Los regímenes alimenticios de internet pueden dañar tu salud

Lo mejor es acudir a un especialista, pues algunos, como la dieta Keto o el ayuno intermitente, pueden tener consecuencias –dislipidemia o hígado graso– en personas sanas: Andrea Martínez

El verano está aquí. Las vacaciones muchas veces son sinónimo de playa, y con ello viene la urgencia de bajar el peso que no hemos podido desde que nos lo propusimos en enero. Es muy común ver anuncios como: baja de peso en 10 días… Haz esto y perderás grasa… Lo que los doctores no quieren que sepas para perder peso… Videos en TikTok, YouTube, Instagram o Facebook promueven dietas milagrosas y fórmulas mágicas que, aunque pueden funcionar, deben ser diseñadas por un especialista, pues algunas, como la Keto, el ayuno intermitente o la dieta Paleo, pueden dañar la salud de quienes las practican.

Al respecto, Andrea Martínez Ocampo, académica de la licenciatura en Ciencia de la Nutrición Humana de la Facultad de Medicina, señala que hay que tener mucho cuidado. “Se han puesto muy de moda; sin embargo, tienen sus especificaciones, no son dietas para cualquier paciente. En relación con la cetogénica (conocida como Keto) se acaba de publicar un estudio (https://cdn.nutrition.org/article/S2475-2991(22)00007-5/fulltext) que habla de los efectos tanto en pacientes saludables como en aquellos con obesidad o sobrepeso; señala que en quienes tienen un índice de masa corporal dentro de parámetros normales y sin patologías, la dieta cetogénica tiende a elevar el colesterol LDL y VLDL, es decir, aquellos que producen riesgos cardiovasculares”.

Seguir estas modas, o dietas sin supervisión médica, conlleva riesgos, pues “algunos desconocen si tienen patologías, o no saben cómo manejarlas junto con un régimen para bajar de peso. Incluso quienes se encuentran sanos y las hacen se predisponen a una dislipidemia, es decir, el aumento de colesterol y triglicéridos en la sangre”, comenta la especialista.

Además de las dietas Keto, Paleo, y ayuno intermitente, una tendencia es contar macronutrientes, es decir, proteínas, carbohidratos y grasas. Ante ello, Martínez Ocampo señala: “Se necesita acompañamiento de un nutriólogo para que se haga un cálculo adecuado. Por supuesto, se pueden disminuir los carbohidratos, y al hacerlo, las personas tienden a aumentar el consumo de proteínas y grasas; no obstante, es indispensable cuidar el tipo de grasas que se consumen, porque generalmente son saturadas y, por ello, aumentan el colesterol LDL y VLDL y, como consecuencia, hay problemas de hipertensión arterial o cardiopatías”.

Uno de los macronutrientes más satanizados últimamente son los carbohidratos. Muchos de los usuarios de redes sociales los tratan como un factor para aumentar de peso; sin embargo, la especialista apunta: “En cuanto al cálculo de carbohidratos, más que la cantidad, hay que fijarse qué tipo de carbohidratos se consumen. Hay complejos y simples, con grasa y sin grasa. Los complejos se absorben más lento y tienen fibra, mientras que los simples se absorben más rápido, por lo que tienden a reservarse más fácilmente como masa grasa. Una tortilla de harina, por ejemplo, no tiene la misma fibra y el calcio que la que tiene una tortilla de maíz, además, contiene grasa saturada. Por ello, es importante acudir con un profesional que les dé orientación alimentaria, para que los pacientes elijan mejor sus alimentos. Dos tostadas de maíz al comal equivalen a una tortilla de harina, así que, ¿prefieres echarte dos tostadas de tinga o un taco con una tortilla de harina, la cual no tiene fibra ni calcio y, además, tiene grasa?”

En el caso de las grasas, “es recomendable que sean poliinsaturadas, como las del aguacate, aceite de oliva crudo o semillas. También el salmón, aunque por el precio, no es tan accesible, por lo que podrían optar por pescados azules, como el atún, para aumentar el consumo de omega 3”. Respecto al ayuno intermitente, la nutrióloga clínica afirma que “en este caso todavía hay más por explorar, comenzando por estudios longitudinales (no de los que dicen serlo y sólo duran tres o cuatro semanas), ya que no se alcanzan a percibir estos efectos negativos a largo plazo, como el hígado graso, el aumento de lípidos: colesterol, triglicéridos. Desde el punto de vista clínico puede llegar a ser peligroso, principalmente si tenemos un paciente con diabetes y tratamiento de insulina. Con un ayuno intermitente se le podrían ocasionar hipoglucemias seguidas de hiperglucemias, por lo que su glucosa nunca estaría controlada”.

Zapatero a tus zapatos

Otro tema sobre las dietas es que, en muchas ocasiones, tanto en redes sociales como en consultorios, quienes validan dietas como éstas no son nutriólogos. “Debemos reconocerles el trabajo a los médicos, pero no es un tema en el que sean especialistas; de ahí que deban acudir a un nutriólogo, porque nos dedicamos a la dietoterapia, por lo que podemos prevenir y controlar algunas patologías y, en caso de no poder hacerlo, disminuir signos o síntomas de las mismas. Lo que intentamos es hacer que el paciente aprenda a comer. Uno de los mitos más comunes es que sólo mandamos ensaladas, o alimentos hervidos, al vapor u horneados, y eso no es cierto. Mientras aprendan a comer, pueden echarse una garnachita de vez en cuando, y se reponen en alguna de las otras comidas del día, si es que se pasaron de grasa, por ejemplo”.

Los entrenadores personales que existen en gimnasios y redes sociales suelen dar planes de alimentación, pero muchos de ellos tampoco son especialistas. “Es común que los pacientes lleguen a nuestros consultorios por una mala prescripción hecha por ellos. La cuestión es que muchos saben de ejercicios, pero no si la persona tiene alguna patología o característica que requiera una dieta específica; tampoco saben interpretar datos bioquímicos, por lo que se pueden meter en un gran problema. Tuvimos el caso de uno que le provocó rabdomiólisis (descomposición del tejido muscular que ocasiona la liberación de los contenidos de las fibras musculares en la sangre, que con frecuencia causan daño renal) a una chica por sobreentrenarla y no darle una dieta apropiada. Por otro lado, los médicos son cada vez más conscientes de la necesidad de nuestra intervención para el tratamiento de los pacientes, por lo que los refieren a nuestra área”.

¿Cómo escoger nutriólogo?

La recomendación de Martínez Ocampo, es que “deben tener cédula profesional. La idea es que se aseguren de que lo es. Como con cualquier profesional de la salud, es cuestión de que el paciente determine si se siente cómodo con él, es decir que se genere un vínculo de confianza y que vean resultados sin grandes sacrificios o sufrimiento. Si sienten que los matan de hambre, cambien de nutriólogo. Es importante no imponer metas demasiado estrictas, como quitar alimentos o bebidas de un día para otro, sino buscar puntos medios. Los únicos casos de cambios radicales en hábitos de alimentación los solicitamos en pacientes patológicos descontrolados. Es necesario que les planteen metas realistas, no esperemos perder 10 o 20 kilos en 10 días. Les deben enseñar a comer, a identificar grasas saturadas, carbohidratos simples, saber la cantidad de agua que deben tomar (no son siempre los dos litros que dice el comercial), que sepan dónde hay fibra y dónde no, en fin, les deben de enseñar a elegir sus alimentos de manera correcta sin sacrificar el sabor o satanizar alimentos”.

Los suplementos alimenticios, las proteínas, creatinas, y otros, las debe supervisar un profesional. No hay que guiarse por influencers o entrenadores que vemos en internet, “hay nutriólogos especializados en el deporte. Hay que acercarse a ellos, para tener una suplementación óptima”.

¿Y si no puedo costearlo?

Andrea Martínez aconseja evitar ayunos tan largos, ya que se puede alterar la motilidad intestinal. Tampoco hacer caso a dietas milagro. Es importante hacer, al menos, tres comidas al día: desayuno, comida y cena. Lo ideal sería incluir colaciones en las que se integren alimentos con fibra, vitaminas y minerales, como frutas, verduras y semillas. En cuanto a la elección de alimentos, a la hora de comer, por ejemplo, no saturarse de carbohidratos. Si hacen comida corrida, es un error común que las personas pidan el consomé con arroz y, de segundo plato, también piden arroz o pasta, luego piden tacos dorados, tortas de papa o pechuga empanizada con papas a la francesa y, para cerrar, la gelatina. Lo mejor es no saturarse de carbohidratos y grasas, y escoger un guisado con proteína y ensalada. También que prefieran el agua simple o de fruta natural sin azúcar añadida. La idea es darle variedad a la alimentación para obtener los beneficios de todos los nutrimentos.

Basta hacer una búsqueda en TikTok o YouTube para que inmediatamente empiecen a aparecer consejos para bajar de peso por parte de personas que se hacen pasar por nutriólogos, o incluso profesionales que hablan de dietas y hábitos para perder kilos. Algunos incluso pueden ser médicos, cardiólogos, nefrólogos, médicos generales, pero no nutriólogos clínicos o con licenciatura en nutrición.

Las dietas más mencionadas son la Keto, que consiste en no comer carbohidratos, o disminuir su consumo a niveles muy bajos, y elevar el de proteínas y grasas. Esto lleva al individuo a un estado de cetosis, un estado metabólico en el que, al no haber suficiente cantidad de glucosa (azúcar), el cuerpo utiliza grasas y cetonas con el objetivo de producir energía. La falta de glucosa hace que el cuerpo genere cetonas a un ritmo rápido en el hígado a partir de la grasa que se ha ingerido o la acumulada.

Otra famosa es el ayuno intermitente, en la cual sólo se come en una ventana de ocho a cuatro horas, regularmente entre las 12 y 8 pm, o incluso entre 2 y 6 pm, la idea es ayunar entre 16 y 20 horas, limitando las horas de comida, más que lo que se consume.

También una que ha ganado popularidad es la dieta Paleo, apócope de Paleolítico, y que plantea comer los alimentos que los humanos podrían haber consumido durante esa era: frutas, verduras, carnes sin grasas, pescado, huevos, frutos secos y semillas, que se podían encontrar mediante la caza y la recolección, y elimina lácteos, cereales, granos y legumbres, aquellos que comenzaron con la agricultura.

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