Muertos, heridos y cientos de detenidos. Tlatelolco 2 de octubre 18:10 horas

- Francotiradores y soldados abren fuego contra la multitud
- Miles protestaban en paz; luces de bengala, la señal de ataque

181001-Suple68-21_dia1La UNAM reanuda sus actividades administrativas, de investigación y de planeación. Las autoridades continúan haciendo inventarios en las instalaciones universitarias, para cuantificar daños y pérdidas. Mientras tanto, los estudiantes en huelga celebran asambleas informativas y dos mítines –uno a las 12 y otro a las 17:30 horas– en Ciudad Universitaria.

En la página cinco de la sección Sociales del diario Novedades, debajo de una pequeña fotografía del rostro de una mujer de pelo largo y negro, se lee: “Elvia Alcaraz Astudillo contraerá matrimonio con el señor Ezequiel Chávez Barrios mañana a las 18:30 horas en la iglesia de Santiago Tlatelolco”.

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Antes del tiroteo se reúnen CNH y gobierno

181001-Suple68-21_dia2En el cine Tlatelolco se exhibe la película La trampa (The trap), con las actuaciones estelares de Oliver Reed y Rita Tushingham.

Gilberto Guevara Niebla, Luis González de Alba y Anselmo Muñoz, portavoces del Consejo Nacional de Huelga, se reúnen por primera vez, en la casa del rector Barros Sierra, con Andrés Caso y Jorge de la Vega Domínguez, representantes presidenciales, y así se inician las negociaciones para establecer el diálogo entre los estudiantes en huelga y el gobierno.

La reunión termina al mediodía, con la propuesta de los representantes presidenciales de continuar las pláticas al día siguiente en Casa del Lago.

Dos horas después, durante una sesión del CNH celebrada en la Escuela Superior de Ingeniería Mecánica y Eléctrica (ESIME), en Zacatenco, los tres integrantes de la comisión negociadora informan que los resultados de la entrevista con los representantes presidenciales han sido positivos, pues, aunque las tres condiciones previas al diálogo no fueron aceptadas de inmediato por éstos, dejaron ver la posibilidad de que el gobierno ceda en varios puntos.

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A continuación, el CNH resuelve que esa tarde sí se realizará el mitin en la Plaza de las Tres Culturas, en Tlatelolco, pero se suspenderá, por considerarla peligrosa, la manifestación final hacia el Casco de Santo Tomás, todavía ocupado por el Ejército. Además, se pide a los miembros del CNH que, por razones de seguridad, no se presenten en el balcón del tercer piso del edificio Chihuahua, donde únicamente deberán estar los oradores y el maestro de ceremonias. Por último se leen los discursos para que se aprueben.

Bajo un cielo nublado, el mitin da comienzo. Unas 10 mil personas llenan la Plaza de las Tres Culturas. La multitud está conformada no sólo por estudiantes, sino también por padres de familia, niños, vecinos, vendedores ambulantes y curiosos. En el tercer piso del edificio Chihuahua hay periodistas nacionales, corresponsales y fotógrafos extranjeros, enviados para cubrir los Juegos Olímpicos, así como los oradores estudiantiles.

Desde el edificio de la Secretaría de Relaciones Exteriores –ubicado a un costado y a donde llegó en las primeras horas de la mañana en compañía de camarógrafos y técnicos, y con ocho cámaras de cine de 35 milímetros–, el cineasta Servando González dirige la filmación del mitin, obedeciendo las órdenes de Luis Echeverría, secretario de Gobernación.

Cuando un contingente de trabajadores aparece por el sendero que corre a un lado de la Vocacional 7, llevando en lo alto una manta con las siglas que los identifican, el maestro de ceremonias –Anselmo Muñoz– dice al micrófono desde el balcón principal del edificio Chihuahua, utilizado como tribuna: “¡Recibamos con un gran aplauso, compañeros, a la delegación Pantaco de los trabajadores ferrocarrileros!”

A las 18:10 horas, después de que dos oradores ya han hablado y se ha avisado a la multitud que la manifestación hacia el Casco de Santo Tomás se canceló, de uno de los dos helicópteros que han estado sobrevolando la plaza caen dos luces de Bengala –una verde y otra roja– junto a la iglesia de Santiago Tlatelolco. Entretanto, una columna de soldados avanza a bayoneta calada hacia la plaza, a través de las ruinas prehispánicas ubicadas a un costado de ésta.

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Sócrates Amado Campos Lemus, uno de los líderes del CNH, le arrebata el micrófono a Anselmo Muñoz, y grita: “¡Calma, compañeros, no corran, es una provocación!”

Un instante más tarde se oyen detonaciones de arma de fuego…

La multitud, aterrorizada, empieza a dispersarse y a correr en todas direcciones, al tiempo que los soldados suben las escalinatas de las ruinas (otros salen también de la parte inferior del edificio Chihuahua) y llegan a la plaza, donde intentan cercar a la gente.

De pronto, los soldados comienzan a ponerse pecho a tierra y a disparar hacia la multitud y hacia los edificios que rodean la plaza. La confusión es total.

Varios jóvenes vestidos de civil, de cabello corto, sin documentos de identificación y con un guante o pañuelo blanco en la mano izquierda –que integran el Batallón Olimpia, grupo paramilitar destinado a labores de seguridad durante la próxima Olimpiada y que llegaron a Tlatelolco en la mañana– son quienes disparan hacia la plaza, apostados en la azotea de los edificios Chihuahua, 2 de Abril, 15 de Septiembre, ISSSTE 11 y Revolución de 1910, en la iglesia de Santiago Tlatelolco, en departamentos del edificio Chihuahua y en el balcón del tercer piso de éste, mientras otros de sus compañeros se dedican a someter, a punta de pistola, a los que encabezaban el mitin y a otros miembros del Consejo Nacional de Huelga.

La balacera se generaliza y caen los primeros heridos (entre ellos el general José Hernández Toledo, quien comanda un batallón de fusileros paracaidistas y quien meses antes había reprimido a los estudiantes en Morelia y guiado la toma de San Ildefonso) y muertos…

Cientos de personas se guarecen, unas sobre otras, entre las ruinas prehispánicas; otras buscan refugio en la iglesia de Santiago Tlatelolco (pero nadie les abre); y otras más logran esconderse en departamentos de los edificios aledaños o escapar por los pasillos de la unidad habitacional. Las ráfagas de ametralladora y las detonaciones de los fusiles y pistolas, y los gritos y lamentaciones de las víctimas llenan el aire.

En el tercer piso del edificio Chihuahua, la periodista italiana Oriana Fallaci, quien se encuentra en el país con motivo de los Juegos Olímpicos y fue invitada al mitin por el periodista mexicano Rodolfo Rojas Zea, recibe dos balazos –uno en la espalda y otro en una pierna– y pide ayuda…

El tiroteo desencadena varios incendios en distintos pisos de ese mismo edificio y perfora los tinacos y las tuberías, de tal modo que el agua empieza a escurrir y a inundar algunos departamentos.

Conforme la noche cae, los disparos se van espaciando cada vez más, pero no cesan del todo. Los soldados peinan la zona (incluso ingresan por la fuerza en muchos departamentos de la unidad habitacional) en busca de más estudiantes y miembros del CNH. La Unidad Nonoalco-Tlatelolco, sin luz y sin servicio telefónico, permanece acordonada por el Ejército.

El fotógrafo de Luis Echeverría, Manuel Gutiérrez Paredes, Mariachito, registra con su cámara lo que sucede en el balcón del tercer piso del edificio Chihuahua. Las cámaras de los fotógrafos de diversos medios nacionales e internacionales son confiscadas por los militares.

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Poco a poco, algunos integrantes del Batallón Olimpia, auxiliados por elementos del Ejército, de la Dirección Federal de Seguridad, de la Policía Judicial Federal y del Servicio Secreto, bajan por las escaleras a los que detuvieron en el tercer piso del edificio Chihuahua y, luego de obligarlos a quitarse los pantalones y la camisa, los colocan frente a las paredes de la planta baja, con los brazos en alto. Muchos detenidos lucen muy golpeados, como Florencio López Ozuna, uno de los oradores en el mitin.

Varios dirigentes del CNH son detenidos. Los capturados en el edificio Chihuahua son identificados por policías infiltrados en el movimiento estudiantil y conducidos al Antiguo Convento de Santiago Tlatelolco.

Los heridos son trasladados por las ambulancias, que ululan sin cesar, a diferentes hospitales.

En la Plaza de las Tres Culturas y entre las ruinas prehispánicas se aprecian manchas de sangre, bolsos de mujeres, zapatos desperdigados y prendas de vestir también ensangrentadas.

A las 23 horas, cuando un grupo de detenidos es sacado de la zona por la parte posterior del Antiguo Convento de Santiago Tlatelolco, estalla una nueva balacera entre francotiradores y soldados.

Hay muertos en la Tercera Delegación, en la Cruz Roja, en el Hospital Rubén Leñero, en el Hospital de Balbuena, en el Hospital Central Militar…Los detenidos son concentrados en el Campo Militar Número Uno.

A medianoche, ante periodistas extranjeros, Fernando M. Garza, director de prensa y relaciones públicas de la Presidencia de la República, declara extraoficialmente que el saldo de la contienda es de cerca de 20 muertos, 75 heridos y más de 400 detenidos. Y agrega que se quiso acabar con el “foco de agitación” y que la tranquilidad durante los Juegos Olímpicos está garantizada.

Marcelino García Barragán, secretario de la Defensa Nacional, dice en otra rueda de prensa que el Ejército intervino en Tlatelolco, a petición de la policía, para sofocar un tiroteo entre dos grupos de estudiantes; que la tropa fue recibida a balazos por francotiradores; y que aquél duró aproximadamente una hora.

También precisa que la operación militar la encabezó el general Crisóforo Masón Pineda, comandante del 44 Batallón de Infantería; que se sabe que hay muertos y heridos tanto del Ejército como de los estudiantes y que el Ejército uso armas reglamentarias y los estudiantes metralletas.

Y asegura: “El comandante responsable soy yo. No se decretará el estado de sitio; México es un país donde la libertad impera y seguirá imperando”.

Luis Echeverría, secretario de Gobernación, señala que el diálogo con el Comité Nacional de Huelga quedó establecido una vez que el presidente Díaz Ordaz contestó los seis puntos del pliego petitorio en su IV informe. Y añade: “La situación en México equivale a realidades complejas respecto a las cuales nosotros mismos tenemos que hacer minuciosas reflexiones y análisis”.

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Al día siguiente siguen cateos y detenciones

181001-Suple68-21_dia3Titulares de los principales diarios nacionales: El Universal: “Tlatelolco, campo de batalla”; Novedades: “Balacera entre francotiradores y el Ejército, en Ciudad Tlatelolco; El Sol de México: “El objetivo, frustrar los XIX Juegos”; La Prensa: “Balacera del Ejército con estudiantes”; Excélsior: “Recio combate al dispersar el Ejército un mitin de huelguistas”; Ovaciones: “Sangriento tiroteo en la Plaza de las Tres Culturas”; El Heraldo de México: “Sangriento encuentro en Tlatelolco”; El Día: “Muertos y heridos en grave choque con el Ejército en Tlatelolco”.

En la parte superior de la página 7-A del diario Excélsior aparece publicado el cartón de Abel Quezada. Lleva por título “¿Por qué?” y es un rectángulo completamente negro.

La zona donde ocurrió ayer la matanza presenta un panorama desolador. Los vidrios y las fachadas de los edificios Chihuahua, 15 de Septiembre, Aguascalientes, Tamaulipas, Atizapán e ISSSTE 11 están destrozados por los miles de proyectiles que se dispararon. Y en la Plaza de las Tres Culturas se ven tanquetas y grupos de soldados armados.

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La Unidad Nonoalco-Tlatelolco continúa acordonada por el Ejército y, al igual que en la madrugada, siguen los cateos y detenciones en los edificios que rodean la Plaza de las Tres Culturas. Algunos vecinos, asustados y temerosos, abandonan sus departamentos.

El número oficial de muertos que arrojó la masacre aumenta a 30; en los hospitales se reportan 53 heridos graves. Y se calcula que el número de detenidos en el Campo Militar Número Uno asciende a dos mil.

A las afueras de la Tercera Delegación, del Servicio Médico Forense, de la Cruz Roja, del Hospital Rubén Leñero, del Hospital de Balbuena, de la Jefatura de Policía y de la Procuraduría del Distrito y Territorios Federales se agolpa una gran cantidad de personas en busca de sus parientes o amigos muertos, heridos o detenidos.

En un documento firmado por 30 legisladores de la Gran Comisión, el Senado de la República denuncia “actos graves de agresión en contra de la policía y del Ejército mexicano mediante el empleo de armas modernas de alto poder, cuyo uso permite presumir fundamentalmente la participación de elementos nacionales y extranjeros que persiguen objetivos antimexicanos de extrema peligrosidad”.

Además, justifica “plenamente” la intervención de la fuerza pública en los sucesos de ayer en la Plaza de las Tres Culturas, “para proteger no solamente la vida y la tranquilidad de los ciudadanos, sino, al mismo tiempo, la integridad de las instituciones del país”; y considera que la actuación del Ejecutivo Federal se ha apegado a la Constitución política del país y a las leyes vigentes, “que le señalan como deber el mantenimiento de la seguridad interna”.

Más adelante, los senadores puntualizan: “Queremos insistir en que el país ha venido disfrutando de un clima de libertades, de garantías constitucionales y que nuestro gobierno ha sido un defensor de nuestras instituciones democráticas que son el resultado de la evolución política del pueblo mexicano”.

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Durante un homenaje que le brindan los representantes del comercio organizado de la Ciudad de México, Miguel Alemán, expresidente del país, reprueba los actos de violencia y exhorta a todos los mexicanos a “sostenernos unidos y a luchar por México”.

“Sostengamos esa unidad y concordia labradas durante muchos años, conjugando nuestros esfuerzos en torno al guía de la nación, el presidente Gustavo Díaz Ordaz”, subraya.

En una conferencia de prensa, Luis Cueto Ramírez, jefe de la Policía Preventiva del Distrito Federal, señala que, en parte, los padres son culpables de la tragedia de ayer “por no aconsejar debidamente a sus hijos ni conminarlos a abandonar la actitud que hasta ahora han seguido”.

A petición de la mayoría de las delegaciones deportivas que participarán en los próximos Juegos Olímpicos, son retirados casi todos los soldados que resguardaban la Villa Olímpica, ubicada al sur de la Ciudad de México.

El Comité Olímpico Internacional declara que “no hay ningún motivo para suspender la Olimpiada”.

Una decena de camiones de pasajeros, trolebuses, tranvías y vehículos oficiales resultan quemados, con los cristales rotos o apedreados en la vía pública, y hacia las 21 horas estalla un petardo en un respiradero del Viaducto Miguel Alemán, a la altura del paso elevado para peatones que se localiza entre las calles de Manzanillo y Klondike, en la colonia Roma.

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