Necesario, cuestionar los mandatos de género sobre la masculinidad

Hay que reflexionar acerca de cómo hemos sido educados, observar que varios de esos preceptos son para nuestro perjuicio y el de otras personas, y tratar de cambiarlos: Ali Siles, del CIEG

Es indispensable cuestionar los mandatos de género negativos sobre la masculinidad, no sólo para las mujeres y otras identidades sexogenéricas, sino para los propios varones cisheterosexuales: “aquellos que nos hacen rechazar lo que percibimos como femenino o débil, así como las conductas de riesgo que nos hacen interactuar de forma violenta o tener hábitos perniciosos para nuestra salud”, afirma Ali Siles Bárcenas, del Centro de Investigaciones y Estudios de Género (CIEG) de la UNAM.

Hay que reflexionar sobre cómo hemos sido educados a ser hombres y observar que varios de esos preceptos son para nuestro perjuicio y el de otras personas, y tratar de cambiarlos, añade el doctor en Sociología por la Universidad de Manchester, Reino Unido.

Con motivo del Día Internacional del Hombre, que se conmemoró el 19 de noviembre, el universitario opina que la fecha es un buen pretexto para la reflexión colectiva y para que los varones hablen en conjunto de estos temas, para “cuestionar los mandatos con los que hemos crecido, y las dificultades que nos han traído”, entre ellas, de salud y de seguridad física y emocional.

En México, esta efeméride no ha tenido mucho eco, “y es entendible porque planteada así parece que la confrontamos con el Día Internacional de la Mujer. Sería más interesante pensar en la posibilidad de un día para reflexionar sobre otras formas de masculinidad que sean más positivas, involucradas y participativas. Ya que existe esta propuesta, no estaría mal retomarla con este sentido”, abunda el investigador.

Posición privilegiada

De acuerdo con los resultados de la Encuesta Nacional de Ocupación y Empleo, Nueva Edición (ENOEN), en México, al cuarto trimestre de 2022, residían en el territorio nacional 128.9 millones de personas, de las cuales 61.8 millones fueron hombres, es decir, 48 % de la población total.

En una sociedad patriarcal y misógina como la que vivimos, donde los varones tienen una posición privilegiada, ellos también deben pagar una factura, sobre todo en términos de su seguridad, tanto física como emocional, reitera el experto.

Todavía se nos educa con preceptos patriarcales, señala: para ser protectores, proveedores, aguantadores, valientes, racionales, no tan en contacto con nuestras emociones, y no tan cuidadosos con nosotros mismos y con otras personas.

A quienes se nos asigna ser varones cuando nacemos, detalla Siles Bárcenas, se nos genera una idea muy estrecha de lo que debe ser un hombre, una idea homogeneizante que nos hace pensar en una forma de ser varón hegemónica. “Funciona como un regulador de la conducta, con la promesa, de alguna forma, de retener esa posición privilegiada en muchos sentidos”.

Así se observa en diferentes esferas de la vida; en primer lugar, en el núcleo familiar, donde los varones no suelen ocuparse de las tareas del hogar, tienen mayor autonomía, etcétera. Obtenemos esos privilegios, pero a cambio tenemos que actuar de maneras autoritarias, en muchas ocasiones violentas; cuando alguien desafía nuestra posición, se espera que respondamos de formas “contundentes”, en lugar de ser asertivas y respetuosas.

También tenemos intercambios violentos con otros varones, por ejemplo, si alguien se nos cierra mientras manejamos, gritamos, tocamos el claxon; o en los contextos escolares, si alguien nos reta no nos “echamos para atrás”. Todo eso nos pone en diferentes posiciones de riesgo, recalca.

Las mujeres han padecido de manera importante las formas patriarcales de organizar la sociedad; son quienes más sufren la violencia de los varones y ven sus derechos vulnerados. Son ellas quienes han hecho una buena labor en impugnar las manifestaciones más tradicionales de masculinidad, las que refuerzan las ideas de que lo masculino es superior, está a cargo o puede dirimir conflictos y todo tipo de problemas por medios violentos o impositivos.

Hay opciones, otras formas de ver el mundo y relacionarnos con él, que típicamente hemos considerado femeninas y las hemos asociado con debilidad, a pesar de que pueden potenciar nuestras facultades como personas, como seres humanos, sostiene Siles Bárcenas.

Avance lento

Se les ha llamado nuevas masculinidades o masculinidades positivas, alternativas, no violentas o antipatriarcales a las formas no hegemónicas de ser varón, aquellas que no descansan en las concepciones tradicionales.

Aunque su avance es lento, reconoce el experto, ha sido constante. “En los últimos 10 años hemos experimentado un auge de la agenda y el movimiento feminista y por la diversidad y los derechos de todas las personas, que están en la base de las nuevas ideas de masculinidad”.

Se trata de esfuerzos muy grandes de personas comprometidas con un cambio desde el activismo, el trabajo comunitario o la academia, y en ocasiones desde instituciones, con la idea de cuestionar esa forma más tradicional de masculinidad. Sin embargo, suelen ser iniciativas desarticuladas, lamenta.

“En México no hay una política estatal que se encargue de empujar esas ideas, sino esfuerzos aquí y allá, de organizaciones de la sociedad civil, de universidades como la UNAM. Pero hay momentos históricos de empuje, y en estos años lo hemos vivido y sería bueno profundizarlo y no dejar que se pierda.”

Se requiere, explica, de una política estatal integral, similar a la emprendida para incorporar la perspectiva de género en las políticas públicas, la cual se ha entendido como incluir la mirada de las mujeres, y fortalecer la igualdad entre ellas y los hombres, así como otras identidades de género. Sin embargo, “en esta ecuación nos ha faltado incluir también a los hombres, y atender las dificultades ligadas al orden de género que enfrentan”.

No se ha superado la masculinización de algunas instituciones, de espacios que siguen siendo patriarcales. Todo ello hay que reformarlo poco a poco, comenzando por los programas de educación, de integración social y de salud pública.

Ali Siles Bárcenas menciona que no todos los varones están dispuestos a cambiar. “Es entendible que haya resistencias. La mayoría da por sentado que ‘los hombres son así’, y mucho de esto lo tenemos normalizado, naturalizado, por lo que lo primero es empezar a cuestionarlo y tratar después de lograr cambios estructurales y culturales”. Así ocurre, sobre todo, entre las generaciones más jóvenes.

Parece que ésta es una labor titánica, pero si reflexionamos lo que significa ser varón hoy en día contra lo que era en el pasado, por ejemplo, a mediados del siglo XX, ha habido variaciones. Actualmente, por mencionar un caso, ellos se han ido incorporando más al cuidado de los infantes. “Es posible lograr cambios y hay que seguir buscándolos”.

Por la situación económica, los hombres han dejado de ser el único proveedor; de igual manera dejó de ser sostenible que quienes estén a cargo de las labores domésticas y de cuidado sean sólo las mujeres; no es justo ni equitativo, y debemos modificarlo entre todas las personas, concluye.

Fotos: Diana Maldonado.
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