No es nuevo el asedio a la democracia en América Latina

Este sistema político es un espacio común de propuestas, liberación y construcción del horizonte histórico. Ahí no existe el pensamiento único

Participantes en el Congreso Latinoamericano de Sociología Alas México 2022. Foto: Francisco Parra.

El concepto de democracia tiene que ver con igualar las desigualdades que se dan en el terreno económico y de construcción del poder y de la ciudadanía. Es una forma de vida y, al mismo tiempo, una relación del orden político donde se manda obedeciendo. El proceso de democratización es siempre permanente, señalaron expertos en la Universidad Nacional.

En el marco del XXXIII Congreso Latinoamericano de Sociología Alas México 2022. La (re) construcción de lo social en tiempos de pandemias y pospandemias: Aportes críticos desde las ciencias sociales latinoamericanas y caribeñas, el sociólogo y académico de la Universidad Complutense de Madrid, Marcos Roitman, señaló que la democracia tiene que ver con factores como justicia social, con leyes buenas, justas y que se cumplen.

El ensayista chileno-español consideró que ese sistema político no consiste en la igualdad sin diferencia, sino en la articulación de sujetos en cuya diferencia nos reconocemos todos. Es un espacio común de propuestas, liberación y construcción del horizonte histórico; donde democracia y dignidad van juntos. Por eso “se articula como un elemento básicamente anticapitalista”, sostuvo.

La democracia es un lenguaje que se articula, es diferencia; ahí nadie piensa igual, no existe el pensamiento único. Es, fundamentalmente, una práctica plural de control y de ejercicio del poder, desde su deber ser, y eso en el capitalismo es inviable, destacó.

En la mesa El laberinto de las democracias latinoamericanas, Benjamín Arditi, profesor de la Facultad de Ciencias Políticas y Sociales de la UNAM, afirmó que el asedio a la democracia en América Latina no es nuevo; históricamente se han registrado golpes de estado y autoritarismo.

Hoy, apuntó, esos asedios se reflejan en fenómenos como la corrupción, el clientelismo y los estados patrimoniales, o en el papel del populismo. Pero si este último existiera, “no sería necesariamente incompatible con la democracia”.

El académico universitario cuestionó si tiene sentido o vale la pena seguir usando la palabra populismo. “El problema de investigación que hicimos al respecto fue siempre incorrecto”; cuando se escriba o investigue acerca del tema, se debe reformular la pregunta, es decir, cambiar “¿qué es?”, por “¿existe?” Eso nos permitirá alejarnos de la caricatura del “pueblo bueno vs élite mala”, de la división en dos del espacio político y de la primacía del líder, añadió.

Polos antagónicos

Albert Noguera, académico de la Universidad de Valencia, opinó que plantear capitalismo y democracia como dos polos antagónicos, sin que haya nada intermedio es una visión reduccionista de ambos, e implica obviar el concepto de transición democrática y revolucionaria.

El jurista y politólogo español precisó que establecer que la democracia es lo opuesto al capitalismo significa una concepción estática de la idea de igualdad que no se corresponde con la realidad; ésta última es un ideal irrealizable por definición y un desafío histórico al cual se avanza, pero no se llega a realizar íntegramente; es un proceso dinámico.

El sociólogo uruguayo, Gerónimo de Sierra, consideró que en Colombia, hay una aceleración del avance de la propuesta del presidente Gustavo Petro, impulsada por la gente en la calle, por las masas luchando, por la juventud, las mujeres y los indígenas.

Pero su victoria es un fenómeno que “coaguló” a toda la derecha en contra: civil, militar, oligárquica, financiera y agraria, por lo que están en juego diferentes movimientos con un devenir que no sabemos cuál va a ser. “Tiene una enorme significación la presencia de un gobierno progresista en aquel país, y se abren expectativas importantes en la región”.

En las naciones de Latinoamérica se ha logrado que existan procesos de involucramiento popular, del voto por los avances democratizantes, y eso abre un horizonte estimulante, pero hay que tener claro que estas son fórmulas de transición a capitalismos “más o menos sociales”, concluyó el especialista.

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