La UNAM fortalece conocimiento en proyectos espaciales en beneficio de México

Francisco Moisés García Hernández destaca que la Universidad cuenta con planes para el progreso de ciencia y tecnología en la materia

Debido a la importancia de los vuelos al espacio, la Universidad Nacional está cada vez más relacionada en esos temas. Además de la creación, hace algunos años, de la carrera de ingeniería aeroespacial, y del Programa Espacial Universitario (PEU) de la UNAM, se cuenta con propuestas concretas en beneficio del país, por ejemplo la Misión Ixaya, proyecto satelital para la prevención y gestión de incendios en nuestro territorio.

Lo anterior, de acuerdo con el integrante del PEU, Francisco Moisés García Hernández, quien asegura que en particular el Programa (cuya misión es coordinar los esfuerzos y fomentar la colaboración entre los expertos universitarios que trabajan en distintas entidades académicas) cuenta con un catálogo de proyectos que tienen que ver con el desarrollo de ciencia y tecnología del espacio, “con la finalidad de darles visibilidad y fomentar la vinculación”.

La Misión Ixaya, encabezada por el Programa en colaboración con la Facultad de Ingeniería, así como los institutos de Geofísica, Geografía y Astronomía, busca poner en órbita un nanosatélite tipo CubeSat de creación propia, el cual produciría imágenes especializadas en México que podrían ser utilizadas para la planeación de acciones y políticas públicas en los ámbitos ambiental, urbano y de protección civil, mediante un sistema de alertas tempranas de incendios.

Cada vez más, la colaboración entre entidades dedicadas al espacio se fortalece para generar ciencia básica y de aplicaciones en pro de nuestro país, enfatiza García Hernández.

El experto universitario asevera que la mayoría de las incursiones que se han efectuado por diversas naciones han tenido grandes aportes científicos y tecnológicos. Por ello, se puede esperar que esos desarrollos sigan teniendo impacto en nuestra cotidianeidad.

Más allá de nuestra atmósfera

Con motivo del Día Internacional de los Vuelos Espaciales Tripulados, que se conmemora hoy 12 de abril, el especialista recalca con respecto a las innovaciones espaciales que hoy son utilizadas todo el tiempo, como los sistemas de geolocalización; GPS, Galileo o GLONASS; en el transporte los de deshielo de los aviones; materiales para ropa, por ejemplo los recubrimientos cerámicos para regulación térmica, diseñados originalmente para los escudos térmicos de las naves espaciales que reingresan a la Tierra; procedimiento de purificación y filtrado de agua, creados para reutilizar el agua en las naves espaciales, etcétera.

De acuerdo con la Organización de las Naciones Unidas, “la ciencia y la tecnología espaciales contribuyen de manera crucial a conseguir los objetivos de desarrollo sostenible y aumentar el bienestar de los Estados y los pueblos”.

Los inicios de los vuelos espaciales tripulados, recuerda el jefe de Comunicación del PEU, tienen como antecedente viajes que no iban más allá de algunas decenas de metros del suelo, como el organizado por los hermanos Joseph y Étienne Montgolfier, en 1783, donde montaron una oveja, un pato y un gallo en uno de los primeros globos aeroestáticos.

Posteriormente, los tripulantes pioneros en llegar al espacio, es decir, superar la línea de Kármán, como se le conoce al límite entre la atmósfera y el espacio, fueron animales pequeños, como ratones, moscas de fruta, perros, incluso monos, lanzados por la Unión Soviética y Estados Unidos en vuelos suborbitales, con el fin de investigar los impactos de las condiciones espaciales en seres vivos.

En los años 50 del siglo pasado (después de la Segunda Guerra Mundial), la “fiebre” por llevar a los humanos fuera de la atmósfera terrestre fue en aumento, impulsada por las primeras etapas de la Guerra Fría; a finales de esta década arrancaron los vuelos orbitales tripulados con la perra Laika, que en 1957 se convirtió en el primer ser vivo en orbitar la Tierra a bordo de la nave espacial Sputnik-2, de la entonces Unión Soviética.

Yuri Gagarin, cosmonauta soviético, se constituyó en el primer ser humano en ir al espacio exterior, el 12 de abril de 1961. Le siguieron los estadounidenses Alan Shepard y John Glenn, que orbitaron la Tierra el 5 de mayo de 1961 y el 20 de febrero de 1962, respectivamente.

Posteriormente, Valentina Tereshkova se posicionó como la primera mujer en viajar al espacio a bordo de la nave Vostok 6, que dio 48 vueltas a la Tierra durante tres días, en 1963. Asimismo, después de que alrededor del mundo se alcanzaran numerosos hitos en vuelos espaciales tripulados, el astronauta estadounidense Neil Armstrong fue el primer ser humano en pisar la superficie lunar, el 20 de julio de 1969, como parte de la misión Apolo 11.

Francisco Moisés García Hernández. Foto: UNAM-DGCS.

García Hernández señala que en el espacio existen dos condiciones particulares que no hay en la Tierra: la microgravedad y los rayos cósmicos de altas energías, que permiten condiciones únicas para realizar investigación científica y desarrollo tecnológico más allá de nuestra atmósfera.

Las aleaciones de metales, por ejemplo, son diferentes cuando se llevan a cabo en entornos espaciales, entonces se obtienen materiales nuevos, con propiedades distintas a las de manufactura terrestre. Algo similar ocurre en otros campos: el comportamiento de bacterias o el crecimiento de las plantas es distinto en condiciones de microgravedad, por lo que se pueden hacer aportaciones interesantes en el área de química y farmacia.

De acuerdo con el experto, existe dualidad en el uso de la tecnología, ya que las imágenes satelitales se pueden utilizar para prevenir incendios o monitorear el sargazo que llega a las playas, pero también para vigilancia y espionaje.

Por ello, la Organización de las Naciones Unidas trabaja a través de “la Oficina de las Naciones Unidas para los Asuntos del Espacio Ultraterrestre (UNOOSA, por sus siglas en inglés), principal encargada de promover la cooperación internacional en lo que se refiere al uso del espacio ultraterrestre con fines pacíficos”, establece el organismo.

Más participantes

En la actualidad, refiere el universitario, ROSCOSMOS (la Agencia Espacial Rusa), ha dejado de tener el monopolio de los vuelos tripulados a la Estación Espacial Internacional (EEI). Ahora se suman nuevos actores, entre ellos las empresas estadounidenses SpaceX, que actualmente tiene la cápsula Dragon, capaz de llevar astronautas a la EEI; y Blue Origin, compañía de transporte aeroespacial, que tiene entre sus objetivos los vuelos suborbitales y orbitales para misiones oficiales de Estados Unidos y travesías privadas, incluyendo el turismo espacial.

Ello representa, asevera García Hernández, un cambio de paradigma que modifica las dinámicas económicas y de desarrollo tecnológico de los que son tripulados.

Se suman a los rusos y estadounidenses los chinos, quienes además de realizar vuelos espaciales con personas, tienen su propia estación en órbita, la Estación Espacial Tiangong. También los indios, que planean tener la suya antes de 2035, se han incorporado a este sector; para ello han desarrollado desde hace décadas un programa espacial robusto y, recientemente, han empezado las primeras pruebas de la familia de cohetes Gaganyaan, con capacidad de poner en órbita naves espaciales tripuladas.

Con el propósito de alunizar, también se lleva a cabo el programa Artemis de la NASA, en el que múltiples actores internacionales colaboran, cuyo objetivo es que la humanidad vuelva a la Luna. En 2022 se realizó la misión Artemis I, primera prueba de vuelo sin tripulación del cohete Sistema de Lanzamiento Espacial (SLS, por sus siglas en inglés) y la nave Orion, que orbitó la Luna y regresó a la Tierra después de 25 días; asimismo, a finales de 2025 se realizará Artemis II, que será la misión pionera tripulada del programa que prepara el camino para el viaje de la primera mujer y de otra persona, primera afrodescendiente, a nuestro satélite natural.

Debido a que los traslados con tripulación a Marte serían más largos, también se realizan investigaciones sobre el impacto psicológico que causa el aislamiento al que se enfrentarán los futuros viajeros mediante la realización de misiones análogas, donde grupos de personas meticulosamente seleccionadas son aisladas en ambientes controlados por tiempos que van de meses a años, en los que se les monitorea para aprender sobre la convivencia humana y el desarrollo de habilidades y conocimientos importantes para esas futuras misiones. Ello permite seguir aprendiendo aspectos de nosotros mismos, considera García Hernández.

Con motivo de la realización del vuelo de Gagarin, evento histórico que abrió el camino a la exploración del espacio en beneficio de la humanidad, la Asamblea General de la ONU aprobó el 12 de abril el Día Internacional de los Vuelos Espaciales Tripulados.

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