La charrería también entrena a distancia

El egresado de la FES Acatlán asegura que es posible mantenerse en forma pese al confinamiento

Foto: cortesía Uriel Mixtecin.

A un año de distancia del inicio del confinamiento por la Covid-19, Uriel Mixtecin Basurto, egresado de la Facultad de Estudios Superiores Acatlán y charro de la UNAM, no se detiene en la actividad que le apasiona y continúa preparándose para un eventual regreso a las competencias de charrería.

El pasante de la carrera de Ingeniería Civil comparte que, ante la falta de condiciones para entrenar en Ciudad de México, decidió volver a su poblado natal: Nopala de Villagrán, Hidalgo, y ahí mantener la buena forma física.

“Durante la pandemia, con lo que tengo a la mano acá en Nopala es con lo que entreno. Utilizo las sillas de montar, practico los arreos del caballo, hago ejercicio con las medidas de precaución pertinentes y llevo un detallado régimen alimenticio”, afirma el charro auriazul.

En la charrería es indispensable generar un vínculo afectivo con el corcel para ganarse su confianza, y este aspecto sí se puede trabajar en confinamiento. “Hay que seguir preparándose a la espera del momento de representar a la Universidad en los eventos nacionales, cuando llegue la hora de demostrar que la charrería en nuestra casa de estudios sigue viva”, expresa Mixtecin Basurto.

Todo comienza con los artesanos que elaboran los trajes y sombreros, continúa en el lienzo charro con el desfile de los equipos mientras se escucha La marcha de Zacatecas de fondo; prosigue con la buena ejecución de nueve suertes, que son las exhibiciones donde estos atletas demuestran sus habilidades, y sigue con las presentaciones de las escaramuzas, mujeres que hacen rutinas coreografiadas a caballo, para culminar con la tradición de bailar El jarabe tapatío en el ruedo tras los concursos.

La charreada se divide en dos partes: en la primera se hace cala de caballo (demostrar el respeto que tiene el corcel al jinete tras tomar la rienda), pieles en el lienzo (lazar a una yegua de sus patas traseras y detener por completo su carrera) y colas (derribar a un novillo en un terreno corto sujetando su cola mientras se anda a caballo), todo esto antes de cerrar la manga del lienzo charro para dar paso a la exhibición de las escaramuzas.

En la segunda parte se realizan las otras seis suertes: jineteada de toro (quitar lo bravo a un toro montándolo hasta que no repare más), terna del ruedo (tres charros andando a caballo que dominan a un toro con sus reatas), manganas a pie (lazar a la yegua cuando va corriendo alrededor del ruedo y derribarla estando el charro de pie), manganas a caballo (lazar y derribar a la yegua mientras el charro monta a caballo), jineteada de yegua (domar a una yegua montándola hasta que no repare más), y paso de la muerte (saltar de un caballo a otro mientras estos van a toda velocidad).

Participan tres equipos y cada uno de ellos se integra por un capitán, quien puede hacer cualquiera de las nueve suertes, un calador, un pialador, tres coleadores, un jinete de toro, tres lazadores en el ruedo, un jinete de yegua, un manganeador a pie, un manganeador a caballo, un jinete para el paso de la muerte y un suplente para cada trabajo.

Arturo Ruiz y Jalil Dulac, de la Asociación de Charros de la UNAM.
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