Los museos, obligados a mudar al mundo digital

Contribuyen a la educación, conciencia crítica y construcción ciudadana; también son lugares de socialización: Luis Vargas Santiago, del IIE

Durante casi un año los museos en México y en el mundo dejaron de percibir ingresos por taquillas, autogenerados y de mecenazgo debido a la emergencia sanitaria. Aquí, en el país, la falta de apoyo por parte de los gobiernos creó una crisis aún peor en este sector.

Luis Vargas Santiago, del Instituto de Investigaciones Estéticas (IIE), dijo que en el territorio nacional hay más de mil 100 recintos y su sostenimiento, en gran medida, se da por presupuesto público; en el caso de los no gubernamentales, por ingresos de taquilla, donativos, alquiler de espacios para eventos particulares, visitas especiales guiadas, comercio de productos en sus tiendas o renta a restaurantes al interior del inmueble para ofrecer el servicio de alimentos.

Los recintos universitarios son privilegiados porque no han enfrentado recortes presupuestales sustantivos y han avanzado positivamente hacia la digitalización y formas opcionales de interacción con los usuarios a distancia”

México y Brasil

“A partir de abril de 2020, en los federales, estatales y municipales hubo recortes de hasta 75 por ciento del presupuesto, con lo que únicamente se cubrió la nómina de algunos de los empleados. México y Brasil son los países latinoamericanos que gozan de los sistemas de museos más robustos, complejos y con respaldo histórico; sin embargo, durante la pandemia fueron justamente los que peor lo han hecho en materia de rescate, pues fueron abandonados por sus gobiernos, sobre todo los que no cuentan con dinero público, como los comunitarios o los que están constituidos como asociaciones civiles sin fines de lucro”, enfatizó.

Afirmó que esos sitios necesitan reinventarse para tener una relación más cercana con públicos digitales, lo cual de ninguna manera sustituirá la experiencia física, sino que la complementará, aunque el único inconveniente es la brecha digital; es decir, el acceso a Internet y a las nuevas tecnologías.

“Mientras que otras naciones empiezan a soñar con los museos digitales, México debe pensar primero en cómo garantizar el acceso a la banda ancha, la infraestructura y la capacitación tecnológica. Los programas que se diseñan desde lo digital en recintos mexicanos deben estar pensados en función del tipo de conexión a Internet de las y los usuarios, y los dispositivos y volumen de datos con que cuentan, entre otras cuestiones.”

Muchos de los hogares mexicanos, aclaró, aún no tienen una computadora portátil o de escritorio y sólo 52 por ciento cuenta con Internet; la posesión de teléfonos móviles, aunque más generalizada (87.5 por ciento de los hogares, de acuerdo con el último censo del Inegi), también es desigual. Sin abandonar la necesidad de reforzar lo digital que se impone globalmente, hay que pensar en programas y actividades que puedan trabajar con tecnologías más sencillas y accesibles a públicos que hoy no están conectados digitalmente.

Esa reinvención, destacó, es una de las reflexiones que deja la Covid-19; frente a la brecha digital de la población y los limitados presupuestos de la mayoría de los museos hay que apostar por la búsqueda de soluciones conjuntas por medio de la colaboración entre instituciones y compartir saberes y recursos.

El especialista en arte moderno y contemporáneo expresó que los museos están ante la oportunidad de volver a mirar sus acervos y programación con otros enfoques: pensar en formas más creativas de interactuar con los usuarios, planear cómo tener espacios más accesibles e inclusivos alejados del elitismo, comunicar la investigación de manera más atractiva e idear mecanismos de cofinanciamiento para superar los retos presupuestales. “Son recintos de acceso a la cultura y deben ser vistos como lugares donde se construye el conocimiento y la experiencia, incluyendo las plataformas digitales; los hay de ciencia y arte, gubernamentales y privados, pero todos contribuyen a la educación, conciencia crítica y construcción de ciudadanía; llenan de vida a la población, hacen comunidad y también son sitios de socialización”.

Agregó que desde el aspecto de la economía creativa, se ubican usualmente en corredores turísticos y generan, además de valor simbólico, ingresos tangibles para quienes viven de ellos de forma directa (los profesionales de museos) e indirecta (otras industrias económicas formales e informales).

Iniciativas mundiales Vargas Santiago sostuvo que, por esta crisis global desencadenada por los efectos de la pandemia, el Consejo Internacional de Museos calculó que cerca de 13 por ciento de éstos podrían desaparecer; desde 2020 ha habido iniciativas por parte de organizaciones tanto globales como locales solicitando apoyo de los gobiernos para superar esta crisis. Comentó que Ibermuseos –organismo que regula en la materia a países como España, Portugal y de América Latina– hizo un llamado a los gobiernos para apoyarlos. En el contexto latinoamericano, Colombia y Chile generaron un programa de rescate que estabilizó poco la situación. Mientras tanto, regímenes de izquierda como el argentino, no les recortaron presupuestos, como sí lo hizo México.

En febrero de 2021, citó, la Alianza Americana de Museos decidió promover para Estados Unidos una petición de ayuda a estos sitios, y en este contexto fue que algunos recintos mexicanos se sumaron para hacer un llamado de auxilio a las instituciones nacionales, sobre todo porque México ha comenzado su reapertura, pero con nuevas condiciones; es decir, las audiencias se verán reducidas en casi 80 por ciento y la economía tomará tiempo en volver a recuperarse. “En nuestra nación tenemos que apostar por la colaboración entre distintas organizaciones de museos, no importando a qué sector pertenezcan, privado o público. Nos enfrentamos a un momento inédito en que si no se atiende la crisis de forma colectiva y se cuenta con el apoyo decidido de las autoridades culturales será difícil más adelante sostener un sistema tan robusto. La población y las empresas están económicamente mermados por los impactos de la pandemia, el rescate del sector museístico debe ser promovido por la política cultural”, planteó.

Para Luis Vargas ahora es la oportunidad de atender los requerimientos de estos espacios, lo cual podría llevarse a cabo mediante una política pública que permita llegar a una ley de museos y de mecenazgo –como la tiene Brasil– que favorezca las aportaciones de particulares por medio de donaciones, por ejemplo.

El investigador expuso que la Universidad Nacional ha hecho un trabajo excepcional en el área de Cultura UNAM durante la pandemia; se ha preocupado por tratar de entender las necesidades de las comunidades mediante diagnósticos y estudios muy serios y realizar acciones concretas en este sentido. Añadió que los recintos universitarios son privilegiados, a diferencia de los gubernamentales, porque no han enfrentado recortes presupuestales sustantivos y han avanzado positivamente hacia la digitalización y formas opcionales de interacción con los usuarios a distancia de formas innovadoras, participativas y creativas, además de que siguen siendo espacios de construcción crítica con una libertad única en el país.

“Especialmente los de arte representan un modelo único en nuestro territorio, pues no sólo hacen exposiciones, sino también generan conocimiento al lado de la academia; no sólo desarrollan o atienden audiencias, sino que trabajan de la mano de comunidades específicas con enfoques de saberes y aprendizajes situados. Cuentan además con esquemas de sostenibilidad financiera donde se alienta el mecenazgo, la intervención de la sociedad civil y son capaces de autogenerar recursos. Mi deseo es que esto ocurriera también con el resto de los museos del Estado mexicano”, concluyó Luis Vargas.

También podría gustarte