La expresión artística, un derecho humano fundamental

También tiene un carácter de confrontación y de reflexión sobre los eventos del mundo y personales: Eumelia Hernández

La manifestación artística objeta y confronta las situaciones que se viven en cada país, sobre todo en estos tiempos cuando, con frecuencia, también los creadores dan la lucha a través de su trabajo, expresan su crítica a un sistema, a una idea o un evento, sin importar la censura, enfatiza la coordinadora del Laboratorio de Diagnóstico de Obras de Arte (LDOA), del Instituto de Investigaciones Estéticas (IIE) de la UNAM, Eumelia Hernández Vázquez.

Considera que se trata de una manifestación fundamental e inherente al ser humano, cuyos primeros ejemplos datan de la prehistoria. A partir de entonces el hombre encontró sus materiales en los minerales de huesos carbonizados y plantas para satisfacer esa necesidad de comunicar sentimientos y eventos importantes durante su vida.

“Las manifestaciones artísticas no deben considerarse sólo como ‘bellas’. Ahora sabemos y consideramos que el arte no debe tener esa cualidad de tranquilizarnos o de hacernos sentir que todo está bien, sino también ese carácter de confrontación y de reflexión sobre los eventos del mundo y personales”, expone la historiadora del arte.

El beneficio de las bellas artes –pintura, música, cine, danza, literatura, etcétera– es su contribución a liberar tensiones internas, dudas y emociones que tenemos en nuestro interior, “y para cada artista, en su área o disciplina, es también su propia reflexión lo que alimenta esa creatividad, lo que hace que ellos tomen diversos caminos, y no sólo se dediquen al dibujo y únicamente trabajen con un solo medio como carboncillo. También hay esa necesidad de experimentar con otros materiales que podrían ser ajenos”, indica.

Por ejemplo, los grandes creadores del renacimiento eran pintores, escultores, grabadores, etcétera; utilizaron nuevos materiales y medios, y eso fue lo que hizo que su creatividad aumentara exponencialmente, añade la también fotógrafa científica.

Con motivo del Día Mundial del Arte que se conmemoró el 15 de abril, natalicio de uno de los mayores artistas de la humanidad: Leonardo da Vinci, Eumelia Hernández resalta que la expresión artística no es un lujo, sino un elemento determinante de la humanidad, y un derecho humano fundamental que le permite desarrollarse y expresarse.

Sin embargo, enfatiza, a lo largo de la historia existen diversos casos de censura, no sólo política, sino también de creencias religiosas y de vida de la propia comunidad.

Eumelia Hernández resalta la importancia de conmemorar esta fecha, aunque hay que impulsarla para que no se trivialice, que sirva para analizar la práctica artística, la vida y obra de mujeres y hombres quienes han sido valientes en abrir nuevos caminos, presentar novedosas reflexiones, confrontarse con las autoridades y con su comunidad.

Fotos: cortesía Eumelia Hernández.

Conjunción con la ciencia

Los expertos del LDOA, historiadoras del arte, fotógrafos, químicos y especialistas asociados del área científica han estudiado, entre otras obras, el mural La creación, de Diego Rivera; los pegasos de Agustín Querol, en la explanada de Bellas Artes; además de conjuntos notables de pinturas y retablos del siglo XVI como los de Huejotzingo, Puebla, para determinar sus procedimientos, materiales y estado de conservación.

Al respecto, Eumelia Hernández describe que esta instancia universitaria es un espacio interdisciplinario que se creó en el IIE hace 20 años y se ha desarrollado a la par de las ciencias del patrimonio. Además, en 2014 por iniciativa del IIE, se creó el Laboratorio Nacional de Ciencias para la Investigación y Conservación del Patrimonio Cultural (LANCIC), el cual reúne a un grupo de especialistas de las ciencias duras, como los institutos de Física y de Química de la UNAM; el Centro de Investigación de Corrosión de la Universidad Autónoma de Campeche, y el Instituto de Investigaciones Nucleares.

Nuestra misión es investigar los materiales y técnicas de ejecución de las obras de arte, principalmente mexicanas. Lo que buscamos es conocer los pigmentos, colorantes, soportes, etcétera, utilizados en su ejecución, y cómo se producen y comercializan, además de determinar qué tipo de elementos se emplearon en su ejecución y, a través de ello, conocer también la función y la historia de los objetos, abunda.

La universitaria precisa que este conocimiento les permite identificar el contexto en el que se crearon, la vida del artista, el comercio y la economía del arte. Asimismo, establece la base para trabajar en su conservación, y para que el patrimonio artístico y cultural sea debidamente considerado, defendido, preservado y difundido.

“También tenemos una parte en la que esta exploración de los objetos, a través del tiempo, tiene una incidencia en las comunidades, porque al averiguar los materiales de los que están hechos y cómo se realizaron algunas obras, se pueden comparar las tradiciones que todavía hoy se llevan a cabo, como el uso de colorantes. También se elaboran réplicas experimentales para probar cómo se trabajaron los pigmentos prehispánicos o los de la época virreinal o los modernos, por ejemplo.

Con el uso de microscopía óptica, electrónica de barrido, espectroscopías, pruebas de cromatografía, radiaciones visibles, ultravioleta e infrarroja, los especialistas del LDOA logran observar los materiales hasta el nivel de caracterización elemental, lo que les permite determinar de qué está hecho el objeto y los pigmentos utilizados en su elaboración. Mediante esas técnicas, han estudiado pintura mural prehispánica, códices, artesones, muebles, libros de coro, grabado, pintura, escultura, arquitectura.

Trabajos del Laboratorio de Diagnóstico de Obras de Arte.

Los datos duros de estos análisis son interpretados de manera conjunta con historiadores del arte, conservadores y científicos para estar en posibilidad de presentar una explicación multiangular de los objetos y sus procesos artísticos.

Por ejemplo, con estas metodologías pueden determinarse los colores y pigmentos empleados en algunas piezas, como el resinato de cobre, uno de los verdes usados, el cual, por medio de las pruebas, “vamos comprobando que efectivamente su composición química corresponde al pigmento, cuyas partículas pueden observarse al microscopio óptico, y con el electrónico de barrido realizar incluso mapeos químicos elementales para conocer hasta el fondo de qué está hecho determinado material”.

Estos procesos nos han permitido hacer ciertos hallazgos como el de una obra detrás de otra. Un ejemplo es la pintura Santa Ana, de Andrés de Concha (en la Catedral de Ciudad de México). “Examinando de manera rasante la obra, es decir, en un ángulo de 45 grados, se observó que había unas pinceladas que no correspondían a lo que ahora vemos”, resalta Hernández Vázquez.

Mediante un estudio radiográfico se encontró que, en efecto, un grupo de personajes religiosos –Santa Ana, San José, la Virgen y el niño– estaban pintados sobre una virgen, posiblemente una Inmaculada, porque se alcanzaba a ver el relieve de la cabecita de un dragón y de la luna en la parte inferior; así comienzan las preguntas y las sorpresas.

La grana cochinilla, pigmento que se encontró en una obra de Van Gogh, es un material originario de México, lo que ilustra el comercio, producción y demanda en el país y en otras esferas debido a la importancia del colorante natural, acota.

Al concluir, asevera que los resultados del análisis de obras que elaboran se utilizan en artículos, libros, exposiciones y sus respectivos catálogos; sin embargo, los expertos del LDOA no realizan ningún estudio de autentificación.

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