La reproducción de fauna silvestre, misterio por develar

Todavía no están claros los procesos en muchas especies: José Antonio Sandoval, de Veterinaria

Osos negros, que se aparean entre mayo y agosto.
Muchos piensan que la primavera es el momento en que los animales inician su cortejo y apareamiento, pero no es así; una gran cantidad de especies lo hace en otras épocas del año para garantizar que sus crías nazcan en esta estación, en la que hay mayor disponibilidad de alimento, presas y el clima es más benévolo.

Incluso, existen especies en las que las hembras retardan la implantación del embrión si perciben que las condiciones de alimentación en su hábitat no son buenas, afirmó el académico de la Facultad de Medicina Veterinaria y Zootecnia, José Antonio Sandoval Zárate.

“Por ejemplo, el oso negro se aparea entre mayo y agosto y vemos que, como una cuestión evolutiva, desarrolla una ‘estrategia reproductiva’. Aunque ya se dio la fertilización se detiene el avance del embrión hasta que la hembra cuenta con las reservas energéticas suficientes para asegurar la gestación, lo que está directamente asociado a la alimentación para poder continuar con el proceso”, expuso.

La reproducción de la fauna silvestre es un mundo en el que aún falta mucho por conocer, debido al gran número de especies y sobre las cuáles todavía no están totalmente claros esos procesos, agregó el también responsable del área de Reproducción de la Dirección General de Zoológicos y Conservación de la Fauna Silvestre, de la Secretaría del Medio Ambiente, del Gobierno de la Ciudad de México.

Algunas especies ovulan sólo una vez al año, otras presentan una serie de ovulaciones en una época determinada, y otras más se reproducen a lo largo del año. Hay las que migran para encontrar alimento y favorecer esta situación.

Estacionalidad reproductiva

El especialista en reproducción de fauna silvestre bajo cuidado humano explicó que en general las especies adaptan esos ciclos a las épocas en que hay más recursos para sobrevivir, lo que se conoce como estacionalidad reproductiva.

Como el lobo mexicano (Canis lupus baileyi): en invierno se aparea y en unos dos meses (nueve semanas) nacen sus crías. Por su parte, el cóndor de California (Gymnogyps californianus) lo hace entre los meses de diciembre y enero, su periodo de incubación es de entre 59 y 62 días, para que sus polluelos eclosionen a finales de invierno o principios de primavera.

“Un ejemplo más es el venado cola blanca (Odocoileus virginianus) que tiene un periodo de gestación aproximada de 190 días; la etapa de apareamiento ocurre entre septiembre y noviembre para que los cervatillos también sean paridos en primavera”, refirió el universitario.

Aquellos que viven más alejados de la línea ecuatorial tienen una estacionalidad más marcada. Así, el leopardo de las nieves se aparea hacia noviembre y diciembre, a fin de que la gestación transcurra durante el invierno, es decir, entre 90 y 100 días, y las crías nazcan en primavera, cuando el ambiente es menos frío.

Por otro lado, están las especies cuya gestación es muy corta, tal es el caso de las aves del orden passeriformes cuya incubación es de apenas 15 días, lo cual implica que los apareamientos ocurren dentro de la primavera y el nacimiento de los polluelos en esa misma temporada climática.

La estacionalidad está relacionada con la cantidad de horas-luz que hay en el día, lo que se conoce como fotoperiodo, dijo Sandoval Zárate.

Los solsticios de invierno y verano son fundamentales para el desarrollo biológico, pues los animales perciben que hay una disminución o incremento de horas luz y se activan mecanismos neuroendocrinos que dan paso a la actividad gonadal. “Hay ejemplares que entran en celo en días cortos, otros lo hacen en días largos”.

Animales domésticos

Muchos animales domésticos han roto con este esquema del fotoperiodo y se pueden aparear casi en cualquier época del año, como la vaca, la cerda, la perra, la borrega, pues tienen una alimentación segura. En muchos casos, como las gallinas domésticas también se controla la cantidad de luz que perciben para poder favorecer la puesta a lo largo del año.

Finalmente, el académico señaló que no se cuenta con estudios suficientes para saber si el cambio climático impacta directamente en estos procesos de reproducción animales.

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