Menor consumo de alimentos de origen animal reduce nuestro impacto ambiental

Carol Hernández Rodríguez, especialista del PUB, recomienda implementar las dietas veganas

El cambio climático es un calentamiento de largo plazo del clima global causado por los seres humanos y por fenómenos naturales, explicó Carol Hernández Rodríguez, investigadora del Programa Universitario de Bioética (PUB).

“Desde el periodo preindustrial ha ocurrido un incremento de la temperatura de la Tierra de 1.07 grados Celsius (0.2 °C por década) y se estima que en los próximos cien años pueda aumentar entre 1.5 y 4.8 °C. Más del 95 % de esta elevación es resultado de la actividad humana, y es un ritmo de calentamiento que no tiene precedentes históricos”, advirtió.

Entre las diversas actividades humanas con un amplio impacto en el ambiente se encuentran las industriales, el desarrollo de grandes ciudades y el transporte altamente contaminante. “Un factor que genera una gran huella ambiental es la forma en que los humanos nos alimentamos en las sociedades occidentales, básicamente a base de una dieta con alimentos de origen animal”, alertó Hernández Rodríguez.

La doctora en Sociología coordina el área de investigación de Bioética Ambiental, Cambio Climático y Sistemas Agroalimentarios en el PUB, así como la Cátedra Extraordinaria de Bioética de la Facultad de Filosofía y Letras /FFyL), en cuyo marco ofreció la conferencia Impacto ambiental de nuestras dietas.

Dijo que las contribuciones de la agricultura a la generación de los contaminantes gases de efecto invernadero (GEI) son directamente causadas en un 17 % por actividades agrarias, mientras que entre 7 y 14 % son otras indirectas por el cambio de uso del suelo y deforestación para introducir ganado y ampliar zonas de cultivo. Esto significa un total de aportaciones a los GEI que va entre 24 y 31 %”.

Otros impactos ambientales de la agricultura son también muy relevantes. “El 50 % de la Tierra habitable (sin contar desiertos y tundra) es usado en esta actividad; el 70 % del agua dulce extraída también, y el 78 % de la eutrofización del agua dulce y de los océanos (es decir, la degradación de la calidad del agua debido a un exceso de nutrientes como el nitrógeno y el azufre) es causada por la agricultura”, señaló.

Además, son importantes impactos medioambientales de la agricultura la biomasa mamífera (excluyendo a los humanos), pues el 94 % proviene del ganado; mientras que la agricultura y la acuacultura constituyen una amenaza directa para 24,000 especies en peligro de extinción.

Hernández Rodríguez documentó que, actualmente, la producción global de carne, acuacultura, huevos y lácteos utiliza aproximadamente 83 % de la tierra agrícola y contribuye del 56 al 58 % de las emisiones de gases de efecto invernadero. “Por ejemplo, la huella de carbón de la dieta europea es de 83 % de alimentos animales”, indicó.

Respecto a los sistemas agroalimentarios, seis naciones o bloques producen el 50 % de las emisiones GEI: Estados Unidos, China, los países miembros de la Unión Europea, Brasil, India e Indonesia.

La especialista mencionó que se calcula que en 2050 la producción agrícola tendrá que incrementarse en 50 % para alimentar a la población mundial, estimada en más de 9,700 millones de personas.

Añadió que los impactos en el medio ambiente previstos son aún mayores considerando el incremento en el consumo de productos animales, el aumento en el desperdicio y otros cambios en nuestras dietas.

Volver a la milpa

Hernández Rodríguez recomendó implementar las dietas veganas, que evitan el consumo de alimentos de origen animal e incluyen únicamente los basados en plantas, cereales y semillas. No se considera ninguno derivado de animales, como leche, huevos o miel.

También sugirió volver a un agrosistema productivo conocido como la milpa, el cual se basa en el policultivo, que puede incluir distintos vegetales según la región, aunque generalmente se refiere a la triada maíz, frijol y calabaza.

Este sistema tradicional mexicano permite aprovechar el suelo y hacer un eficiente el uso del agua, pues en un mismo espacio se cultivan varias verduras, lo que lo hace altamente sustentable. Además, evita el empaquetado y promueve la alimentación con productos frescos.

La especialista consideró fundamental hacer conciencia de los altos costos ambientales de nuestros hábitos alimenticios para poder propiciar un cambio que beneficie al planeta.

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