La crítica social, uno de los principales retos

La paternidad, atrapada en escenarios laborales

Aunque hay un paradigma distinto, se requiere el cambio de la política pública: Luz María Galindo, de Ciencias Políticas y Sociales

La paternidad es ahora un aprendizaje social. No ha sido la misma a lo largo del tiempo: en el siglo XIX los padres no tenían que estar con los hijos ni la familia; era un discurso social diferente.

Empero, desde inicios del siglo XX a ellos se les demanda compartir su tiempo. No obstante, hoy en día la paternidad sigue atrapada en los escenarios laborales.

Así lo explicó, María Alejandra Salguero Velásquez, académica de la Facultad de Estudios Superiores Iztacala, quien advirtió que algunos de los retos que enfrentan los nuevos padres son saber si están haciendo bien su papel, la búsqueda de una organización entre la vida familiar y laboral y, recientemente, enfrentar la crítica social de quienes les preguntan: “¿por qué ayudas a tu mujer y cuidas a tus hijos?, ¿qué no eres hombre?”.

Al intervenir en el Seminario de Género Rutas feministas hacia la igualdad de género, en la sesión Paternidades, nuevas formas de cuidados, uso del tiempo y reparto de tareas domésticas, convocado por el Centro Regional de Investigaciones Multidisciplinarias (CRIM) de la UNAM, la psicóloga y socióloga resaltó que los varones se enfrentan a nuevos requerimientos, porque antes la autoridad era acompañada de actos de violencia y eso creaba distanciamiento familiar.

“Hay que situar histórica, social y culturalmente la actuación del padre. En los años 50, 60 del siglo XX se había aprendido que no deberían estar cerca de los hijos ni ser tan expresivos, porque si no los criarían mal. Se mostraban poco afectivos y comprometidos, sólo proveedores, y asumían la autoridad. Ahora muchos dicen: no quiero repetir la historia de mi padre.”

Mencionó que el discurso que debe tener impacto ahí está: “tiene que ser un padre tierno, amable, sensible, amoroso, que comparta las actividades del hogar y la crianza de los hijos; sin embargo, mientras únicamente las mujeres sean las que realicen las actividades domésticas, nada cambiará”.

Transformación

En la sesión moderada por María Lucero Jiménez Guzmán, del CRIM, Luz María Galindo Vilchis, académica de la Facultad de Ciencias Políticas y Sociales (FCPyS), indicó que la estructura en que vivimos, la construcción del tiempo en los hombres y las mujeres es diferente.

Para ellos es lineal y para ellas circular, es decir, es una construcción cultural especifica cuya expresión material es el reloj, el tiempo se valora por las actividades que se hacen, si se realizan de manera más rápida es lo mejor, porque se considera eficaz.

Refirió que para enfrentar una transformación cultural en la paternidad se tiene que hablar de la movilidad de los espacios, porque están pensados para que las mujeres sigan como cuidadoras.

“Hay que pensar en la reestructuración de los espacios, en la transformación económica, donde no se siga perpetuando este modelo de que el hombre es el único proveedor. Hablar de cambios en los horarios, de redes de cuidados, de tiempo, se requiere ir a la modificación de la política pública”, planteó.

Y recordó: la proveeduría heterosexual y la masculinidad hegemónica se dieron a partir de la Revolución Industrial. “No siempre los hombres fueron los proveedores económicos ni siempre las mujeres estuvieron en los cuidados y en lo doméstico”.

Fue cuando se incorporan las máquinas que se hace una división salarial, y se toma la decisión de quién va a cuidar a quien. En ese entonces, incluso, algunos hombres se sentían culpables por algunos “privilegios”, y empezaron a cuestionar esta masculinidad hegemónica.

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