivel nacional y también cuáles eran las plantas más utilizadas: manzanilla, yerbabuena, ruda, albahaca y cabellos de elote, entre otras.

Pluralidad médica

Por primera vez, subraya Campos Navarro, se reconoció institucionalmente “aquello que se desconocía e ignoraba antes”. A su vez, la antropología médica, en particular la universitaria representada por Carlos Zolla Luque (ex coordinador de investigación del Programa Universitario México Nación Multicultural), acuñó la categoría de “sistema real de salud”.

Tal categoría significa el reconocimiento de varios sistemas de salud o modelos médicos en un lugar concreto: uno dominante llamado biomedicina; otro alternativo o subalterno: medicina tradicional y una más, de auto-atención: medicina casera o doméstica, entre otros.

En la CDMX, decía Zolla, esos modelos médicos no están separados, sino que interactúan entre ellos. Aquí hay todo tipo de terapeutas: biomédicos especializados, pero también diversos tipos de médicos tradicionales (curanderos, parteras, yerberos, hueseros, sobadores). Además, “todas nuestras mamás” reconocen síntomas de algunos malestares que curan con remedios.

También se ejercen otras terapias foráneas: la acupuntura de China, el ayurveda de la India, el sistema Ryodoraku en el Japón… y la homeopatía que se estudia en el IPN.

Alejado de lo urbano, en pueblos –por ejemplo– de Oaxaca, Michoacán o Chihuahua donde no hay hospitales ni biomedicina, funcionan las medicinas tradicional y casera.

En el país y en AL existen, diría Zolla, una pluralidad médica de atención a la salud. La biomedicina y su tecnología son muy relevantes, pero no resuelven todo. Tampoco la medicina tradicional y casera. “Ninguna práctica médica es absolutamente eficaz”. Por lo que se efectúan “interacciones entre las distintas medicinas”.

Además de seguir con un tratamiento biomédico, la gente con un mal respiratorio no deja de tomar como complemento un té de eucalipto, bugambilia u ocote con miel de abeja, asegura Campos Navarro.

Patrimonio latinoamericano

Señala también que, aunque la biomedicina domina en el sistema real de salud, sobre todo a nivel urbano, la medicina tradicional indígena mexicana es reconocida por la Constitución (artículo 2), en la Ley General de Salud (artículos 6 y 93) y en el Convenio 169 de la OIT (Organización Internacional del Trabajo).

Hay un respaldo legal y de legitimidad comunitaria a la medicina tradicional en México. Y eso significa que “vamos cambiando y avanzando para revalorarla”.

Aunque hay diversas vertientes de investigación sobre medicina tradicional en la UNAM y otras instituciones del país, se requiere de un centro nacional que documente y reúna el conocimiento disperso sobre la riqueza de una medicina que no se reduce a herbolaria, sino que incluye también recursos humanos “con saberes extensísimos” y prácticas simbólicas.

Una muestra de ese conocimiento está recopilada en la Biblioteca de la Medicina Tradicional Mexicana, publicada en 1994. Sus 12 tomos han sido digitalizados por la UNAM. Y es uno de los sitios web de nuestra Universidad más visitados desde todo el mundo.

En el plan de estudios de la Facultad de Medicina de 2010, se incluyó a la “Antropología médica e interculturalidad” como asignatura obligatoria. “En eso somos pioneros y vanguardia en AL”, dice Campos Navarro, autor de diversos libros compilatorios sobre el empacho en diversos países de AL. El más reciente, trata sobre esta patología en Cuba y el Caribe.

Patrocinados por la Facultad de Medicina y el Programa de Estudios de la Diversidad Cultural y la Interculturalidad, estas publicaciones han sido respaldadas por la Sociedad Médica de Chile, la Facultad de Humanidades de la Universidad de la República, en Uruguay y la Casa de Iberoamérica, en Holguín, Cuba, puesto que su contenido forma parte del inmenso patrimonio cultural latinoamericano relacionado con la medicina tradicional.

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