Los sobresaltos de un debut

El canterano jugó sus primeros noventa minutos con Pumas en el partido contra Tijuana

Foto: Club Universidad Nacional.

No fue como lo imaginó. No pensó que pasara tan pronto y bajo esas circunstancias. Aun así fue extraordinario, superó todas las expectativas. Mateo Casares cumplió su sueño, por el que trabajó durante muchos años en fuerzas básicas: debutar en primera división, en el Estadio Olímpico y en el once titular de Pumas.

Durante la semana hubo especulaciones. La ausencia de Nathan Silva en la central auriazul, por acumulación de tarjetas, generaba expectación. Casares era una opción para suplir al brasileño en el once titular de Gustavo Lema. Los trabajos en esos días empezaron a abrirle el panorama. El canterano de 20 años estaba listo y contaba con el respaldo de sus compañeros. Era su momento.

“Al principio, tenía nervios. Sabía que había muchas chances de iniciar el domingo, estaba emocionado. Lo tomé con mucha seriedad y fui trabajando día a día hasta que se confirmó esa posibilidad. Fue una gran emoción porque era el día por el que trabajé para que llegara”, afirmó Casares.

Entonar el Himno Deportivo Universitario lo llenó de emoción. Cerró los ojos, respiró profundo. Había nerviosismo, felicidad, responsabilidad, orgullo. El cobijo de sus compañeros le dio confianza. El silbatazo inicial lo aterrizó. Era momento de defender los colores que portó y amó desde los 10 años.

“Fue algo que trabajé durante largo tiempo. Desde que era chiquito fue un sueño. Siempre luché por ese momento. Cuando salí a la cancha fue de una gran nostalgia, muchos sentimientos en un mismo instante. No me lo había imaginado así. Tal vez como muchos otros, que entran de cambio, juegan poquito; pero titular, en el estadio, con la gente. La verdad es muy lindo recuerdo.”

Las circunstancias no fueron fáciles. La expulsión de Lisandro Magallán al minuto 25 le otorgó toda la responsabilidad al joven canterano, que no bajó los brazos. Sacó el carácter, esa garra característica de los universitarios. Defendió cada balón como si fuera el último. “Esos momentos nos hacen impulsarnos, sobre todo como personas, pero también como futbolistas. Es lo que nos hace crecer muchísimo. Me hizo revolucionar como futbolista. Ese momento sin Licha fue complicado, pero lo supimos llevar con los canteranos que estuvimos”.

El balance fue positivo: 90 minutos de intensidad, de aciertos, errores, aprendizajes y momentos inolvidables con dedicatoria especial. “A mi familia, que me apoyó todo el tiempo, que estuvo ahí en los momentos buenos y en los malos, impulsándome, aconsejándome. Igual a todos los amigos, compañeros a lo largo de este proceso, entrenadores que me dieron su confianza”.

Años de trabajo constante, disciplina y sacrificio recibieron su recompensa esa tarde del 10 de marzo en Ciudad Universitaria. Nada fue sencillo. A los 15 años, Mateo recibió su primera decepción: no entró en planes y salió de la institución universitaria. Pensó en rendirse, dejar el sueño, pero su perseverancia lo llevó a volver a tocar la puerta de Pumas, club al que ahora representa como jugador de primera división.

“Fue un proceso muy complicado. Tiene sus altibajos. Muchas veces estás bien, otras estás abajo. El asunto es que te mantengas, que sepas que si no llega la oportunidad hay que seguir trabajando porque en algún momento puede llegar. Se trata de estar preparado, ilusionado, con todas las ganas contigo. Hubo momentos en los que pensé tirar la toalla, de incertidumbre. Es cuando más tienes que seguir adelante, entrenar, luchar, ganándote un lugar. En la etapa en la que pasas de la sub-15 a la sub-17 a mí me cepillaron. Después vi que habría visorías para la sub-18, en la que hay 500 chavos y se quedan cinco y dije: ‘No pierdo nada’. Me quedé en la 18, después pasé a la 20, debuté en Tabasco, sub-23.”

Su determinación y liderazgo en la defensa central llevaron a Casares a ser parte de ese equipo campeón de Pumas en la categoría sub-20, en el torneo Apertura 2022. Hubiera sido sencillo conformarse. El joven universitario siguió trabajando, con determinación, con pasión, hasta llegar a ser considerado por Gustavo Lema en el primer equipo.

El debut es apenas un objetivo cumplido. Mateo refleja en su mirada esa ilusión de conseguir grandes cosas. No se conforma. Tiene hambre y ganas de seguir creciendo. “Viene una etapa muy linda. Creo que es cuando más tengo que trabajar, meterle, ganarme un lugar en el equipo. Siento que esto es el inicio de algo muy grande. No tengo que relajarme. Después, ya llegarán las demás cosas, como la selección nacional, pero primero debo ganarme un puesto y consolidarme aquí”.

Mateo ve a Pumas como su vida, esa institución que lo ha formado dentro y fuera de cancha. Hoy, con 121 minutos jugados en dos partidos en primera división, Casares recuerda a ese niño que llegó a Cantera a los 10 años, en la búsqueda de cumplir un sueño y que, pese a la adversidad, nunca se rindió. “Todos los sueños son posibles”.

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